Licda. Norma Guevara de Ramirios
Recientemente, el Ingeniero Edgar Marroquín Mena publicó un libro con la investigación que durante tres años realizó sobre la equidad de género en las áreas protegidas de Nancuhiname, Colima y El Imposible; cuando valoraba en los conceptos utilizados, el de área protegida afirmaba que son productoras de vida, recordándonos que sólo los árboles y las algas verdes del mar producen el tan necesario oxígeno sin el cual no hay vida.
Sus afirmaciones, tan convincentes y tan olvidadas me hicieron recordar que en el Concejo Municipal de San Salvador se está preparando una ordenanza con la finalidad de establecer una veda temporal a la tala de árboles en nuestro municipio capital, algo que responde el clamor de muchos habitantes que ven el aumento de la vulnerabilidad de nuestra ciudad con los efectos de talas irresponsables y muchas veces ilegales que se realizan.
En la agenda manejada desde los medios de comunicación este enfoque de la defensa de la vida está ausente, o se presenta aislado de las acciones que profundizan la deforestación, por supuesto que incluso en los medios de comunicación se dan excepciones. Cuando estas excepcionesa ocurren y nos muestran desde diferentes ángulos los efectos de la tala se logra sensibilidad, y esta se transforma en reclamo que grita: ¿Cuándo se hará algo para evitar la deforestación? Una visión en la cual se demande de la sociedad y sus actores principales mayor responsabilidad en la manera de relacionarnos con los elementos vitales de la naturaleza resulta contrario a quienes determinan la acción de gobierno central desde donde se determinan las tendencias del quehacer económico con enfoque depredador.
Una porción importante del Estado es una municipalidad, y en el caso de San Salvador, un gobierno con autonomía y mejor relacionado con las expectativas de la gente permite plantearse el uso de la potestad regulada para preservar las condiciones que no permita seguir respirando y sobre todo ser responsables con las generaciones futuras para que puedan contar con seres vivos proveedores de oxígeno y capaces de captar el anhídrido de carbono que expulsamos y multiplicamos con la operatividad de buses, carros, maquinarias y todos los elementos de la llamada modernidad.
El Artículo 15 de la Ley Forestal faculta a los municipios para autorizar o no la tala de árboles, por eso es pertinente que el Gobierno Municipal de San Salvador haga algo que contrarreste la tendencia a eliminar a estos proveedores de vida y de agua. El deterioro de la agricultura transforma los bosques y fincas en lotificaciones, construcciones y carreteras, con la consiguiente destrucción de nuestro patrimonio arbóreo y la filtración de agua, la producción de oxígeno, el clima, todo en nombre del desarrollo.
En la actuación del gobierno central se aplican políticas liberales irresponsables con nuestro medio ambiente, con su permisividad alimentan la tendencia a hacer desaparecer la vida al punto tal que el propio Ministro del Medio Ambiente, señor Hugo Barrera confunde el coco con la grama, al ignorar que el primero produce frutos agradables, y desarrolla funciones vitales como ambiente para otras especies, por eso ese señor amenaza convertir nuestro bosque del Espino en una cancha de golf.
Una regulación municipal que durante un período prohiba la tala de árboles puede ayudarnos a cobrar conciencia de que se puede luchar contra una corriente que amenaza la vida de todos aunque dificulte el negocio de unos cuantos, a lo mejor en otros municipios se animen a considerar opciones similares.
Compartir esta intención del Gobierno Municipal de San Salvador debe servir para conversar para escuchar incluso a aquellos sectores que se opongan; el debate debe abrirse para cosas fundamentales, vitales, llamadas a impactar positivamente la vida de las mayorías, y es en este debate donde puede encontrarse la buena noticia de las investigaciones científicas como la que realizó el Ingeniero Marroquín Mena y otras que impulse la Universidad.
Las Universidades y la comunidad educativa, las organizaciones en comunidades, colonias, todos y todas podemos hacer algo en defensa de la vida en su sentido más profundo y si juntamos la respuesta a necesidades vitales entre la sociedad y entidades estatales de nivel local podemos hacer más.
Algún día, ojalá pronto, las políticas nacionales cambiarán.
Recientemente, el Ingeniero Edgar Marroquín Mena publicó un libro con la investigación que durante tres años realizó sobre la equidad de género en las áreas protegidas de Nancuhiname, Colima y El Imposible; cuando valoraba en los conceptos utilizados, el de área protegida afirmaba que son productoras de vida, recordándonos que sólo los árboles y las algas verdes del mar producen el tan necesario oxígeno sin el cual no hay vida.
Sus afirmaciones, tan convincentes y tan olvidadas me hicieron recordar que en el Concejo Municipal de San Salvador se está preparando una ordenanza con la finalidad de establecer una veda temporal a la tala de árboles en nuestro municipio capital, algo que responde el clamor de muchos habitantes que ven el aumento de la vulnerabilidad de nuestra ciudad con los efectos de talas irresponsables y muchas veces ilegales que se realizan.
En la agenda manejada desde los medios de comunicación este enfoque de la defensa de la vida está ausente, o se presenta aislado de las acciones que profundizan la deforestación, por supuesto que incluso en los medios de comunicación se dan excepciones. Cuando estas excepcionesa ocurren y nos muestran desde diferentes ángulos los efectos de la tala se logra sensibilidad, y esta se transforma en reclamo que grita: ¿Cuándo se hará algo para evitar la deforestación? Una visión en la cual se demande de la sociedad y sus actores principales mayor responsabilidad en la manera de relacionarnos con los elementos vitales de la naturaleza resulta contrario a quienes determinan la acción de gobierno central desde donde se determinan las tendencias del quehacer económico con enfoque depredador.
Una porción importante del Estado es una municipalidad, y en el caso de San Salvador, un gobierno con autonomía y mejor relacionado con las expectativas de la gente permite plantearse el uso de la potestad regulada para preservar las condiciones que no permita seguir respirando y sobre todo ser responsables con las generaciones futuras para que puedan contar con seres vivos proveedores de oxígeno y capaces de captar el anhídrido de carbono que expulsamos y multiplicamos con la operatividad de buses, carros, maquinarias y todos los elementos de la llamada modernidad.
El Artículo 15 de la Ley Forestal faculta a los municipios para autorizar o no la tala de árboles, por eso es pertinente que el Gobierno Municipal de San Salvador haga algo que contrarreste la tendencia a eliminar a estos proveedores de vida y de agua. El deterioro de la agricultura transforma los bosques y fincas en lotificaciones, construcciones y carreteras, con la consiguiente destrucción de nuestro patrimonio arbóreo y la filtración de agua, la producción de oxígeno, el clima, todo en nombre del desarrollo.
En la actuación del gobierno central se aplican políticas liberales irresponsables con nuestro medio ambiente, con su permisividad alimentan la tendencia a hacer desaparecer la vida al punto tal que el propio Ministro del Medio Ambiente, señor Hugo Barrera confunde el coco con la grama, al ignorar que el primero produce frutos agradables, y desarrolla funciones vitales como ambiente para otras especies, por eso ese señor amenaza convertir nuestro bosque del Espino en una cancha de golf.
Una regulación municipal que durante un período prohiba la tala de árboles puede ayudarnos a cobrar conciencia de que se puede luchar contra una corriente que amenaza la vida de todos aunque dificulte el negocio de unos cuantos, a lo mejor en otros municipios se animen a considerar opciones similares.
Compartir esta intención del Gobierno Municipal de San Salvador debe servir para conversar para escuchar incluso a aquellos sectores que se opongan; el debate debe abrirse para cosas fundamentales, vitales, llamadas a impactar positivamente la vida de las mayorías, y es en este debate donde puede encontrarse la buena noticia de las investigaciones científicas como la que realizó el Ingeniero Marroquín Mena y otras que impulse la Universidad.
Las Universidades y la comunidad educativa, las organizaciones en comunidades, colonias, todos y todas podemos hacer algo en defensa de la vida en su sentido más profundo y si juntamos la respuesta a necesidades vitales entre la sociedad y entidades estatales de nivel local podemos hacer más.
Algún día, ojalá pronto, las políticas nacionales cambiarán.
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