Licda. Norma Guevara
El momento político de despegue de la nueva legislatura luce rara. Ya desde que fue electa y confirmada la nueva correlación del Frente, el resto de fuerzas políticas de la anterior Asamblea, desde la derecha hasta la «izquierda democrática» repleta de tránsfugas, fingieron un «ataque de pánico» por lo que vendría después del 1 de mayo y decidieron limpiar la mesa. Ahora, aquellos que temían, hablan de diálogo, concertación, de credibilidad en la buena fe del FMLN.
Realmente la decisión adoptada fue negociar a cambio de que inclinarían la cerviz ante la exigencia de Arena , máxima expresión de la derecha, y de su principal vocero, el Presidente Saca.
Los negociadores apuntaron su dedo acusador contra la nueva Asamblea para justificar el abandono de su tradicional trabajo a desgano, llenarse de «energía» para elegir Fiscal, Magistrados propietarios y suplentes de la Corte Suprema de Justicia, aprobar leyes como la carrera administrativa municipal, de transparencia, reformas constitucionales y otros; casi, casi aprueban el rosario de prestamos internacionales. Eso significó «limpiar la mesa», que más parecía que de lo que se trataba era de servir la mesa en la última cena para ciertos diputados y diputadas y ¡arrebatar atribuciones naturales al FMLN!.
En medio del «terror», Saca pasó por alto las funciones de Presidente de la República. Igual que en la campaña electoral, se olvidó del límite de sus responsabilidades y pasó, de hecho, a determinar la conformación de la Corte Suprema de Justicia, cuestión que es tan exclusiva de la Asamblea que ni siquiera requiere de sanción del Jefe de Estado. Acto seguido pasó a anunciar quienes le representarían como diputados en las negociaciones para la integración de la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa, otro asunto que no requiere de metidas de mano presidencial, pues está regulado en el Reglamento Interior de la Asamblea Legislativa y tampoco está sujeto a sanción presidencial.
A Saca le sobra valor y tiempo incluso para exhortar a los diez diputados del PCN a resolver sus diferencias internas antes de la conformación de la nueva junta directiva de la Asamblea Legislativa. Esta conducta, impropia de un Presidente, fue criticada en la Campaña electoral con bastante fuerza y desde distintos sectores, incluso desde círculos de la propia derecha arenera; sin embargo, su doble chaqueta de dirigente del partido y Presidente de la República le llevan a pasar de manejar las riendas de una campaña a querer manejar a los tres poderes del Estado.
La invasión de este señor en todos los órdenes del quehacer político se hace tan recurrente que parece que se asimila como una noticia más, como una práctica que por común se presenta sin cuestionamiento ni en las noticias ni en los comentarios de periodistas o de la comunidad jurídica, ni siquiera es motivo de crítica en las universidades o centros de análisis de derecho, lo cual es peligroso porque significa que el comportamiento autoritario se consolida como dictadura política sin la suficiente resistencia ni denuncia.
Pero volviendo al principio y a lo raro que luce la nueva legislatura en sus inicios, hay que señalar que así como impuso la derecha un concepto de mesa limpia parece que pretenden ahora usar con la misma laxitud el término concertación. Ya anuncia el señor Saca una agenda mínima para discutir con el FMLN, ya habla como diputado asegurando que ...»esos temas los vamos a discutir en la Comisión de Hacienda»; en verdad, los problemas del país requieren de un proceso de concertación, pero sin ignorar el Estado de Derecho, y ello lo mínimo que impone es el respeto entre los distintos órganos de Estado, la cooperación entre sí, la observancia de los límites de cada uno.
El hecho que el señor Saca se mantenga como dirigente de su partido no le da derecho a confundir sus funciones de Estado y sería aconsejable que se comporte como tal, pues de ese modo su intromisión afecta hasta la autoridad de los diputados de su propio partido, que en declaraciones pensando que hacen bien afirman, por ejemplo, que esperan que «el FMLN baje la guardia, para aprobar los prestamos». ¡Habrase visto! Más que mesas servidas, qué conductas de alagartados.
Pero bueno, si de deseos se tratara, que bueno sería que cada funcionario cumpla su papel; y que bueno sería escucharle decir al Presidente: voy a colaborar con la Asamblea Legislativa, me comprometo a no vetar leyes que emitan y que beneficien a la gente, apoyaré lo que concerten los diputados. ¿Sería mucho pedir?
El momento político de despegue de la nueva legislatura luce rara. Ya desde que fue electa y confirmada la nueva correlación del Frente, el resto de fuerzas políticas de la anterior Asamblea, desde la derecha hasta la «izquierda democrática» repleta de tránsfugas, fingieron un «ataque de pánico» por lo que vendría después del 1 de mayo y decidieron limpiar la mesa. Ahora, aquellos que temían, hablan de diálogo, concertación, de credibilidad en la buena fe del FMLN.
Realmente la decisión adoptada fue negociar a cambio de que inclinarían la cerviz ante la exigencia de Arena , máxima expresión de la derecha, y de su principal vocero, el Presidente Saca.
Los negociadores apuntaron su dedo acusador contra la nueva Asamblea para justificar el abandono de su tradicional trabajo a desgano, llenarse de «energía» para elegir Fiscal, Magistrados propietarios y suplentes de la Corte Suprema de Justicia, aprobar leyes como la carrera administrativa municipal, de transparencia, reformas constitucionales y otros; casi, casi aprueban el rosario de prestamos internacionales. Eso significó «limpiar la mesa», que más parecía que de lo que se trataba era de servir la mesa en la última cena para ciertos diputados y diputadas y ¡arrebatar atribuciones naturales al FMLN!.
En medio del «terror», Saca pasó por alto las funciones de Presidente de la República. Igual que en la campaña electoral, se olvidó del límite de sus responsabilidades y pasó, de hecho, a determinar la conformación de la Corte Suprema de Justicia, cuestión que es tan exclusiva de la Asamblea que ni siquiera requiere de sanción del Jefe de Estado. Acto seguido pasó a anunciar quienes le representarían como diputados en las negociaciones para la integración de la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa, otro asunto que no requiere de metidas de mano presidencial, pues está regulado en el Reglamento Interior de la Asamblea Legislativa y tampoco está sujeto a sanción presidencial.
A Saca le sobra valor y tiempo incluso para exhortar a los diez diputados del PCN a resolver sus diferencias internas antes de la conformación de la nueva junta directiva de la Asamblea Legislativa. Esta conducta, impropia de un Presidente, fue criticada en la Campaña electoral con bastante fuerza y desde distintos sectores, incluso desde círculos de la propia derecha arenera; sin embargo, su doble chaqueta de dirigente del partido y Presidente de la República le llevan a pasar de manejar las riendas de una campaña a querer manejar a los tres poderes del Estado.
La invasión de este señor en todos los órdenes del quehacer político se hace tan recurrente que parece que se asimila como una noticia más, como una práctica que por común se presenta sin cuestionamiento ni en las noticias ni en los comentarios de periodistas o de la comunidad jurídica, ni siquiera es motivo de crítica en las universidades o centros de análisis de derecho, lo cual es peligroso porque significa que el comportamiento autoritario se consolida como dictadura política sin la suficiente resistencia ni denuncia.
Pero volviendo al principio y a lo raro que luce la nueva legislatura en sus inicios, hay que señalar que así como impuso la derecha un concepto de mesa limpia parece que pretenden ahora usar con la misma laxitud el término concertación. Ya anuncia el señor Saca una agenda mínima para discutir con el FMLN, ya habla como diputado asegurando que ...»esos temas los vamos a discutir en la Comisión de Hacienda»; en verdad, los problemas del país requieren de un proceso de concertación, pero sin ignorar el Estado de Derecho, y ello lo mínimo que impone es el respeto entre los distintos órganos de Estado, la cooperación entre sí, la observancia de los límites de cada uno.
El hecho que el señor Saca se mantenga como dirigente de su partido no le da derecho a confundir sus funciones de Estado y sería aconsejable que se comporte como tal, pues de ese modo su intromisión afecta hasta la autoridad de los diputados de su propio partido, que en declaraciones pensando que hacen bien afirman, por ejemplo, que esperan que «el FMLN baje la guardia, para aprobar los prestamos». ¡Habrase visto! Más que mesas servidas, qué conductas de alagartados.
Pero bueno, si de deseos se tratara, que bueno sería que cada funcionario cumpla su papel; y que bueno sería escucharle decir al Presidente: voy a colaborar con la Asamblea Legislativa, me comprometo a no vetar leyes que emitan y que beneficien a la gente, apoyaré lo que concerten los diputados. ¿Sería mucho pedir?
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