Entrevista a Ignacio Ramonet, periodista y escritor, autor de “Fidel Castro. Biografía a dos voces”
Ana Zarzuela
Cuadernos para el Diálogo
Como todo lo que tiene que ver con Fidel Castro, el extenso libro-entrevista de Ignacio Ramonet con el líder cubano ha llegado acompañado de mucha expectativa e interés y su dosis de polémica. No en vano, “Fidel Castro, biografía a dos voces” (Editorial. Debate) está llamado a ser el testamento político universal del hombre que ha gobernado la isla cubana y protagonizado parte de la historia mundial en los últimos 47 años. De la mano de Ramonet, Castro aborda su pasado histórico y personal, adivina el horizonte político cubano y destapa su opinión sobre la realidad de Cuba y el mundo.
Quería comenzar preguntándole por la polémica que ha acompañado y casi precedido la salida del libro. Me gustaría que usted aclarara cómo fue la génesis del libro-entrevista y hasta qué punto puede haber, como le acusan, materiales introducidos por Castro que no son originales, sino reproducciones de textos, discursos o declaraciones anteriores.
En primer lugar, es imposible publicar un libro con o sobre Fidel Castro sin que eso genere polémica, la polémica es consustancial de este tema. Segundo: todo profesional que hace una entrevista sabe que una entrevista no va a ser publicada exactamente como se hizo. Y en este caso se trata de un libro hecho durante tres años. Por consiguiente mi preocupación era que, tratándose de un político en ejercicio, era obvio que el entrevistado tenía que leer sus propias declaraciones porque a mí me interesaba que no se pusieran en causa por parte cubana las declaraciones del libro y que el libro pudiera ser leído a los historiadores en un momento u otro como una declaración autorizada, firmada o rubricada por FC. En el marco de esta entrevista hay una serie de momentos en los que Fidel cuando cuenta su caída, por ejemplo dice en la entrevista: yo en una carta que dirigí al pueblo cubano digo esto, ponga usted la carta. Y en otro momento, sobre la corrupción, dice: en un discurso del 17 de noviembre yo lo explico, sáquelo usted de ahí. Entonces, ese material es de Fidel Castro y está integrado en el marco de la conversación. Entonces, ¿dónde está el reproche? ¿En que el libro no es la trascripción exacta de cómo se desarrolló la entrevista cronológicamente? es cierto, pero eso es un reproche aplicable a todas las entrevistas posibles. Además aquí se trata de un libro, que es una construcción, en el que no están sólo las entrevistas, sino los pies de página, que dan un contexto al libro y que eso no lo dice Fidel Castro, sino que lo digo yo. Algunos han dicho también en la polémica que esa entrevista no podía haber tenido lugar porque Fidel Castro estaba muerto y que ese libro se había hecho a base de discursos, pero que yo nunca me había encontrado con Fidel Castro. Eso se puede comprobar muy fácilmente, además hay un documental grabado y la televisión ha pasado extractos de esa grabación. Se dijo también que la fotografía que apareció en el extracto del libro que se publicó en EL PAÍS, Arcadi Espada que se veía de manera flagrante que era un montaje, pues hay un documental del que está extraído para comprobarlo. Es decir, que es polémica, no corresponde a ningún reproche que se pueda aceptar desde un punto de vista ético y profesional. No creo que esos argumentos sean suficientemente serios como para poder ser aceptados.
Cualquier cosa que tiene que ver con Castro genera polémica.
Yo lo digo en la introducción. La cuestión cubana suscita controversias, el personaje de Fidel Castro suscita controversias, y que haya controversias entre profesionales serios es normal, el problema es que esta cuestión se puede comparar con la controversia de los toros o la cacería. Se encontrará gente que está en contra y a favor de los toros y no los va a convencer por muchos argumentos que usted dé. Entonces, mi objetivo no es convencer a aquellos que tienen una idea totalmente establecida de que Fidel Castro es el peor asesino de la historia. No voy a convencerlos, no es mi objetivo. El objetivo del libro es hacer un trabajo serio, profesional, documentado y que las personas sin prejuicios que quieran leerlo se hagan una idea en base a ese material.
Usted declara una vocación histórica para este libro-entrevista, una vocación de memoria política casi definitiva de Castro. ¿Él lo ha asumido también así?
Yo no diría que él lo haya asumido, eso lo digo yo, pero lo que yo digo es que tiene un carácter de testamento político.
La palabra testamento...
Sí, la palabra testamento tiene una connotación que evidentemente él no ha asumido, en un momento yo hasta pensaba que podía ser un subtítulo del libro, pero yo lo pongo en la introducción: lo importante es que todas las declaraciones están asumidas por él, las ha releído, corregido y asumido. Y lo que digo es que no creo que él tenga ya tiempo de escribir otro libro de esta dimensión.
¿Porque no cree que le quede mucho tiempo o porque ya no se va a poner a hacer este tipo de trabajo?
Él no tiene mucho tiempo, es una persona muy ocupada yo he tardado tres años en hacer este libro, cien horas de entrevista son cuatro días, pueden ser diez días, pero hemos tardado tres años, es un hombre ejecutivo, totalmente dedicado a su labor, que tiene mil cosas que hacer y yo no creo que él tenga tiempo de sentarse a trabajar sobre unas memorias de amplia duración, por eso tiene este carácter un poco particular este libro y por eso para mí era muy importante que él asumiera esto, precisamente en la medida en que no va a haber otro libro de esta dimensión. Puede haber otro en función de los años que le queden de vida pero...no igual.
Este libro es muy exclusivo, cien horas de entrevista directa, de fondo y de larga duración como sólo en cuatro ocasiones anteriores Castro había concedido. ¿No le preocupan las connotaciones que su situación privilegiada pueda tener?
No, privilegiada no. Realmente yo con Fidel Castro no tengo ni tenía familiaridad con él.
¿Por qué cree entonces que confiaron en usted para este libro?
Bueno, habría que preguntárselo a ellos, quizá es una pregunta que falta. En definitiva el libro alcanzó esta dimensión por las circunstancias. El libro en realidad se iba a hacer en una sola tanda de conversaciones, en enero de 2003, durante casi dos semanas estuvimos trabajando y la mitad del libro y el rodaje del documental se hicieron ahí. Pero dos meses después, en marzo de 2003 hubo los arrestos de disidentes y los fusilamientos de los tres secuestradores de lanchas. Evidentemente era imposible sacar un libro que no tuviese en cuenta esos acontecimientos y en acuerdo con la editorial decidimos que o bien había una nueva tanda de conversaciones en las se abordaba esto o no se podía hacer. A partir de ahí yo regresé en septiembre de 2003 y hablamos no sólo de esto, sino de muchas cosas más y entonces el libro comenzó a alcanzar una dimensión mucho más importante, que por otra parte también demandaban más tiempo de relectura. Entonces hemos estado en una especie de carrera hasta encontrar un punto de corte en diciembre de 2005. Estas circunstancias le han dado al libro este carácter tan extenso y tan completo. Si no, no hubiese tenido este carácter. ¿Por qué decide Fidel Castro hacer este libro cuando tiene miles de periodistas que le piden entrevistas y tiene a muchos muy próximos de él, que pueden ser cubanos o latinoamericanos? Yo le diría que por tres razones: la primera, que él lee el libro de conversaciones con el subcomandante Marcos y esto le interesa como trabajo, lo aprecia como idea. Segundo: cuando me encuentro con él en La Habana y hablamos con Stiglitz, yo le hablo del FSM, soy uno de los promotores del Foro Social Mundial y él se interesa enormemente por el movimiento altermundialización. Y tercero: yo creo que tengo la reputación de ser un periodista relativamente serio. Algunos dicen que soy procubano, aunque por ejemplo he trabajado más sobre Polonia y con Lech Walesa, entonces podría ser pro-solidarnotz y antisoviético...entonces depende de las circunstancias.
Pero imagino que él confió en usted porque esperaba un tono...
Creo que él estaba seguro de que la idea no era polemizar sino, un poco como hice con el subcomandante Marcos, que él explicara cuál es su visión de las cosas y que lo entendamos. Como yo digo en la introducción, un periodista no es un estadista, hoy en día se confunde todo, una cosa es el debate entre el primer ministro en ejercicio y el jefe de la oposición y otra cosa es una conversación entre un periodista y un dirigente político, que debe dar su opinión y yo no puedo impedir que la dé.
Sin embargo, usted define a Castro como un intelectual y usted mismo es también considerado un intelectual. Eso puede llevar a haber esperado un diálogo, con réplica de tú a tú. ¿No hubo diálogo en el que dos intelectuales se hablaban?
Primero, yo soy un intelectual, pero no soy un intelectual político, mientras que él es un intelectual político, como pudo haber sido Gramsci, o Lenin. La diferencia con ellos es que él es un intelectual, pero además es un jefe militar, cumula a Lenin y Trostsky. Y de esto hay pocos dirigentes políticos, Mao Tse Tung quizás. Y además es jefe de un ejecutivo, desde hace muchos años. Y además es un líder carismático a escala continental, en todo caso de toda Latinoamérica.
Usted habla en el libro de Castro como un personaje político excepcional. ¿Cree que esa personalidad, esa mitología que lo rodea es capaz de ocultar, para bien o para mal, su obra? ¿y cree que la revolución y toda la política de Fidel Castro está a la altura, —o a la bajura, según algunos— de él, a su mismo nivel?
¿Que el personaje es capaz de provocar fascinación? La respuesta es sí, en todo caso en personas de mi generación, que han seguido de cerca su biografía, su trayectoria.... ¿he subestimado esa fascinación o he tratado de evaluarla? Mi opinión es que he tratado de evaluarla. Admito que el personaje es fascinante, no lo digo yo, lo han dicho miles de personas, es un gran seductor, un gran actor, tiene una enorme capacidad de seducir intelectualmente... Yo explico en la introducción y en los agradecimientos que una de las maneras de protegerme contra eso es que yo le pedí a mucha gente que no había estado en contacto directo con él qué preguntas le harían a Fidel Castro y yo todas esas preguntas se las he hecho a él. No creo que nadie que se haya leído el libro con un mínimo de objetividad si es posible sobre este tema que me pueda decir que hay preguntas incómodas que no estén en el libro. Yo lo que digo es que soy responsable de las preguntas, no de las respuestas. Las respuestas comprometen al hombre de estado, no al entrevistador.
¿Qué le dice a los que creen que por el hecho de haberle dado voz de esta forma a Fidel Castro usted participa del discurso del gobierno cubano, cubano?
Yo les diría que yo soy periodista aquí, en Europa y que mi combate es aquí, esencialmente en Europa. Yo entiendo que los periodistas en Cuba tengan su combate allí. Fidel mismo dice en el libro hablando de Valladares dice que Valladares tenía razón en tratar de engañarlos, porque era su combate, porque el derecho de un prisionero, dice él, es escapar de la prisión. En Europa hoy día si hay una personalidad censurada, si hay una voz que no se oye es la voz de Fidel Castro y mi trabajo aquí como periodista hoy no consiste en darle la palabra a los que la tienen todos los días, consiste en darle la palabra a los que están censurados aquí en Europa, yo considero que por ejemplo a Fidel Castro y la prueba está en que mucha gente lo descubre ahora en ese libro, descubren que tiene una serie de ideas sobre muchos temas que no se conocían hasta ahora, porque hace un buen decenio que no se le da la palabra a Fidel Castro.
Hay un tema en el que usted, sin llegar a decir que polemiza, ha manifestado su desacuerdo con el gobierno cubano, que es la detención de los disidentes cubanos, en particular la oleada de detenciones de marzo y abril de 2003.
Y la pena de muerte, que también es algo con lo que estoy en contra.
¿A usted le convencen las explicaciones que Castro le da respecto al tratamiento de la disidencia en Cuba en general?
Es su respuesta. Mi responsabilidad como periodista consiste en haberle hecho esas preguntas y haberle recordado cierto número de realidades informes de Amnistía Internacional, el detener a opositores no violentos; y yo lo digo en el prefacio, no me parece que ningún demócrata pueda considerar que eso es normal, le recuerdo por otra parte que cuando yo le pregunto a Fidel Castro si considera que es normal detener a un poeta y meterlo en la cárcel él me dice que no, que no es normal, es lamentable. Él explica también que hay disidentes que están o han estado en la cárcel y otros que no han estado nunca.
Se refiere a Oswaldo Payá, por ejemplo.
O Elizardo Sánchez, que tampoco ha estado nunca en la cárcel y son los jefes de la disidencia. Y están todo el día hablando en los medios. Y él establece una diferencia que mucha gente no ve, entre aquéllos que tienen relaciones con EE UU y aquéllos que —según el— están como asalariados de los Estados Unidos y aquéllos que no lo son. Establece ese tipo de diferencias.
La explicación quizá en general es la que usted recuerda en el libro: la teoría de la fortaleza asediada.
Sí, es una frase de San Ignacio de Loyola: “en una fortaleza asediada toda disidencia es traición”.
¿Usted siente que Castro sigue actuando como un comandante en una fortaleza asediada?
Yo diría que hoy menos que en otras épocas. No nos olvidemos de una cosa: Cuba sigue siendo un país bloqueado y yo diría que hoy más que en otras épocas, porque paradójicamente cuando se hundió la Unión Soviética la intención de EE UU fue “acortar la agonía” y endurecer las leyes del bloqueo y así se llegó a las leyes Helms-Burton y Torricelli, que agravan el bloqueo. En segundo lugar, la presión de los grupos terroristas contra Cuba no ha disminuido. Le voy a dar dos cifras, que muchos en España quizás olvidan: España es un país de 40 millones de habitantes, cuatro veces más que Cuba. Aquí ETA ha cometido 800 asesinatos, es decir, ha matado a 800 personas y por eso está satanizada. Cuba es un país de diez millones de personas y los terroristas de Miami— según cifras objetivas dadas por todos tipo de organizaciones— han matado a 3.000 cubanos, cuatro veces más que ETA en un país cuatro veces menos poblado y sin embargo nadie considera que eso sea grave, ni que le dé al estado cubano la autoridad para crear leyes, cuando aquí yo le preguntaría: ¿Cómo se le llama aquí a la gente que colabora con ETA? Entorno. Entonces, ¿cómo le vamos a llamar a la gente que ayuda a los terroristas que cometen atentados en Cuba, ¿el entorno de los terroristas? Y cuando es alguien es intelectual... Hay periodistas vascos en la cárcel, de lo que se llama el entorno de ETA. ¿Y el entorno de los que han matado a tres mil personas es el entorno de los guerrilleros de la libertad? Simplemente digo esto porque los periodistas debemos ser un poco objetivos, tener en cuenta la realidad y a veces se va mucho la paja en el ojo ajeno y poco la viga que uno tiene en su propio ojo.
¿Hasta qué punto Fidel Castro, por su retórica de confrontación, (su visión de Cuba como fortaleza asediada) es consciente de que puede estar alimentando la confrontación con EE UU? ¿O él la asume como algo inevitable?
Realmente, si usted toma los últimos años por ejemplo del periodo Clinton no hay confrontación con EE UU.
Él habla bien de Clinton en la entrevista.
Él habla bien de Clinton, se encuentra con él y lo ayuda indirectamente. Ustedes conocen la carta de García Márquez, donde cuenta cómo fue enviado puesto que había una lucha contra el terrorismo; él habla bien habla bien de Kennedy, habla bien de Carter y lo recibe a Carter, y hace su discurso de denuncia, pero también viene a Cuba y es un interlocutor y considera que el bloqueo no debe existir. Entonces, ¿quién quiere la confrontación?, esencialmente quién ha reactivado es el presidente Bush. Quien está haciendo una serie de guerras absurdas es el presiente Bush, A Fidel Castro se le puede haber hecho reproches en alguna otra época, pero no está mandando guerrilleros a ningún lugar, no está cometiendo atentados en ningún lugar... La influencia de Fidel Castro en el mundo es mayor hoy que hace diez años o que hace veinte años, lo que pasa en Brasil, lo que pasa en Perú… y sin enviar guerrilleros ni fuerzas armadas, está enviando médicos, está enviando maestros.
Parece en su libro que Castro asume que su desaparición de la escena política coincidirá con su muerte. Ha comenzado en alguna comparecencia a hablar del día después. En su conversación apuesta claramente por Raúl Castro como el continuador. ¿Cree que los cubanos dejarán que sea así?
Él lo dice de una manera muy relativa. Dice: si yo desaparezco mañana, técnicamente se reúne el Consejo de Estado y no le quepa la menor duda de que eligen a Raúl. Pero él mismo dice que eso no resuelve nada, porque Raúl tiene apenas tres o cuatro años menos que él. Luego el problema no está en cómo se hace la transición de Fidel a Raúl, sino en cómo se hace de Fidel a la nueva generación. Y lo que él dice es que esa nueva generación ya está en funciones. ¿Quién está gobernando Cuba hoy? es la generación de la gente que tiene cuarenta años. Ésa es su respuesta.
Con independencia de la respuesta de él, ¿Cree usted que esa transición va a ser pacífica, tranquila, así de natural como él se la imagina?
Yo lo que digo es que pongo en guardia a aquéllos que de manera muy rápida sacan conclusiones basadas en la diabolización de Castro, de la revolución. Porque les recuerdo una cosa: Cuando se hundió la URSS todo el mundo anunció que a Cuba le quedaban semanas de vida, que se iba a hundir como se hundió ese castillo de cartas. Eso no sólo no ocurrió sino que Cuba nunca ha tenido tanta influencia en América Latina como ahora. Todos aquéllos que dicen que la semana después aquello se derrumba, yo no creo que tengan ninguna prueba que justifique eso. ¿Violencia? Hombre, Cuba es probablemente el país que en los últimos 47 años, que lleva la revolución, no ha conocido ninguna insurrección. No existe ningún país en el mundo donde haya un régimen autoritario sin que en un momento o en otro la gente no se levante: ocurrió en Alemania del este, ocurrió en Polonia, en Checoslovaquia... en todas partes. Aquí no ha ocurrido en 47 años. No digo que no haya descontento, digo que el descontento no ha conducido hasta ahora a ninguna insurrección y que el estado haya tenido que intervenir. Yo creo que en Cuba no hay ni siquiera hay grupos de represión de las insurrecciones como puede haber en cualquier democracia, como en Francia por ejemplo. Por consiguiente la violencia no la veo surgir.
No tiene que ser autóctona.
Puede haber tensiones. Creo que Fidel Castro no es sustituible porque las circunstancias históricas ya no lo permiten. Puede ocurrir que a alguien como Fidel le suceda alguien que en algún momento quiera tomarse ese papel, pero eso es imposible, porque las circunstancias históricas ya no lo permiten. Fidel es Fidel en función de sus circunstancias históricas. Segundo: la revolución cubana no la ha traído nadie, no es algo artificial, ha surgido del seno de la población cubana y quien minimice el aspecto nacionalista, soberanista, de la revolución cubana es que no la entiende. Este aspecto es extremadamente importante. El error de los EE UU es no darse cuenta de que ellos están asumiendo ese papel intervencionista desde 1898. Lo que es interesante en el libro es lo que dice Fidel de Franco, que Franco entendía esto.
Habla de él mejor que de Aznar.
Sí. Curiosamente Franco, que era un dirigente esencialmente político y fascista, tenía una lectura histórica de todo aquello, de que en realidad se trataba de lo hispánico contra lo estadounidense. Y yo creo que Aznar no lo entiende y no lo entendió. Y hay quienes olvidan ese componente de resistencia ante los EE UU. ¿Usted piensa que la población negra en Cuba, — muy importante—, puede ver llegar a la burguesía blanca exiliada a recuperar el poder fácilmente?
Sin embargo hay una importantísima fuerza y un amplio movimiento de disidencia en el exilio, que puede ser ariete y correa de transmisión.
Sí. Creo que lo que llamamos el exilio cubano cada vez más es emigración. Mucha gente se va de Cuba por razones económicas, simplemente. Y, Fidel lo dice: mucha más gente se va de México y no por eso están en contra de Vicente Fox.
Castro siempre se ha declarado el primer opositor de Cuba. ¿Las explicaciones de Castro sobre la crisis económica le parecen desde un punto de vista intelectual sostenibles?
Por ejemplo cuando se denuncia algo que ya se sabía, pero que el sistema no asumía, como el ámbito de corrupción generalizada, creo que es la prueba y que él lo ha hecho con mucha valentía. Quizá ahí hay un problema, que el sistema debiera cuestionarse: ¿esta corrupción no es también el resultado de dificultades objetivas que encuentra la gente para llegar al final de mes? En todo caso, hay una situación económica que merece reflexión, aunque es mucho menos grave de lo que fue.
¿Hasta qué punto Castro es un hombre rodeado de gente, pero solo, al que no se atreven a decirle la verdad?
De lo que hay que darse cuenta es de que Fidel Castro es de un calibre intelectual realmente fuera de serie, no lo digo yo, lo ha dicho muchos historiadores. Es una personalidad importante y estar a su altura es muy complicado. Desde la desaparición del Ché Guevara no tiene interlocutor. Hay gente magnífica en Cuba y gente con mucha formación en el ámbito político, pero no un interlocutor. Y eso ya crea una soledad. ¿Que eso le impide ver la realidad? Varias veces dice que él y las autoridades tienen un sistema de encuestas de opinión casi semanales y que lo que quiere ver es quién está en desacuerdo y por qué.
Hay un tema objeto de debate entre ustedes: la casi perpetuidad de Castro. ¿es posible seguir tanto tiempo en el poder y no perder el norte?
Yo le pregunto si él ha pensado alguna vez en retirarse y él me dice que estará hasta que la Asamblea Nacional y el Consejo de Estado se lo permita .Esa larga estancia en el poder por una parte le da mucha experiencia, una experiencia casi única —sólo la reina de Inglaterra lleva más tiempo, pero no es un jefe ejecutivo—. Pero indiscutiblemente ése es uno de los aspectos problemáticos. El otro, que está abordado también en el libro, ¿cómo una sociedad sofisticada, compleja, educada como Cuba puede seguir estando administrada por un partido único? Pienso que ésas son cosas que seguramente se moverán.
Usted define que el gobierno no es personalista, sin culto a la personalidad. Es un poco sorprendente.
No lo digo yo, lo dice él, pero yo lo constato.
Sin embargo, usted mismo dice que Castro se convirtió en un personaje imprescindible, irrepetible. Martín Medem escogió para su reciente libro sobre Cuba la letra del bolero: “Por qué no me enseñaste cómo se vive sin ti”. ¿Cree usted que uno de los pecados de Fidel Castro es haber opacado a la clase política cubana, haber, haber dejado que varias generaciones de políticos pasaran inadvertidas, si no anuladas y haber hecho todo lo posible para convertirse en imprescindible?
Yo creo que, desde el principio, su responsabilidad hacen que él ocupe un papel de piedra angular: por sus iniciativas, la propia iniciativa de él, de asaltar el Moncada, montar un grupo militar en México y desembarcar, de desencadenar una ofensiva militar descabellada (ellos eran 13 y el ejército de Batista era el más equipado de América Latina), toma una serie de decisiones estratégicas. Ese ligar que él ocupa no es que él lo haya hecho imprescindible, es que se ha hecho imprescindible. Hay mucha gente que dice que es que él ha eliminado a todos los amigos que le traicionaron. Yo le hago esa misma pregunta, sobre qué le parece la traición. Y me dice: es que nadie me ha traicionado. Y es verdad. ¿Quién lo ha traicionado a él de sus amigos? Nadie. Si lo hubiese traicionado el Ché, Cienfuegos, Almeida... pero nadie.
Bueno, el “truco” está en quién considera él amigos. Por ejemplo Matos.
Pero Hubert Matos lo dice él mismo; él nunca fue cercano. Y para mí fue una sorpresa esa respuesta. Uno se da cuenta de que ese lugar Fidel lo ocupa casi por consenso. No es un personaje arrogante. Evidentemente, él dice que tiene más autoridad que nunca, pero no más poder que nunca. Más autoridad porque es una persona mayor, los demás son más jóvenes, él tiene un itinerario enorme... es una situación muy compleja.
Después de más de cien horas con Castro, ¿con qué cree que se quedará la historia? ¿Lo absolverá?
Edgar Snow, un periodista y ensayista norteamericano hizo una gran entrevista a Mao Tse Tung y le preguntó qué pensaba que la historia diría de él. El le dijo: lo decidirán las generaciones posteriores y es posible que consideren que, a pesar de todo lo que hemos hecho para darle a China el lugar que merece en la historia, lo consideren una experiencia mala, —dice Mao Tse Tung—y es posible que dentro de mil años las nuevas generaciones consideren que gente como Marx, o Lenin son epifenómenos de la historia sin mayor interés. Con Fidel Castro pasa lo mismo. Es posible que dentro de dos o tras generaciones se considere que es un personaje que ha tenido su importancia, pero relativa. Indiscutiblemente, en la corta historia de Cuba, — un siglo—, Castro ha gobernado durante 47 años y la ha transformado. Indiscutiblemente de Fidel Castro se hablará en Cuba durante decenios, bien o mal. Y una parte de su herencia será considerada como muy positiva: haber asegurado la soberanía del país, haber erradicado la miseria, el analfabetismo... esto es un balance indiscutible y muy apreciado por las sociedades latinoamericanas de hoy.
A la izquierda europea se le achaca querer para los demás (por ejemplo América Latina) los procesos políticos y los líderes que no aceptaría para sí mismo. Quizá la prueba de fuego es preguntarle si desearía para usted mismo un gobierno como el cubano en el país donde usted viva.
No creo que la cuestión sea pertinente. A cada uno de nosotros le toca luchar contra lo que pensamos que es injusto en nuestras sociedades. En Europa yo me he comprometido en una serie de discusiones, de críticas. En Cuba es legítimo que se haga exactamente lo mismo. Pero lo que desearía es que esos 3.000 millones de personas que viven sin educación, sin trabajo, en la miseria, viviesen en un sistema como el cubano.