domingo, febrero 25, 2007

POLÍTICA CON AROMA DE MUJER

Por Jorge Gómez Barata
Fuente: Visiones Alternativas

Lo único más delicioso que escribir sobre las mujeres es alternar con ellas, sobre todo cuando es posible percibir la grandeza y la estatura moral de las que por vocación o, como suele ocurrir, por seguir la huella de padres o esposos, se integran al servicio público y a la política a favor de las causas populares.

Por una curiosa paradoja, no fue en la Europa de las candilejas civilizatorias ni en la industriosa América , sino en lo que hoy llaman rincones oscuros, allá en el Asia profunda donde las mujeres se alzaron hasta la cima de la alta política.


Mientras el mundo se prepara para averiguar si Estados Unidos se declara o no listo para ser gobernado por una mujer, Asía ha aportado, entre otras, estadistas de la talla de Sirimavo y Chandrika Bandaranike, Benazir Bhuto, Golda Meir, Indira Gandhi, Tansu Séller, Corazón Aquino y Gloria Macapagal, todas electas democráticamente.

Entre Sirimavo Bandaranike, la primera mujer elegida en 1960 como primera ministro de Sri Lanka, y Margaret Thatcher, la primera europea que escaló tal posición en 1979, transcurrieron 19 años. En Iberoamérica han gobernado ya María Estela Martínez, Violeta Barrios, Mireya Moscoso, Lidia Gueiler Tejada y Michelle Bachelet, sin que en España haya aparecido algo diferente a una reina.

Por añadidura, varios países islámicos: Pakistán, Bangladesh y Turquía han sido gobernados por féminas y en el Caribe han llegado a primeras ministras: Mary Eugenia Charles en Dominica, Maria-Liberia Peters y Suzanne Camelia-Romer en Antillas Holandesas, además de Jennifer Smith, primera ministra de Bermuda. Incluso el empobrecido Haití tuvo en Ertha Pascal Trouillot una Primera Ministra y, como para no ser menos África eligió a varias, entre ellas, Elisabeth Domitien, primer ministro de la República Centroafricana en tiempos de Bokassa. Tal vez lo más curioso sea el caso de la primera presidenta electa en occidente, la única norteamericana, Janet Jagan que nació en Chicago y gobernó en Guyana.

Antes de averiguar si ha llegado la hora de Hillary Clinton en los Estados Unidos, convendría saber si el destino de Guatemala es que una mujer, Rigoberta Menchú, quiebre la escandalosa alternancia oligárquica, ininterrumpida desde la derrota de Jacobo Arbenz y ponga fin a la larga historia de crímenes y desapariciones de que la ella no es testigo, sino protagonista.

Guatemalteca, campesina, india, mujer, Rigoberta Menchú, Premio Nóbel de la Paz en 1992 por su historia y sus sufrimientos personales y sobre todo por los meritos acumulados en la lucha, pudiera ser no sólo el símbolo que su pueblo necesita para elevar su autoestima, decidir que ha llegado la hora de sacudirse de la dictadura oligárquica y sumarse a la riada de cambios que sacude a la América Latina.

Habituados a la política tradicional y prisioneros de sus esquemas, algunos analistas se adelantan a los acontecimientos y antes de que ella se decida, comienzan a buscar los lados débiles de su probable candidatura. Lo cierto es que, Rigoberta pudiera ser la líder con la capacidad de convocatoria necesaria para poner en movimiento la masa enorme del pueblo guatemalteco y usando los mecanismos electorales creados para eternizar en el poder a la oligarquía, quebrar su dominio.

Rigoberta simboliza la historia y la tragedia de los pueblos originarios explotados con ansias de exterminio, humillados y convertidos en parias en su propia tierra; es la imagen de los campesinos empobrecidos y excluidos y la estampa de los luchadores masacrados.

La muchacha que vio morir a su padre, su madre y sus hermanos a manos de represores y paramilitares, comió en México el pan del exilio, dedicó toda su vida a la causa de su pueblo y fue distinguida con un Nóbel, pudiera ser la candidata del pueblo llano que seguramente disfrutará del respaldo de los nuevos lideres latinoamericanos y del saludo de las personas progresistas del mundo. ¡Es la hora! ¡Debe ser ahora!

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