Licda. Norma Guevara
La funcionalidad del gobierno central requiere dinero, sus costumbres son como las de una familia acaudalada acostumbrada al derroche, por eso debiera frenar ese tren de vida en vez de comprometernos con tanto endeudamiento. Casi nadie discute cuando el gobierno afirma que necesita un préstamo, es que debe ser cierto que lo necesita, pobrecito gobierno, que malos los diputados del FMLN que les regatean los votos pidiéndoles informes de cómo han usado los cientos de millones antes aprobados o los planes de inversión de los préstamos futuros!
En verdad el jueguito a favor de más préstamos implica también mover opiniones de las personas supuestamente beneficiarias; si los préstamos son para educación, pues serán directores, algunos maestros y las siempre impresionantes imágenes de niños y adolescentes; si son para la propagandizada red solidaria no faltarán los estudiosos de la pobreza y unos cuantos pobres, todo acompañado de una escandalosa campaña publicitaria especialmente televisiva.
A la pregunta de porqué el gobierno necesita tanto préstamo, la respuesta le resulta fácil a la burocracia arenera; sencillo, el gobierno no tiene suficiente dinero para pagar pensiones, para construir hospitales, para reparar o equipar escuelas, para aumentar maestros y maestras, para pagar a las empresas la construcción de carreteras, para medir el territorio y para contar a los habitantes; pocas veces surge una segunda pregunta ¿por qué no tiene suficiente dinero para hacer esas cosas?; pero si surge responderán sin duda que son mayores las necesidades que la capacidad financiera.
A penas llevamos dos preguntas, pero debieran surgir otras, ¿porqué tienen que ser los pensionados los afectados por falta de bonos si fueron los que primero le pagaron al Estado sus contribuciones para ganar el derecho a una pensión?; ¿porqué no son los salarios altos de los funcionarios de dirección de los ministerios los que se sacrifican si no hubieran créditos?, estas y otras preguntas están antes de algo que tiene aún mayor pertinencia y es ¿para qué sirve en verdad, ese dinero?...para desarrollarnos como país!... En verdad, son los diputados y las diputadas las que deben preguntar por nosotros, y los funcionarios deben responder con verdad sin maquillaje de números ni de frases explicativas que no explican. Los bonos como deuda para financiar el gasto del gobierno y los préstamos que además no se aplican o no se desarrollan las obras para las cuales se contraen nos indican que los préstamos y el endeudamiento en general está sirviendo a la dolarización, a las cuentas nacionales para aparentar que estamos bien, y de ninguna manera están inscritos en procesos de desarrollo del país.
El desarrollo humano, el desarrollo democrático de la sociedad, el ordenamiento jurídico, las cuentas claras de cuántos somos, de cuánto pagamos, de quienes pagaron sus contribuciones para gozar de una pensión, de cuál es el territorio que debemos proteger, todo eso es importante, positivo y necesario; pero esas no son las preocupaciones del gobierno de derecha que por 17 años nos exprime como a una naranja; sus preocupaciones están en otra dirección la de facilitar el escenario de negocios en beneficio de unas cuantas personas.
Si en vez de dar quince o veinte dólares a una familia en Torola, se crearan fuentes de trabajo, a través de su alcaldía con acuerdos entre el gobierno central y local, otra cosa sería; si en vez de identificar territorios con gente pobre, se ubicara dónde están concentrados los pobres para ayudarlos a salir adelante; otra cosa sería, pues para ver el sin sentido de la propaganda del gobierno en su llamada red solidaria, baste recordar lo que los informes del PNUD ya les han señalado y es que «los municipios de Santa Ana, San Miguel y San Salvador concentran 20,224 familias que viven en situación de extrema pobreza, esto es más familias en esa condición que las familias extremadamente pobres que viven en 32 municipios» (los de la red solidaria de que tanto habla el gobierno).
El desarrollo requiere de todos y todas, pero no de marionetas que hacen única y estrictamente lo que se le ocurre a un funcionario; cuando el Presidente cree que en sus manos pusimos nuestro destino, quizá piensa que él debe determinar todo, sin la riqueza que implica la variedad de entidades y roles de los entes del Estado, y más todavía la voluntad y las aspiraciones de la población.
La funcionalidad del gobierno central requiere dinero, sus costumbres son como las de una familia acaudalada acostumbrada al derroche, por eso debiera frenar ese tren de vida en vez de comprometernos con tanto endeudamiento. Casi nadie discute cuando el gobierno afirma que necesita un préstamo, es que debe ser cierto que lo necesita, pobrecito gobierno, que malos los diputados del FMLN que les regatean los votos pidiéndoles informes de cómo han usado los cientos de millones antes aprobados o los planes de inversión de los préstamos futuros!
En verdad el jueguito a favor de más préstamos implica también mover opiniones de las personas supuestamente beneficiarias; si los préstamos son para educación, pues serán directores, algunos maestros y las siempre impresionantes imágenes de niños y adolescentes; si son para la propagandizada red solidaria no faltarán los estudiosos de la pobreza y unos cuantos pobres, todo acompañado de una escandalosa campaña publicitaria especialmente televisiva.
A la pregunta de porqué el gobierno necesita tanto préstamo, la respuesta le resulta fácil a la burocracia arenera; sencillo, el gobierno no tiene suficiente dinero para pagar pensiones, para construir hospitales, para reparar o equipar escuelas, para aumentar maestros y maestras, para pagar a las empresas la construcción de carreteras, para medir el territorio y para contar a los habitantes; pocas veces surge una segunda pregunta ¿por qué no tiene suficiente dinero para hacer esas cosas?; pero si surge responderán sin duda que son mayores las necesidades que la capacidad financiera.
A penas llevamos dos preguntas, pero debieran surgir otras, ¿porqué tienen que ser los pensionados los afectados por falta de bonos si fueron los que primero le pagaron al Estado sus contribuciones para ganar el derecho a una pensión?; ¿porqué no son los salarios altos de los funcionarios de dirección de los ministerios los que se sacrifican si no hubieran créditos?, estas y otras preguntas están antes de algo que tiene aún mayor pertinencia y es ¿para qué sirve en verdad, ese dinero?...para desarrollarnos como país!... En verdad, son los diputados y las diputadas las que deben preguntar por nosotros, y los funcionarios deben responder con verdad sin maquillaje de números ni de frases explicativas que no explican. Los bonos como deuda para financiar el gasto del gobierno y los préstamos que además no se aplican o no se desarrollan las obras para las cuales se contraen nos indican que los préstamos y el endeudamiento en general está sirviendo a la dolarización, a las cuentas nacionales para aparentar que estamos bien, y de ninguna manera están inscritos en procesos de desarrollo del país.
El desarrollo humano, el desarrollo democrático de la sociedad, el ordenamiento jurídico, las cuentas claras de cuántos somos, de cuánto pagamos, de quienes pagaron sus contribuciones para gozar de una pensión, de cuál es el territorio que debemos proteger, todo eso es importante, positivo y necesario; pero esas no son las preocupaciones del gobierno de derecha que por 17 años nos exprime como a una naranja; sus preocupaciones están en otra dirección la de facilitar el escenario de negocios en beneficio de unas cuantas personas.
Si en vez de dar quince o veinte dólares a una familia en Torola, se crearan fuentes de trabajo, a través de su alcaldía con acuerdos entre el gobierno central y local, otra cosa sería; si en vez de identificar territorios con gente pobre, se ubicara dónde están concentrados los pobres para ayudarlos a salir adelante; otra cosa sería, pues para ver el sin sentido de la propaganda del gobierno en su llamada red solidaria, baste recordar lo que los informes del PNUD ya les han señalado y es que «los municipios de Santa Ana, San Miguel y San Salvador concentran 20,224 familias que viven en situación de extrema pobreza, esto es más familias en esa condición que las familias extremadamente pobres que viven en 32 municipios» (los de la red solidaria de que tanto habla el gobierno).
El desarrollo requiere de todos y todas, pero no de marionetas que hacen única y estrictamente lo que se le ocurre a un funcionario; cuando el Presidente cree que en sus manos pusimos nuestro destino, quizá piensa que él debe determinar todo, sin la riqueza que implica la variedad de entidades y roles de los entes del Estado, y más todavía la voluntad y las aspiraciones de la población.
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