Marco Rascón
Charla en el Centro para la Transición Democrática de Jalapa Veracruz
Tomado de la Jornada de México
Este tiempo del subjuntivo imperfecto, nacido del haber, es el verbo del arrepentimiento tácito, de la derrota anunciada, de la enseñanza despreciada. De todas las posibilidades -ante una o varias disyuntivas- es la elección del camino incorrecto, la convicción de la necedad, el verbo de la justificación intrínseca. El hubiera es el tiempo de la ideología de la equivocación, el paraíso del derrotado, del que decide hacer de su frustración una enseñanza. Es la palabra clave de la política mexicana, que usamos para imaginar que las cosas pudieron ser de otro modo y, gracias al hubiera, podemos conciliarnos con la mediocridad del presente y la impotencia del futuro.
El hubiera es la explicación cuando triunfa "lo menos peor", es el punto de partida para repetir los errores y seguir fantaseando sobre otra historia que no fue. El hubiera es pasado y futuro hechos contradicción, algo así como los "recuerdos del porvenir"; es el verbo por excelencia de nuestro surrealismo y la acción que hace perdurar nuestros atavismos. El hubiera es la conciencia de nuestra impotencia, la verdad profunda de la mediocridad, una isla para salvarnos de nuestros naufragios. El hubiera es el culto a la derrota y se vive de lo inalcanzable. Se desea lo que no queremos ganar, pero podemos.
El enemigo del hubiera es la advertencia, el pensamiento estratégico, la eficiencia, los objetivos claros. Cultivan el hubiera la soberbia y la prepotencia. Si el pesimismo es el optimismo informado, el hubiera es la salida del pesimismo hacia la fantasía. Es una coartada del pensamiento antihistórico, el empedrado del camino de la frustración. El hubiera es la doctrina nacional para explicar tantas derrotas. Es la conjunción del incumplimiento, de la justificación de los errores sin reconocerlos y siempre con la disposición de repetirlos. Con el "si hubiera" o "si no hubiera" todo sería una maravilla, si no se hubiera atravesado el "pudo haber sido, pero no fue".
Los mexicanos explicamos la historia con el hubiera: si Moctezuma no hubiera confiado en Hernán Cortés. Si Hidalgo no se devuelve en Las Cruces y hubiera tomado la ciudad de México. Si Vicente Guerrero no hubiera acudido al abrazo de Acatempan. Si Santa Anna no hubiera entregado la mitad del territorio. Si Juárez no hubiera muerto. Si Porfirio Díaz no se hubiera relecto en 1910. Si Madero no hubiera confiado en Victoriano Huerta y le hubiera creído a su hermano Gustavo. Si Madero no hubiera permanecido junto a José María Pino Suárez. Si la Convención de Aguascalientes hubiera llegado a acuerdos...
Si Zapata hubiera perseguido a Obregón a Veracruz y lo hubiera tirado al mar. Si Villa y Zapata no se hubieran retirado de la ciudad de México. Si Villa no hubiera combatido en los llanos de Celaya. Si Zapata no hubiera ido a Chinameca a la cita con Guajardo. Si no se hubieran matado unos a otros. Si no se hubieran firmado los Tratados de Bucareli. Si Valentín Campa y Vicente Lombardo hubieran expulsado a Fidel Velázquez de la CTM. Si el sindicalismo no se hubiera charrificado. Si la oligarquía mexicana y el priísmo no hubieran sido tan anticomunistas. Si el priísmo no hubiera combatido con tanta represión a toda demanda democrática. Si el movimiento estudiantil de 1968 no hubiera sido reprimido. Si los miembros del Consejo Nacional de Huelga no hubieran sido detenidos en Tlatelolco el 2 de octubre...
Si en 1988 hubiera habido más organización. Si Clouthier no hubiera dicho: "no ganó Salinas, no gané yo... no sé quién ganó". Si el PAN no hubiera pactado con Salinas. Si el 14 de julio de 1988, con 400 mil personas (no 2 millones) se hubiera tomado Palacio Nacional (por las mismas razones que ahora no se tomó San Lázaro). Si el fraude no hubiera sido por 17 puntos de diferencia. Si no se hubiera caído el sistema de cómputo. Si no se hubiera llamado a formar un nuevo partido. Si el PRD se hubiera construido como partido unificado, no con grupos y corrientes en disputa renunciando a principios. Si se hubiera demandado justicia y clarificación de los crímenes de los perredistas asesinados, de la misma manera que la generación de 68 y 71 demanda por los suyos. Si no se hubiera acabado la memoria...
Si no hubiera habido tanta soberbia. Si se hubiera ido al primer debate. Si no se hubiera mentido con las encuestas secretas. Si a partir del 2 de julio se hubieran buscado alianzas en vez de rupturas. Si se hubiera llamado a una convención a todas las fuerzas del país, no sólo para salir al paso de los errores. Si se hubiera o no hubiera... Andrés Manuel López Obrador sería el hombre de la reforma en México, pues en el resultado electoral, pese a errores previos, no había perdido nada y tenía la fuerza para transformarlo todo. Pero no hubo... y él no era.
Charla en el Centro para la Transición Democrática de Jalapa Veracruz
Tomado de la Jornada de México
Este tiempo del subjuntivo imperfecto, nacido del haber, es el verbo del arrepentimiento tácito, de la derrota anunciada, de la enseñanza despreciada. De todas las posibilidades -ante una o varias disyuntivas- es la elección del camino incorrecto, la convicción de la necedad, el verbo de la justificación intrínseca. El hubiera es el tiempo de la ideología de la equivocación, el paraíso del derrotado, del que decide hacer de su frustración una enseñanza. Es la palabra clave de la política mexicana, que usamos para imaginar que las cosas pudieron ser de otro modo y, gracias al hubiera, podemos conciliarnos con la mediocridad del presente y la impotencia del futuro.
El hubiera es la explicación cuando triunfa "lo menos peor", es el punto de partida para repetir los errores y seguir fantaseando sobre otra historia que no fue. El hubiera es pasado y futuro hechos contradicción, algo así como los "recuerdos del porvenir"; es el verbo por excelencia de nuestro surrealismo y la acción que hace perdurar nuestros atavismos. El hubiera es la conciencia de nuestra impotencia, la verdad profunda de la mediocridad, una isla para salvarnos de nuestros naufragios. El hubiera es el culto a la derrota y se vive de lo inalcanzable. Se desea lo que no queremos ganar, pero podemos.
El enemigo del hubiera es la advertencia, el pensamiento estratégico, la eficiencia, los objetivos claros. Cultivan el hubiera la soberbia y la prepotencia. Si el pesimismo es el optimismo informado, el hubiera es la salida del pesimismo hacia la fantasía. Es una coartada del pensamiento antihistórico, el empedrado del camino de la frustración. El hubiera es la doctrina nacional para explicar tantas derrotas. Es la conjunción del incumplimiento, de la justificación de los errores sin reconocerlos y siempre con la disposición de repetirlos. Con el "si hubiera" o "si no hubiera" todo sería una maravilla, si no se hubiera atravesado el "pudo haber sido, pero no fue".
Los mexicanos explicamos la historia con el hubiera: si Moctezuma no hubiera confiado en Hernán Cortés. Si Hidalgo no se devuelve en Las Cruces y hubiera tomado la ciudad de México. Si Vicente Guerrero no hubiera acudido al abrazo de Acatempan. Si Santa Anna no hubiera entregado la mitad del territorio. Si Juárez no hubiera muerto. Si Porfirio Díaz no se hubiera relecto en 1910. Si Madero no hubiera confiado en Victoriano Huerta y le hubiera creído a su hermano Gustavo. Si Madero no hubiera permanecido junto a José María Pino Suárez. Si la Convención de Aguascalientes hubiera llegado a acuerdos...
Si Zapata hubiera perseguido a Obregón a Veracruz y lo hubiera tirado al mar. Si Villa y Zapata no se hubieran retirado de la ciudad de México. Si Villa no hubiera combatido en los llanos de Celaya. Si Zapata no hubiera ido a Chinameca a la cita con Guajardo. Si no se hubieran matado unos a otros. Si no se hubieran firmado los Tratados de Bucareli. Si Valentín Campa y Vicente Lombardo hubieran expulsado a Fidel Velázquez de la CTM. Si el sindicalismo no se hubiera charrificado. Si la oligarquía mexicana y el priísmo no hubieran sido tan anticomunistas. Si el priísmo no hubiera combatido con tanta represión a toda demanda democrática. Si el movimiento estudiantil de 1968 no hubiera sido reprimido. Si los miembros del Consejo Nacional de Huelga no hubieran sido detenidos en Tlatelolco el 2 de octubre...
Si en 1988 hubiera habido más organización. Si Clouthier no hubiera dicho: "no ganó Salinas, no gané yo... no sé quién ganó". Si el PAN no hubiera pactado con Salinas. Si el 14 de julio de 1988, con 400 mil personas (no 2 millones) se hubiera tomado Palacio Nacional (por las mismas razones que ahora no se tomó San Lázaro). Si el fraude no hubiera sido por 17 puntos de diferencia. Si no se hubiera caído el sistema de cómputo. Si no se hubiera llamado a formar un nuevo partido. Si el PRD se hubiera construido como partido unificado, no con grupos y corrientes en disputa renunciando a principios. Si se hubiera demandado justicia y clarificación de los crímenes de los perredistas asesinados, de la misma manera que la generación de 68 y 71 demanda por los suyos. Si no se hubiera acabado la memoria...
Si no hubiera habido tanta soberbia. Si se hubiera ido al primer debate. Si no se hubiera mentido con las encuestas secretas. Si a partir del 2 de julio se hubieran buscado alianzas en vez de rupturas. Si se hubiera llamado a una convención a todas las fuerzas del país, no sólo para salir al paso de los errores. Si se hubiera o no hubiera... Andrés Manuel López Obrador sería el hombre de la reforma en México, pues en el resultado electoral, pese a errores previos, no había perdido nada y tenía la fuerza para transformarlo todo. Pero no hubo... y él no era.
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