Congresista de EE. UU. acusa de hervidero terrorista, siembra odio
Por: Pastor Valle-Garay
Senior Scholar, Universidad de York
Toronto – No faltaba más. Tras la captura en Toronto de 11 individuos supuestamente alineados a organizaciones terroristas, el congresista republicano John Hostettler, presidente del subcomité de Inmigración, Seguridad Fronteriza y Demandas de la Cámara de Representantes, arremetió contra Toronto en particular y contra Canadá en general.
Hostettler acusó a ‘Toronto Sur” de “criadero de terroristas islámicos” e indicó que la seguridad de los Estados Unidos continuará amenazada mientras no se requiera pasaporte de todos los canadienses para cruzar la frontera.
Según Hostettler, en “Toronto Sur reside una gran comunidad proveniente de Asia del Sur que como su homóloga en Londres (Inglaterra) es anfitriona de imanes radicales quienes, como los que influenciaron a los terroristas del 11 de septiembre y al bombardero de la caja de zapatos, se adhieren a un entendimiento militante del Islam.”
Palabras mayores. Tajante condena. Nada menos que pronunciadas por la máxima autoridad del subcomité de seguridad del Congreso de los Estados Unidos. A pesar de ello, no deberíamos ofuscarnos. Por su boca muere el pez. Al preguntarle los periodistas que fuese más específico sobre su referencia a Toronto Sur, Hostettler respondió que era un “lugar que a mi modo de entender es una suerte de enclave en donde se permite este tipo radical de discusión.” Incoherente, evasiva respuesta. Estúpida también pero más claro no canta el burro.
El comentario indica claramente que Hostettler no sabe dónde está Toronto y menos aún qué es, o si existe, Toronto Sur. Nada nuevo entre los gringos. Su limitadísima geografía apenas les permite conducir al Wal-Mart. Canadá estará en la luna. Pero la ignorancia no disimula el vil racismo del congresista.
Continuando su diatriba contra nuestros inmigrantes del Medio Oriente, Hostettler aseguró gratuitamente y sin ofrecer pruebas respaldando sus acusaciones que “Canadá es un hervidero de terroristas islámicos determinados a causar daño a los vecinos al sur mientras los canadienses ignoran felices el peligro a su alrededor.” Habla Bush, el ventrílocuo. Pagan justos por pecadores. ¡Cuidado! Así denunció Bush a Iraq antes de invadirla. Así calificó a los indocumentados antes de comenzar la muralla y enviar tropas a la frontera México-Estado Unidos. Tras la advertencia de Hostettler, ¿pondrá Canadá su barba en remojo? ¡Quién sabe! El canadiense es más sobrio. Lleva limpia la conciencia. No le teme al tío Sam ni sufre del complejo gringo de persecución.
De ahí que más le convendría al Primer Ministro Stephen Harper reevaluar su enamoramiento con Bush y con los Republicanos. Por lo que dice Hostettler, Bush desconfía de su homólogo en Ottawa y de nuestra capacidad de mantener a raya al terrorismo. En otras palabras, somos flojos. La redada que culminó capturando a 11 sospechosos, algo que en sus mejores días no logró la inteligencia de Bush, no significa nada para Washington.
Harper no se dará por ofendido. Nuestros mandatarios son así. Ni más ni menos despabilados que sus colegas gringos. Al contrario, Harper da la impresión que lo cortaron con las mismas tijeras de teflón que cortaron a su Presidente y mentor Bush y al congresista Hostettler. Tigres de papel del mismo molde.
Hostettler, un soberano ignorante y asiduo practicante del fanático fundamentalismo cristiano de Bush, seguramente continuará escupiendo sandeces en contra nuestra y en contra de nuestras comunidades étnicas. No rebuzna por compasión pero discierne con los prejuicios del verdadero asno. Habla por hablar. Rebuzna por rebuznar.
Harper se hará el sordo. No le conviene protestar. Mientras Washington despotrica contra Canadá a su antojo y promueve odio generalizado contra Islam en nuestra nación, Ottawa calla. Resignémonos pues a que no hay escasez de cuadrúpedos políticos en ambos lados de la frontera y sálvese quien pueda de las semillas de odio sembradas por Hostettler y abonadas por nuestro pusilánime gobierno. ¿Será peligroso Toronto? Si lo dice Bush, Hostettler y compañía de insulsos, está lejos de serlo. En comparación con Washington, nuestro humanitario multiculturalismo es el paraíso terrenal.
Por: Pastor Valle-Garay
Senior Scholar, Universidad de York
Toronto – No faltaba más. Tras la captura en Toronto de 11 individuos supuestamente alineados a organizaciones terroristas, el congresista republicano John Hostettler, presidente del subcomité de Inmigración, Seguridad Fronteriza y Demandas de la Cámara de Representantes, arremetió contra Toronto en particular y contra Canadá en general.
Hostettler acusó a ‘Toronto Sur” de “criadero de terroristas islámicos” e indicó que la seguridad de los Estados Unidos continuará amenazada mientras no se requiera pasaporte de todos los canadienses para cruzar la frontera.
Según Hostettler, en “Toronto Sur reside una gran comunidad proveniente de Asia del Sur que como su homóloga en Londres (Inglaterra) es anfitriona de imanes radicales quienes, como los que influenciaron a los terroristas del 11 de septiembre y al bombardero de la caja de zapatos, se adhieren a un entendimiento militante del Islam.”
Palabras mayores. Tajante condena. Nada menos que pronunciadas por la máxima autoridad del subcomité de seguridad del Congreso de los Estados Unidos. A pesar de ello, no deberíamos ofuscarnos. Por su boca muere el pez. Al preguntarle los periodistas que fuese más específico sobre su referencia a Toronto Sur, Hostettler respondió que era un “lugar que a mi modo de entender es una suerte de enclave en donde se permite este tipo radical de discusión.” Incoherente, evasiva respuesta. Estúpida también pero más claro no canta el burro.
El comentario indica claramente que Hostettler no sabe dónde está Toronto y menos aún qué es, o si existe, Toronto Sur. Nada nuevo entre los gringos. Su limitadísima geografía apenas les permite conducir al Wal-Mart. Canadá estará en la luna. Pero la ignorancia no disimula el vil racismo del congresista.
Continuando su diatriba contra nuestros inmigrantes del Medio Oriente, Hostettler aseguró gratuitamente y sin ofrecer pruebas respaldando sus acusaciones que “Canadá es un hervidero de terroristas islámicos determinados a causar daño a los vecinos al sur mientras los canadienses ignoran felices el peligro a su alrededor.” Habla Bush, el ventrílocuo. Pagan justos por pecadores. ¡Cuidado! Así denunció Bush a Iraq antes de invadirla. Así calificó a los indocumentados antes de comenzar la muralla y enviar tropas a la frontera México-Estado Unidos. Tras la advertencia de Hostettler, ¿pondrá Canadá su barba en remojo? ¡Quién sabe! El canadiense es más sobrio. Lleva limpia la conciencia. No le teme al tío Sam ni sufre del complejo gringo de persecución.
De ahí que más le convendría al Primer Ministro Stephen Harper reevaluar su enamoramiento con Bush y con los Republicanos. Por lo que dice Hostettler, Bush desconfía de su homólogo en Ottawa y de nuestra capacidad de mantener a raya al terrorismo. En otras palabras, somos flojos. La redada que culminó capturando a 11 sospechosos, algo que en sus mejores días no logró la inteligencia de Bush, no significa nada para Washington.
Harper no se dará por ofendido. Nuestros mandatarios son así. Ni más ni menos despabilados que sus colegas gringos. Al contrario, Harper da la impresión que lo cortaron con las mismas tijeras de teflón que cortaron a su Presidente y mentor Bush y al congresista Hostettler. Tigres de papel del mismo molde.
Hostettler, un soberano ignorante y asiduo practicante del fanático fundamentalismo cristiano de Bush, seguramente continuará escupiendo sandeces en contra nuestra y en contra de nuestras comunidades étnicas. No rebuzna por compasión pero discierne con los prejuicios del verdadero asno. Habla por hablar. Rebuzna por rebuznar.
Harper se hará el sordo. No le conviene protestar. Mientras Washington despotrica contra Canadá a su antojo y promueve odio generalizado contra Islam en nuestra nación, Ottawa calla. Resignémonos pues a que no hay escasez de cuadrúpedos políticos en ambos lados de la frontera y sálvese quien pueda de las semillas de odio sembradas por Hostettler y abonadas por nuestro pusilánime gobierno. ¿Será peligroso Toronto? Si lo dice Bush, Hostettler y compañía de insulsos, está lejos de serlo. En comparación con Washington, nuestro humanitario multiculturalismo es el paraíso terrenal.
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