domingo, junio 11, 2006

La consigna, “un país unido tiene sentido”, solo es viable abandonando el neoliberalismo causa de división profunda de la Nación.

Hugo Molina
Asesor del Grupo Parlamentario del FMLN


A causa de la crisis del país, Saca ha tenido que abandonar los lemas de “En El Salvador vale la pena vivir”, debido a que decenas de miles de personas abandonan al país en busca de oportunidades. Así como el eslogan de “Plan de país seguro” porque el país es de los más inseguros de Latinoamérica.

Y ahora Saca ha sustituido ese tipo de consignas, incluyendo aquella de “las mejores promesas son las que se cumplen”, porque son artificiales y solo se hacen aparentar que se cumplen por los medios de prensa, sin aparecer como populista, por la más reciente consigna de “Un país Unido tiene sentido”.


Esta consigna en realidad no tiene base o fundamento real, pues “de por medio está una crisis de expectativas gestada en el ambiente polarizado que ha estado viviendo el país y que a resultas de las elecciones, puede hacer más difícil la tarea”(1).

Pero no solamente está de por medio esa situación sino que la polarización social cada vez más acentuada es resultado de más de 17 años de neoliberalismo, que ha conducido a una concentración de riqueza en un reducido de familias que controlan la economía y al Estado, y, de otro lado, a la masificación de la pobreza, extendiéndola a las mujeres en general y a las mujeres solteras en particular, a las que Saca no cumplió su ofrecimiento de apoyarlas; que sigue la destrucción del medio ambiente; con la postración de la base productiva agropecuaria e industrial, el aumento del desempleo y el costo de vida para las grandes mayorías, la ruina a empresarios de todos los tamaños llevando a la economía a un prolongado proceso de desaceleración y estancamiento del que aún no se repone.

Aunque el modelo ha golpeado en mayor medida a campesinos, asalariados agropecuarios, industriales, comerciales y de servicios, empleados privados, estudiantes, maestros y capas medias en general, a trabajadores de sectores informales, pobladores de comunidades, a trabajadores estatales a causa de la privatización estatal, etcétera, también ha golpeado a artesanos, pequeños y medianos empresarios y hasta grandes empresarios.

Para imponer las políticas neoliberales, ARENA ha tenido que atropellar los avances democráticos, mantener la impunidad del régimen y los funcionarios públicos, multiplicar la corrupción, confrontar con las fuerzas democráticas e incluso con las fuerzas del campo de la derecha que en sus comienzos le brindaron respaldo y a la sociedad toda, y tomarse ilícitamente los distintos órganos de gobierno y ponerlos a disposición del “soberano”, el Presidente de la república, electo ilegal e ilícitamente.

Esta realidad reafirma una y otra vez que neoliberalismo y democratización política, económica y social no se compaginan, que terminan confrontándose. En resumen, el neoliberalismo acentúo la división de la nación, debilitó sensiblemente la identidad y soberanía nacionales, produjo descontento generalizado, ensanchó la marginación social, polarizó más la “sociedad” que caracteriza a nuestro país, que integra sólo a un reducido número de familias al disfrute de los beneficios del sistema y condena a la exclusión a la inmensa mayoría.

Para iniciar el camino retransición hacia un país unido, hay que hacer a un lado las causas neoliberales responsables de la profunda división y polarización social, económica y política que tienen atrapado a la Nación en general.


Mayo, 2006

(1) La Prensa Gráfica; 15 de mayo, 2006.

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