martes, septiembre 26, 2006

RADICALES Y HAMBURGUESAS

Autor: Tadeo Sevilla
Fuente: inSurGente


Miami es conocida popularmente como la “segunda ciudad de los cubanos” después de las avalanchas migratorias en los años 60, a través del conocido Puente de la Libertad; en 1980, después de los incidentes que provocaron el puente marítimo del Mariel y en 1994, con el éxodo masivo que terminó reagrupando a los balseros en la Base Naval norteamericana enclavada en la bahía de Guantánamo, antes de ser admitidos en los Estados Unidos. Una emigración que comenzó desde los primeros momentos del triunfo revolucionario de 1959 y que todavía da que hablar en el mundo.

Solo en Miami viven alrededor de 900 mil cubanos, el núcleo de mayor concentración en toda la diáspora y que constituye menos del cuarenta por ciento de la población total de la ciudad. Pero eso nada significa cuando escuchamos a diario, los argumentos que se esgrimen ante determinados conflictos que puedan poner en entredicho la autoridad de una comunidad que cada día va siendo desplazada en números, por las fuertes corrientes migratorias que provienen del resto de Centro y Latinoamérica.

A pesar de vivir en “democracia”, hay un grupo dentro del exilio cubano de Miami -gracias a Dios que cada vez es más reducido- pero que tiene en sus manos buena parte del control de los medios de información, que se niega a abandonar su actitud hostil, intransigente y totalitaria respecto a Cuba, aunque eso ponga en tela de juicio la opinión del resto de los pobladores de la ciudad. Los criterios que ellos tienen del caso cubano, no admite diferencias, so pena de ser acusado de castrista, comunista, izquierdista o cualquier epíteto que les venga a mano. Si no piensas como ellos, estas listo a ser incluido en las “listas negras” que se organizan para según sus voceros más estridentes, «pasarle la cuenta a los enemigos” cuando se “caiga” Fidel Castro o aplicarles todo el peso de la “justicia” que suponen le impondrán al pueblo de Cuba ante un hipotético cambio en el que ellos tomarían las riendas del poder. Pero que conste, cuando se “caiga” Fidel Castro, porque estos “valerosos” recalcitrantes, no tienen muchas intenciones de ocuparse personalmente del asunto, o más claro, no tienen en sus planes “tumbarlo” con sus propias fuerzas.

El reciente caso que generó el despido de dos periodistas y una colaboradora del diario The Miami Herald, a partir del conflicto de intereses creado entre el periódico y una agencia gubernamental que está diseñada por el gobierno de Estados Unidos expresamente para atacar al gobierno de La Habana, ha reactivado la ira de esa parte beligerante de la comunidad cubana que supone que la libertad de expresión solo es admisible cuando se habla mal de Cuba y de su gobierno.

Los ataques contra el periódico o contra todo el que haya osado opinar de manera diferente respecto al caso, ocupa los principales lugares en varias emisoras radiales y canales de televisión locales que han hecho del panfletismo político y el sensacionalismo periodístico su mejor opción para ganar adeptos y puntos en las encuestas de opinión. Han llegado a acusar a los propietarios de la cadena Mc Clatchy Company, nuevos propietarios del The Miami Herald y la versión en español El Nuevo Herald, de colaborar con los servicios de inteligencia cubanos. Toda una artillería concentrada contra el principal periódico de la ciudad, que se ha mantenido por muchos años, tratando de buscar un equilibrio informativo que por supuesto, no es el del gusto de esa parte del exilio cubano que solo pide sangre y venganza.

Llama la atención, que la cadena hispana de televisión Univisión, en su canal 23 de Miami, también expulsó de su staff a un reportero deportivo, incluido en la lista de periodistas que recibieron pagos de Radio y TV Martí publicada el pasado 8 de septiembre por The Miami Herald. Algunos de los “microfoneros” que más alientan a la vendetta contra este periódico y que también están incluidos en la famosa lista, no dicen ni una palabra respecto a la medida asumida por la cadena televisiva que además, es propietaria de la emisora que usan estos “patriotas” para exacerbar los ánimos de la comunidad y que se ocupa de pagarles puntualmente sus salarios.

En síntesis, que el patriotismo de estos “combatientes del micrófono” sigue siendo un conflicto de intereses no ya para la comunidad, sino para ellos mismos. De su cadena empresarial, ni una palabra, como quien teme perder esa “tajada” que se ganan luchando por la “libertad” de Cuba detrás de un micrófono, convertidos en los voceros más explosivos de la actual administración norteamericana, los apologistas de las guerras de rapiña que desarrollan contra el mundo árabe y los instigadores del odio más visceral hacia su propio pueblo que vive del otro lado del Estrecho de la Florida y todo a través de una emisora que como el The Miami Herald, cesanteó a uno de sus periodistas por las mismas razones que planteó el periódico en conflicto.

Ese exilio cubano de Miami...

En Miami, es habitual escuchar que el gobierno de La Habana es sectarista, dogmático y totalitario y contra esas cosas, supuestamente llevan 47 años “luchando” los exiliados cubanos más radicales. Lo que llama la atención es que el modelo de lucha que utilizan estos combatientes “históricos e intransigentes” como se autocalifican, está ferozmente marcado por el sectarismo, el dogma y el totalitarismo. Una “lucha” que presupone -según sus criterios- el derecho histórico a recuperar el poder en Cuba y reconstruir lo que ellos llaman orgullosamente la “Cuba de ayer”, esa Cuba de politiqueros y ladrones, de explotadores y lacayos del imperio, haciendo borrón y cuenta nueva a las tantas conquistas sociales conseguidas por el pueblo cubano en estos 47 años de duro proceso revolucionario.

Revisando las cifras más recientes del censo en Estados Unidos encontramos que de cada diez cubanos emigrados y residentes en estas tierras del Norte, seis se han naturalizado como ciudadanos norteamericanos que abdicaron de su nacionalidad, que prefirieron rendirle honores a una bandera que no es la suya y se sienten orgullosos de enviar a sus hijos como carne de cañón a las guerras imperialistas que alientan los gobernantes a los que entregan sus votos. Y esos precisamente, son los que inclinan sus miradas hacia la Casa Blanca, esperando se les gratifique con una incursión de la 82º División Aerotransportada del ejército norteamericano para que le “ajuste las cuentas” al pueblo cubano de la isla que decidió su futuro y su independencia soberana hace 47 años.

Cualquier razón es buena...

Esos mismos, son los que ahora escandalizan y piden un boicot al The Miami Herald –alrededor de 800 suscriptores han cancelado- cifra irrisoria para un diario con casi un millón de ejemplares por tirada. Los mismos que pidieron boicotear el consumo de vinos franceses cuando el presidente Jacques Chirac se opuso a seguir la comparsa guerrerista de George W. Bush, o quisieron boicotear los jamones y chorizos españoles cuando España retiró sus soldados de Iraq. Nada. Cualquier razón es buena para armar un escándalo caribeño, que termina sirviendo de show llamativo y risible para los norteamericanos de a pie que siempre terminan quedándose sin entender.

Sólo resta esperar. Quizás las cadenas estadounidenses de comidas rápidas como Mac Donald, Berger King, Wendy’s y Dennis estén en remojo. El gobierno de EE.UU., como siempre hace, podría volver a inhabilitar a las huestes rebeldes del exilio radical de Miami y tratar de conseguir una solución pacífica y civilizada con el gobierno de Cuba. Buena falta que hace. Pero si eso sucede, empezará entonces el boicot de los cubanos radicales contra las hamburguesas.

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