Por: Enrique González-Manet
(Cubarte).- Las nuevas tecnologías digitales han traído cambios sin precedentes, con efecto mayor que la aparición de las primeras herramientas, que el uso del fuego o el invento de la rueda. Ello se debe a que están relacionadas con el desarrollo de la inteligencia y la transformación del hombre y con el surgimiento de nuevas formas de civilización y cultura. Se trata de una renovación total cuyos límites aún no somos capaces de prever o de manejar, en particular aquellos que tienen mayor efecto para la humanidad, como el saber aplicado, el control de las personas o los medios militares.
Cada vez más estos medios tienen que ver con los procesos de creación y dirección de la sociedad, pero a pesar de su alta importancia, el tema no aparece en la agenda internacional, sobre todo en lo que concierne a la prospectiva cultural.
La razón principal de este vacío aparente es que tales tecnologías modifican radicalmente el alcance, circulación y naturaleza misma del conocimiento universal. De hecho, están en trance de desaparición facultades humanas, procedimientos técnicos y sociales e incluso formas de habitat. En el curso de estas alteraciones han de surgir y desaparecer idiomas, tradiciones, costumbres y agrupaciones.
En todos los estadíos del saber el conocimiento ha estado asociado al poder político, financiero y comercial, desde sus formas más primitivas hasta el presente, caracterizado hoy por la concentración de las decisiones y la globalización de los mercados.
Un largo proceso de dominación
El conocimiento que condujo a la elaboración de la escritura, el cálculo matemático y la medida de las estaciones, manejado en la antigüedad por élites en el poder, se rige por los medios de comunicación contemporáneos. El resultado es el control de las mayorías, como ocurre en el caso de la opinión pública norteamericana, y la dominación por parte de pequeños grupos o de algunas naciones privilegiadas, pese a los esfuerzos realizados por lograr el acceso y diversidad de otros participantes.
No obstante la creciente difusión mundial de las nuevas técnicas, existe una relación de clase y un distanciamiento que prueba su uso en el reforzamiento de la hegemonía, pues el conocimiento ha sido utilizado por el poder político desde la época de los hititas y los egipcios hasta la Revolución Industrial que favoreció al Reino Unido.
Hablamos del saber fundacional que mantenía a los pueblos dominados o adormecidos por unos pocos países o gobiernos, como en el caso de la remota época en que surgió el código inciso de Hammurabi, el culto esotérico de Isis y las predicciones astronómicas de Bonampak y Tula. Su contraparte es hoy el sofisticado software de Internet y los lenguajes de otros medios digitales.
¿Que le pasa a los recursos?
La desproporción y marginalidad de recursos digitales en el mundo oculta al mismo tiempo la desigualdad de oportunidades que hace del saber un instrumento de dominación y dependencia, por el control y diseño que imponen las corporaciones transnacionales en los mercados mundiales o a través de los niveles de gobierno.
¿Por qué Estados Unidos reclama siempre con su mayor fuerza el derecho de autor en todos los tratados de libre comercio y en organismos como la Organización Mundial del Comercio? ¿No será porque Norteamérica posee el 50% de las patentes mundiales y porque el 87% del total registrado está controlado por grandes corporaciones?
Podríamos hacer otras preguntas inquietantes como las formuladas por el destacado investigador Néstor García Canclini en su conferencia magistral en el Encuentro Internacional sobre el Espacio Audiovisual Latinoamericano, Organizado por la UNESCO y la Universidad de Guadalajara en el 2005.
¿Podemos esperar una efectiva integración cultural y comunicacional que supere diferencias y desigualdades si los sistemas asociativos están centrados en flujos financieros y de mercancías que producen fragmentaciones y competencias oportunistas más que beneficios compartidos?
¿De qué integración puede hablarse si el impacto neoliberal de los Estados e instituciones públicas empobrece el desarrollo educativo y cultural?
¿De que Mercados culturales hablamos?
Una referencia concreta sobre lo que significan los mercados culturales, sus mecanismos arbitrarios y los medios de control ejercidos por empresas como Microsoft, lo indica el hecho de que a partir del año 2000 se han filmado más de 200 películas anuales en Iberoamérica, pero el control norteamericano de la distribución y exhibición apenas permite que se proyecte un promedio de seis filmes de la región, según informa el programa IBERMEDIA, para el cual la industria fílmica del continente no existe.
Los países para los cuales significa algo la noción de independencia y soberanía, lo primero que hacen es rechazar el pesimismo y la desesperanza. Pero a la luz de la realidad de los hechos, hay que saber si esto es posible, tal como aparecen las tendencias de futuro. El propio Canclini, parafraseando a Neruda, afirma que el panorama de la región se tipifica por ¨veinte discursos de integración y una conclusión desesperada¨. ¿Cómo medir la creatividad cultural en situaciones de crisis económicas prolongadas que frustran el acceso y la participación de grandes sectores del país?
Una evidencia es que Latinoamérica, en particular México, tiene menos librerías, menos cines, teatros y salas de conciertos que hace veinte años. Aún países como Argentina vieron reducir a la mitad el número de salas y espectadores, sin hablar de otros espacios en regresión como los de Perú, Ecuador y Paraguay.
¿Es la declinación cultural producto de la crisis económica o es resultado del vuelco político de los años 70’80. Es un hecho que se pagan los errores cometidos por los regímenes de fuerza y también la distorsión de las estructuras que acompaña a la explotación continuada del continente por parte de monopolios y corporaciones.
Regresión del desarrollo
Con la tecnologización bajan los presupuestos para la cultura y aumentan los requerimientos para las inversiones en las industrias culturales. Este proceso se acentúa en los países pobres, sobre todo en lo que se refiere a libros, discos y videos.
En muchos casos lo que se está produciendo en la región es una regresión del desarrollo, tanto por falta de acceso y participación como por el control oligopólico de los medios culturales, como en el caso de AOL-Time Warner-CNN, Disney-ABC o la mítica MTV, con su 2 000 millones de usuarios. Lo que no obtiene altas cifras de venta anual está condenado a la guillotina, no importa su valor como obra artística o patrimonial.
Los músicos significativos para la cultura nacional no interesan a las megadisqueras transnacionales y desaparecen no solo de las tiendas sino también de la memoria colectiva, a menos que se esfuercen de modo espectacular por “mantenerse en el candelero”.
Cantantes conocidos, para tocar sus obras en conciertos en sus propios países, tienen que pedir permiso a corporaciones extranjeras que controlan sus producciones. Estas empresas gigantes dominan la cultura del mundo mediante tarifas preferenciales, impuestos, subsidios, dumping y acuerdos injustos. Por estos medios, Estados Unidos, Europa y Japón, concentran en pocas manos la ganancia que produce la cultura en casi todo el planeta.
Abrir bien los ojos
Si abrimos bien los ojos, nos daremos cuenta de que las desigualdades y la exclusión son más flagrantes en el sector de las tecnologías avanzadas como Internet, que prometen el cielo, es decir, la desaparición de la desigualdad y de la distancia.
Pero a nadie engañan cuando comprobamos que el 20 por ciento de la población mundial acapara el 90 por ciento de la informática, en plena era del conocimiento y en momentos en que se construye la llamada sociedad de la información.
Mientras tanto, el 97 % de los africanos no tiene acceso a estos recursos, según índices de la UNESCO. Muchas regiones se encuentran a la intemperie o simplemente no existen. ¿Pueden los medios de comunicación a ayudar a combatir esta desigualdad y reducir el dominio selectivo del saber, así como el derroche del conocimiento?
Hay que analizar las paradojas y contradicciones de estos procesos hegemónicos que acentúa la nueva tecnología digital y desentrañar los mecanismos dominantes si queremos convivir y sobrevivir en este campo.
(Cubarte).- Las nuevas tecnologías digitales han traído cambios sin precedentes, con efecto mayor que la aparición de las primeras herramientas, que el uso del fuego o el invento de la rueda. Ello se debe a que están relacionadas con el desarrollo de la inteligencia y la transformación del hombre y con el surgimiento de nuevas formas de civilización y cultura. Se trata de una renovación total cuyos límites aún no somos capaces de prever o de manejar, en particular aquellos que tienen mayor efecto para la humanidad, como el saber aplicado, el control de las personas o los medios militares.
Cada vez más estos medios tienen que ver con los procesos de creación y dirección de la sociedad, pero a pesar de su alta importancia, el tema no aparece en la agenda internacional, sobre todo en lo que concierne a la prospectiva cultural.
La razón principal de este vacío aparente es que tales tecnologías modifican radicalmente el alcance, circulación y naturaleza misma del conocimiento universal. De hecho, están en trance de desaparición facultades humanas, procedimientos técnicos y sociales e incluso formas de habitat. En el curso de estas alteraciones han de surgir y desaparecer idiomas, tradiciones, costumbres y agrupaciones.
En todos los estadíos del saber el conocimiento ha estado asociado al poder político, financiero y comercial, desde sus formas más primitivas hasta el presente, caracterizado hoy por la concentración de las decisiones y la globalización de los mercados.
Un largo proceso de dominación
El conocimiento que condujo a la elaboración de la escritura, el cálculo matemático y la medida de las estaciones, manejado en la antigüedad por élites en el poder, se rige por los medios de comunicación contemporáneos. El resultado es el control de las mayorías, como ocurre en el caso de la opinión pública norteamericana, y la dominación por parte de pequeños grupos o de algunas naciones privilegiadas, pese a los esfuerzos realizados por lograr el acceso y diversidad de otros participantes.
No obstante la creciente difusión mundial de las nuevas técnicas, existe una relación de clase y un distanciamiento que prueba su uso en el reforzamiento de la hegemonía, pues el conocimiento ha sido utilizado por el poder político desde la época de los hititas y los egipcios hasta la Revolución Industrial que favoreció al Reino Unido.
Hablamos del saber fundacional que mantenía a los pueblos dominados o adormecidos por unos pocos países o gobiernos, como en el caso de la remota época en que surgió el código inciso de Hammurabi, el culto esotérico de Isis y las predicciones astronómicas de Bonampak y Tula. Su contraparte es hoy el sofisticado software de Internet y los lenguajes de otros medios digitales.
¿Que le pasa a los recursos?
La desproporción y marginalidad de recursos digitales en el mundo oculta al mismo tiempo la desigualdad de oportunidades que hace del saber un instrumento de dominación y dependencia, por el control y diseño que imponen las corporaciones transnacionales en los mercados mundiales o a través de los niveles de gobierno.
¿Por qué Estados Unidos reclama siempre con su mayor fuerza el derecho de autor en todos los tratados de libre comercio y en organismos como la Organización Mundial del Comercio? ¿No será porque Norteamérica posee el 50% de las patentes mundiales y porque el 87% del total registrado está controlado por grandes corporaciones?
Podríamos hacer otras preguntas inquietantes como las formuladas por el destacado investigador Néstor García Canclini en su conferencia magistral en el Encuentro Internacional sobre el Espacio Audiovisual Latinoamericano, Organizado por la UNESCO y la Universidad de Guadalajara en el 2005.
¿Podemos esperar una efectiva integración cultural y comunicacional que supere diferencias y desigualdades si los sistemas asociativos están centrados en flujos financieros y de mercancías que producen fragmentaciones y competencias oportunistas más que beneficios compartidos?
¿De qué integración puede hablarse si el impacto neoliberal de los Estados e instituciones públicas empobrece el desarrollo educativo y cultural?
¿De que Mercados culturales hablamos?
Una referencia concreta sobre lo que significan los mercados culturales, sus mecanismos arbitrarios y los medios de control ejercidos por empresas como Microsoft, lo indica el hecho de que a partir del año 2000 se han filmado más de 200 películas anuales en Iberoamérica, pero el control norteamericano de la distribución y exhibición apenas permite que se proyecte un promedio de seis filmes de la región, según informa el programa IBERMEDIA, para el cual la industria fílmica del continente no existe.
Los países para los cuales significa algo la noción de independencia y soberanía, lo primero que hacen es rechazar el pesimismo y la desesperanza. Pero a la luz de la realidad de los hechos, hay que saber si esto es posible, tal como aparecen las tendencias de futuro. El propio Canclini, parafraseando a Neruda, afirma que el panorama de la región se tipifica por ¨veinte discursos de integración y una conclusión desesperada¨. ¿Cómo medir la creatividad cultural en situaciones de crisis económicas prolongadas que frustran el acceso y la participación de grandes sectores del país?
Una evidencia es que Latinoamérica, en particular México, tiene menos librerías, menos cines, teatros y salas de conciertos que hace veinte años. Aún países como Argentina vieron reducir a la mitad el número de salas y espectadores, sin hablar de otros espacios en regresión como los de Perú, Ecuador y Paraguay.
¿Es la declinación cultural producto de la crisis económica o es resultado del vuelco político de los años 70’80. Es un hecho que se pagan los errores cometidos por los regímenes de fuerza y también la distorsión de las estructuras que acompaña a la explotación continuada del continente por parte de monopolios y corporaciones.
Regresión del desarrollo
Con la tecnologización bajan los presupuestos para la cultura y aumentan los requerimientos para las inversiones en las industrias culturales. Este proceso se acentúa en los países pobres, sobre todo en lo que se refiere a libros, discos y videos.
En muchos casos lo que se está produciendo en la región es una regresión del desarrollo, tanto por falta de acceso y participación como por el control oligopólico de los medios culturales, como en el caso de AOL-Time Warner-CNN, Disney-ABC o la mítica MTV, con su 2 000 millones de usuarios. Lo que no obtiene altas cifras de venta anual está condenado a la guillotina, no importa su valor como obra artística o patrimonial.
Los músicos significativos para la cultura nacional no interesan a las megadisqueras transnacionales y desaparecen no solo de las tiendas sino también de la memoria colectiva, a menos que se esfuercen de modo espectacular por “mantenerse en el candelero”.
Cantantes conocidos, para tocar sus obras en conciertos en sus propios países, tienen que pedir permiso a corporaciones extranjeras que controlan sus producciones. Estas empresas gigantes dominan la cultura del mundo mediante tarifas preferenciales, impuestos, subsidios, dumping y acuerdos injustos. Por estos medios, Estados Unidos, Europa y Japón, concentran en pocas manos la ganancia que produce la cultura en casi todo el planeta.
Abrir bien los ojos
Si abrimos bien los ojos, nos daremos cuenta de que las desigualdades y la exclusión son más flagrantes en el sector de las tecnologías avanzadas como Internet, que prometen el cielo, es decir, la desaparición de la desigualdad y de la distancia.
Pero a nadie engañan cuando comprobamos que el 20 por ciento de la población mundial acapara el 90 por ciento de la informática, en plena era del conocimiento y en momentos en que se construye la llamada sociedad de la información.
Mientras tanto, el 97 % de los africanos no tiene acceso a estos recursos, según índices de la UNESCO. Muchas regiones se encuentran a la intemperie o simplemente no existen. ¿Pueden los medios de comunicación a ayudar a combatir esta desigualdad y reducir el dominio selectivo del saber, así como el derroche del conocimiento?
Hay que analizar las paradojas y contradicciones de estos procesos hegemónicos que acentúa la nueva tecnología digital y desentrañar los mecanismos dominantes si queremos convivir y sobrevivir en este campo.
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