Martín Rosales
Eeconomista y estudiante de antropología
www.panamaprofundo.org
Ya lo sabemos de memoria: el Canal de Panamá es la principal fuente de ingresos del país. También sabemos que lo estamos manejando muy bien y que sus clientes están muy contentos con el servicio que se les brinda. Todo estamos regocijados y orgullosos de ello. Felicitémonos todos. Eso no impide que nos preguntemos cosas. ¿Sabemos que, desde la transferencia del Canal, la deuda externa panameña ha crecido en un monto mayor que los ingresos directos generados por esa vía?. ¿Sabemos que los niveles de pobreza en el país no han disminuido, y la prestación de servicios a las poblaciones menos favorecidas sigue siendo deficiente y nuestro país, con canal y todo, ostenta la tasa de desempleo más alta de Centroamérica?.
¿Por qué misteriosa razón ningún gobierno ha mostrado el mismo interés, como con la ampliación del canal, para ampliar la carretera entre Colón y Panamá? ¿No se supone que todos han querido modernizar nuestra economía de servicios?¿Por qué se ha fomentado la expansión de la Zona Libre y los puertos en el Atlántico y Pacífico y no su interconexión terrestre? ¿Cómo se explica lo revelado por el informe conjunto presentado hace unos meses por el PNUD, MIDA y el Programa Mundial de Alimentos avis ándonos que la población del 40% de los distritos de Panamá está en riesgo de padecer hambre y desnutrición?¿No debió nuestra riqueza canalera, de haber sido usada con visión y propósito real de desarrollo, haber prevenido que llegásemos a tener semejante y vergonzoso panorama? ¿Por qué se invierten millones para mantener el Canal como vía segura para el tránsito de barcos –algo necesario-, y miles en publicidad para alegrarnos por ello –algo innecesario-, y no se hace lo imprescindible: invertir lo suficiente para que nuestras carreteras sean arterias de desarrollo y dejen de ser el lugar en donde cada año cientos de panameños pierden sus vidas? ¿Es que las vidas de cientos de panameños importa menos que el paso de un barco por nuestras aguas?.
¿Es el panorama actual el futuro que esperábamos disfrutar, cuando hace más de seis años nos ilusionábamos con la idea de que todos los fondos del canal serían nuestros?. ¿Ahora resulta que tenemos que esperar su ampliación para que el país prospere?. ¿Por qué muchos de los mejores cerebros del país se dedicaron por años a planificar la modernización del canal, mientras que todavía no se ha analizado y planificado la mejor manera de modernizar y diversificar tanto nuestra economía como los servicios básicos necesarios para todos los panameños? ¿Estos siete años con canal bajo nuestro control no debieron ser los años que probarían nuestra capacidad de demostrar que el canal sí trae desarrollo para todo el país? Es mentira decir que más dinero del canal ampliado traerá automáticamente más desarrollo si mantenemos vigentes las mismas condiciones de ineptitud y corrupción política, económica y jurídica que han estado carcomiendo las estructuras y esperanzas del país. Ningún país se ha desarrollado sobre premisas tan simplistas.
Eeconomista y estudiante de antropología
www.panamaprofundo.org
Ya lo sabemos de memoria: el Canal de Panamá es la principal fuente de ingresos del país. También sabemos que lo estamos manejando muy bien y que sus clientes están muy contentos con el servicio que se les brinda. Todo estamos regocijados y orgullosos de ello. Felicitémonos todos. Eso no impide que nos preguntemos cosas. ¿Sabemos que, desde la transferencia del Canal, la deuda externa panameña ha crecido en un monto mayor que los ingresos directos generados por esa vía?. ¿Sabemos que los niveles de pobreza en el país no han disminuido, y la prestación de servicios a las poblaciones menos favorecidas sigue siendo deficiente y nuestro país, con canal y todo, ostenta la tasa de desempleo más alta de Centroamérica?.
¿Por qué misteriosa razón ningún gobierno ha mostrado el mismo interés, como con la ampliación del canal, para ampliar la carretera entre Colón y Panamá? ¿No se supone que todos han querido modernizar nuestra economía de servicios?¿Por qué se ha fomentado la expansión de la Zona Libre y los puertos en el Atlántico y Pacífico y no su interconexión terrestre? ¿Cómo se explica lo revelado por el informe conjunto presentado hace unos meses por el PNUD, MIDA y el Programa Mundial de Alimentos avis ándonos que la población del 40% de los distritos de Panamá está en riesgo de padecer hambre y desnutrición?¿No debió nuestra riqueza canalera, de haber sido usada con visión y propósito real de desarrollo, haber prevenido que llegásemos a tener semejante y vergonzoso panorama? ¿Por qué se invierten millones para mantener el Canal como vía segura para el tránsito de barcos –algo necesario-, y miles en publicidad para alegrarnos por ello –algo innecesario-, y no se hace lo imprescindible: invertir lo suficiente para que nuestras carreteras sean arterias de desarrollo y dejen de ser el lugar en donde cada año cientos de panameños pierden sus vidas? ¿Es que las vidas de cientos de panameños importa menos que el paso de un barco por nuestras aguas?.
¿Es el panorama actual el futuro que esperábamos disfrutar, cuando hace más de seis años nos ilusionábamos con la idea de que todos los fondos del canal serían nuestros?. ¿Ahora resulta que tenemos que esperar su ampliación para que el país prospere?. ¿Por qué muchos de los mejores cerebros del país se dedicaron por años a planificar la modernización del canal, mientras que todavía no se ha analizado y planificado la mejor manera de modernizar y diversificar tanto nuestra economía como los servicios básicos necesarios para todos los panameños? ¿Estos siete años con canal bajo nuestro control no debieron ser los años que probarían nuestra capacidad de demostrar que el canal sí trae desarrollo para todo el país? Es mentira decir que más dinero del canal ampliado traerá automáticamente más desarrollo si mantenemos vigentes las mismas condiciones de ineptitud y corrupción política, económica y jurídica que han estado carcomiendo las estructuras y esperanzas del país. Ningún país se ha desarrollado sobre premisas tan simplistas.
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