martes, mayo 30, 2006

El espejismo

A pesar de que los arquitectos latinoamericanos son reclutados por el gobierno de Canadá como inmigrantes preferenciales, sus conocimientos y habilidades son raramente reconocidos por las asociaciones de arquitectos canadienses.

Por Juan Pablo de Dovitiis y Julio Cifuentes
www.mosaico21.com

Se busca: Nación bilingüe norteamericana, conocida por sus simpáticos cascos azules, busca profesionales muy motivados y emprendedores con educación universitaria para lidiar por años con la perdida de estándar de vida y un sinnúmero de tensiones psicológicas.

A pesar de que ni el más desesperado de los desempleados en Toronto o Montreal respondería a un anuncio de este tipo, esta es justamente una de las maneras más exitosas en todo Canadá para atraer gente. En si, es la base de la política de inmigración canadiense, que atrae a los profesionales más educados del tercer mundo, aunque no les permite utilizar sus conocimientos una vez que llegan a Canadá, sea porque no cumplen los requisitos de “experiencia canadiense”, o porque les es imposible revalidar su educación ante organizaciones profesionales.


Uno de los ejemplos más típicos de este fenómeno son los arquitectos latinos educados fuera de Canadá, un grupo de profesionales que, en muchos casos, debe empeñar la misma cantidad de tiempo y dinero revalidando su educación que lo que les tomaría empezar de cero.

“Cuando llegue, fui la primera persona de mi universidad en aplicar para revalidar mi educación”, dice Dana Morales, una arquitecta mexicana de 33 años que reside en Toronto hace siete años, y que ha gastado miles de dólares en tramites, cursos y libros para que se le reconozca su educación en Canadá. “Generalmente toma cuatro meses hacer los tramites (con la Cámara de Certificación de Arquitectos Canadienses (Canadian Architectural Certification Board (CACB). En mi caso, tomo un año y seis meses porque no tenían ninguna información sobre mi universidad”.

A pesar de que un año y medio puede no sonar como una cantidad de tiempo prohibitiva para poder revalidar un titulo universitario, la realidad es que Morales tuvo que esperar todo ese tiempo no para revalidar su educación, sino simplemente para saber cuanto años y cursos le tomaría de ahí en adelante para poder volver a ser considerada legalmente como una arquitecta en este país.

Para otros arquitectos con educación foránea como Morales, los próximos pasos en este proceso incluyen tomar los cursos que las organizaciones profesionales pertinentes consideren no están incluidos en su educación previa, trabajar en una pasantía por 5.600 horas (en la provincia de Ontario) en diferentes áreas de la arquitectura y tomar los cursos compulsivos que todos los otros estudiantes de arquitectura en esa región también deben tomar, sin tomar en consideración su nivel académico.

Según información de la Asociación de Arquitectos de Ontario (Ontario Association of Architects (OAA), “solo los arquitectos licenciados podrán trabajar como arquitectos independientes en Ontario bajo un Certificado de Practica de la OAA”. A raíz de esto, los arquitectos extranjeros pueden hacer trabajos relacionados a la arquitectura, como dibujos técnicos, dado que “los individuos no necesitan una licencia para trabajar para una firma de arquitectos en Ontario”. Así y todo, los salarios que estos individuos reciben por su trabajo son mucho más bajos que los de arquitectos canadienses del mismo nivel académico, por lo menos hasta que puedan revalidar su educación.

Según Nancy P. Smith, quien se comunico con Mosaico 21 como representante de la OAA, “La experiencia internacional es reconocida e individuos pueden obtener crédito por hasta 4.660 horas de las 5.600 horas de experiencia requeridas, dependiendo esto de su experiencia internacional previa”.

Pero, cuando se toma en consideración el hecho de que Canadá solo tiene una política de reciprocidad con Estados Unidos, la mayoría de los profesionales que cursaron sus estudios en el extranjero, como Morales, no tienen posibilidad de utilizar este beneficio, y deben, por consiguiente, tomar el camino más largo y escabroso para incorporarse al mercado laboral.

¿Una cuestión climática o de estigma?

A pesar de los errores del sistema canadiense, Karen Levy, una arquitecta mexicana que reside en Toronto desde hace tres años y esta a mitad de camino para conseguir sus 5.600 horas de pasantía, esta de acuerdo con que es muy importante tener un sistema que asegure que aquellos que construyen edificios y tienen la vida de otras personas en sus manos se adhieran a los estándares profesionales canadienses.

Pero, a pesar de que Levy admite que el ritmo de trabajo, los materiales de construcción y las extremas condiciones metereológicas de este país hacen que los profesionales extranjeros no estén listos al llegar para ser parte del mercado laboral, tampoco cree que esos detalles sean algo por lo cual un arquitecto bien preparado académicamente necesite tomar tres años de pasantías, además de numerosos y caros cursos, para poder ejercer su profesión. Sumado a esto, Levy cree que, en términos de creatividad, son los latinos los que le pueden enseñar a los Canadienses, especialmente cuando se toma en consideración la falta de originalidad en el medio local.

“Yo le comentaba a la gente que trabajaba (para la mundialmente reconocida firma) Legorreta (en México), y ni siquiera saben quien es,” dice Levy, quien también comenta que el poco énfasis que se le da en este país a la estética da como resultado que haya muy pocos arquitectos canadienses que sean reconocidos a nivel internacional, a diferencia de sus colegas latinoamericanos.

Morales, quien esta de acuerdo con esta postura, también comenta que, si hubiera sabido de antemano las dificultades con que se encontraría al tratar de revalidar su educación, quizás no hubiera decidido empezar el proceso, o tan siquiera quedarse en Canadá.

Así y todo, y más allá de los estigmas que los inmigrantes profesionales deben enfrentar, ambas arquitectas aceptan que el proceso de medir la capacidad profesional de los inmigrantes que llegan a este país conlleva aspectos muy difíciles de incluir dentro de un proceso de evaluación coherente.

“La experiencia internacional no es fácil de evaluar por su vasta diversidad, incluyendo aspectos de obligaciones legales, de controles gubernamentales y de estándares, y por la gama de servicios de arquitectura,” dice Smith.

De hecho, muchos de los problemas que los arquitectos inmigrantes deben confrontar no son exclusivos a este grupo, sino que incluso los profesionales de esta área que cursaron sus estudios en Canadá se sienten mal remunerados (al menos para lo que se espera de este tipo de trabajo), sobre trabajados y explotados por las asociaciones profesionales y educativas, que aceptan más estudiantes de lo que el mercado puede emplear.

Más allá de estas dificultades, hay espacio para la esperanza, dado que, como indica Smith, la OAA recientemente decidió que “temas relacionados a los profesionales capacitados en el extranjero” son una de las prioridades de esta organización, y que se han establecido grupos que van a estudiar formas para mejorar la situación de estos arquitectos.

A pesar de que esto no necesariamente va impresionar por su efectividad a ningún profesional extranjero que este en medio de este proceso, el simple hecho de que se estén empezando a discutir estos temas es un cambio fundamental en comparación con la actitud previa de organizaciones que, como sugiere Levy, “tratan a los arquitectos (educados en el extranjero) como que no hubieran estudiado nada”.

Y, si estas discusiones pudieran causar mas cambios, quizás Canadá podría, en el futuro, quitarle a Latinoamérica al próximo Carlos Ott o Oscar Niemeyer, algo que no solamente haría a esta profesión un reflejo más verdadero de la caleidoscópica sociedad canadiense, sino que podría incluso actuar como un catalista para cambiar la esterilidad creativa del medio canadiense al asimilar la riqueza de ideas que llegan de alrededor del mundo.

Ven como eres, y demuestra tu creatividad. Ese es un aviso que pocos profesionales latinoamericanos podrían rechazar, y por las razones correctas.

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