Licda. Norma Guevara
Una de las más viejas costumbres de la derecha gobernante es hacer lo que quiere con total desprecio a la Constitución y a veces a las propias leyes emitidas por ellos mismos; esto es lo que han hecho al someter a los diputados de ARENA, PCN y PDC para que aprobaran el jueves pasado la Ley que crea un Fideicomiso para generar ingresos con los cuales pagarían las pensiones de ahora, aunque no ajuste para el futuro.
Privatizaron las pensiones en 1996 engañando a la población, ilusionando a una parte de los trabajadores, estimulando el individualismo, haciendo creer que desde entonces ya no habrá más sistema solidario, y que desde ese momento cada trabajador sería dueño de sus propios ahorros que serían administrados por unas empresas (AFP) quienes harían crecer los fondos para tener mejores pensiones, este sí fue un cuento chino.
Para esa aprobación hicieron maniobras publicitarias mientras en la Asamblea Legislativa se cerraban a discutir el fondo de la Ley de Privatización; ni siquiera quisieron escuchar con cortesía al experto Carmelo Meza Lagos cuando quería contribuir sin costo para la Asamblea, a demostrar las inconsistencias de los cálculos actuariales y sobre el impacto fiscal futuro, es decir el que hoy se vive.
Los areneros que impulsaron desde entonces la privatización con la decisión de no escuchar razones como Julio Gomero, Milena Calderón, Quinteros, Bolaños y otros siguen mostrando la misma sordera a la hora de remendar su fracaso, y tratando con la misma irresponsabilidad los asuntos relativos a la seguridad social.
Aquélla ley que aprobaron sólo con votos de la derecha era presentada como una copia del sistema chileno, sin embargo tampoco eso era cierto, pues deformaron la copia para asegurar los negocios al sistema financiero; en Chile por ejemplo, la ley separa los fondos de pensiones de otros negocios financieros como los seguros y la banca, aquí por el contrario, la derecha se aseguró con la privatización, el acaparamiento completo de los fondos de pensiones, seguros y bancos, por eso a quienes creyeron que se abría una nueva oportunidad de negocios como Ricardo Perdomo fracasaron y las AFP se redujeron a dos bancos, dos familias.
Los funcionarios del INPEP de entonces, eran los voceros en la cruzada por la privatización, inventaron ingeniosamente el certificado de traspaso, inventaron la obligación del Ministerio de Hacienda de realizar aportaciones en el presupuesto de cada año para dar solidez en el futuro, pero esas aportaciones dejaron de hacerse porque siempre hay déficit fiscal y resolvían exonerar al Ministerio de realizarlas hasta que llegó la hora de pagar y la bolsa está vacía.
Actúan frente a asuntos delicados y de enormes implicaciones sociales en el mediano y largo plazo como si estuvieran cerrando un negocio, una ganga en su propia empresa, quizá en vez de preocuparse de las implicaciones legales y de sus efectos financieros futuros han de reírse de sus ingeniosas «jugadas».
Pero ahora, al crear el fideicomiso el daño es mayor porque tiene una dimensión que lesiona gravemente la institucionalidad y la constitucionalidad, «la jugada» tal y como la presentan, más que un malabarismo contable es la violación del principio constitucional que ordena que el endeudamiento público se decide en la Asamblea Legislativa con voto calificado, es decir con la voluntad de 56 de entre los 84 diputados y diputadas. Esta violación confesa, es una forma civil de golpe de estado, es una violación al principio de soberanía que recae en el pueblo; es la confesión gubernamental, de Saca de que los asuntos de país, no pueden ser abordadas con seriedad y con todas las fuerzas políticas.
Quitar facultades a la Asamblea Legislativa viola la soberanía, hacerlo utilizando artimañas en las que además se viola la propia ley de pensiones privatizadas y se pone en riesgo nuevamente las aportaciones de los trabajadores activos; es una manifestación más del totalitarismo del actual gobierno encabezado por Arena y Saca en función de intereses económicos de los grupos hegemónicos. Saberlo, comprenderlo es el primer paso para rechazar, reclamar y disponernos a cambiar.
Una de las más viejas costumbres de la derecha gobernante es hacer lo que quiere con total desprecio a la Constitución y a veces a las propias leyes emitidas por ellos mismos; esto es lo que han hecho al someter a los diputados de ARENA, PCN y PDC para que aprobaran el jueves pasado la Ley que crea un Fideicomiso para generar ingresos con los cuales pagarían las pensiones de ahora, aunque no ajuste para el futuro.
Privatizaron las pensiones en 1996 engañando a la población, ilusionando a una parte de los trabajadores, estimulando el individualismo, haciendo creer que desde entonces ya no habrá más sistema solidario, y que desde ese momento cada trabajador sería dueño de sus propios ahorros que serían administrados por unas empresas (AFP) quienes harían crecer los fondos para tener mejores pensiones, este sí fue un cuento chino.
Para esa aprobación hicieron maniobras publicitarias mientras en la Asamblea Legislativa se cerraban a discutir el fondo de la Ley de Privatización; ni siquiera quisieron escuchar con cortesía al experto Carmelo Meza Lagos cuando quería contribuir sin costo para la Asamblea, a demostrar las inconsistencias de los cálculos actuariales y sobre el impacto fiscal futuro, es decir el que hoy se vive.
Los areneros que impulsaron desde entonces la privatización con la decisión de no escuchar razones como Julio Gomero, Milena Calderón, Quinteros, Bolaños y otros siguen mostrando la misma sordera a la hora de remendar su fracaso, y tratando con la misma irresponsabilidad los asuntos relativos a la seguridad social.
Aquélla ley que aprobaron sólo con votos de la derecha era presentada como una copia del sistema chileno, sin embargo tampoco eso era cierto, pues deformaron la copia para asegurar los negocios al sistema financiero; en Chile por ejemplo, la ley separa los fondos de pensiones de otros negocios financieros como los seguros y la banca, aquí por el contrario, la derecha se aseguró con la privatización, el acaparamiento completo de los fondos de pensiones, seguros y bancos, por eso a quienes creyeron que se abría una nueva oportunidad de negocios como Ricardo Perdomo fracasaron y las AFP se redujeron a dos bancos, dos familias.
Los funcionarios del INPEP de entonces, eran los voceros en la cruzada por la privatización, inventaron ingeniosamente el certificado de traspaso, inventaron la obligación del Ministerio de Hacienda de realizar aportaciones en el presupuesto de cada año para dar solidez en el futuro, pero esas aportaciones dejaron de hacerse porque siempre hay déficit fiscal y resolvían exonerar al Ministerio de realizarlas hasta que llegó la hora de pagar y la bolsa está vacía.
Actúan frente a asuntos delicados y de enormes implicaciones sociales en el mediano y largo plazo como si estuvieran cerrando un negocio, una ganga en su propia empresa, quizá en vez de preocuparse de las implicaciones legales y de sus efectos financieros futuros han de reírse de sus ingeniosas «jugadas».
Pero ahora, al crear el fideicomiso el daño es mayor porque tiene una dimensión que lesiona gravemente la institucionalidad y la constitucionalidad, «la jugada» tal y como la presentan, más que un malabarismo contable es la violación del principio constitucional que ordena que el endeudamiento público se decide en la Asamblea Legislativa con voto calificado, es decir con la voluntad de 56 de entre los 84 diputados y diputadas. Esta violación confesa, es una forma civil de golpe de estado, es una violación al principio de soberanía que recae en el pueblo; es la confesión gubernamental, de Saca de que los asuntos de país, no pueden ser abordadas con seriedad y con todas las fuerzas políticas.
Quitar facultades a la Asamblea Legislativa viola la soberanía, hacerlo utilizando artimañas en las que además se viola la propia ley de pensiones privatizadas y se pone en riesgo nuevamente las aportaciones de los trabajadores activos; es una manifestación más del totalitarismo del actual gobierno encabezado por Arena y Saca en función de intereses económicos de los grupos hegemónicos. Saberlo, comprenderlo es el primer paso para rechazar, reclamar y disponernos a cambiar.
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