Pastor Valle-Garay • Toronto Senior Scholar, Universidad de York
Últimamente Luis Ernesto Derbez, Canciller de México, se ha vuelto un personaje sumamente ocupado. No bien dio por cerrado el incidente de la vergonzosa expulsión de una delegación cubana de un hotel en Ciudad México, otro hotel mexicano, -esta vez en Cancún- le provocó fenomenal dolor de cabeza al flamante Canciller. En la primera situación Derbez acusó a la hotelera de discriminación contra la delegación cubana. En la última intentó encubrir el doble asesinato de turistas canadienses.
Derbez llegó a Ottawa en visita oficial. En su agenda figuraba la planificación de la reunión cumbre de presidentes norteamericanos en su país, programada para fines de este mes. Sin embargo las controversiales circunstancias alrededor del asesinato atroz del matrimonio canadiense hace dos semanas en un lujoso hotel de Cancún le interrumpió los planes.
Dominic y Nancy Ianiero, residentes de Woodbridge, Ontario, viajaron a México acompañados de 16 invitados con el propósito de celebrar en Cancún el matrimonio de su hija Lily. Dos días después de arribar al balneario, sus cadáveres fueron encontrados en la habitación que ocupaban. Ambos habían sido prácticamente degollados. En menos de 24 horas Bello Melchor Rodríguez, Procurador de Quintana Roo, estado en donde ocurrió el sangriento incidente, anunció en conferencia de prensa que los responsables del crimen era asesinos profesionales a sueldo, "dos fornidas mujeres" según Rodríguez, agregando que éstas ya habían huído de regreso a Canadá. Sin aportar evidencia alguna que respaldara su acusación, Rodríguez indicó que solicitaría la extradición de las sospechosas.
Una semana más tarde las dos supuestas asesinas, en realidad dos madres jóvenes de vacaciones en México, comparecieron aterradas ante la prensa canadiense declarando su inocencia. No tenían nada de fornidas. Es más, pocos días después ambas serían exoneradas de culpabilidad. Lo insólito e irresponsable de las acusaciones de Rodríguez provocó la furia de la prensa canadiense y de la mexicana. De paso nos brindaron un bosquejo del personaje.
Rodríguez es notario público. Carece de título de abogado o credenciales legales que le ameriten la Procuraduría. Pero es suya. La obtuvo gracias a la gran institución mexicana del “compadrazgo.” Por amistad con el Gobernador del estado, quien al apoyar al Procurador en la investigación también se declaró preocupado por el efecto negativo del asesinato en la industria turística. Contradiciendo el voto de confianza del gobernador, la hoja de servicio de Rodríguez deja mucho que desear. La prensa mexicana le acusa de corrupción, de abuso de poder, de apropiación de donaciones recibidas por el estado a raíz del huracán Wilma, encarcelamiento de defensores de los derechos humanos y de protección a la niñez y de asociación con pederastas convictos a quienes dejó en libertad. A pesar de ello, la naturaleza del nombramiento de Rodríguez prácticamente le convierte en un intocable. El Procurador está afiliado a un partido político opositor al partido del Presidente Vicente Fox. En el clima territorial de México un partido no interfiere en la jurisdicción del otro. Además prevalece la división jurisdiccional entre lo federal y lo estatal. Como veremos, conveniente manera de lavarse las manos de responsabilidad.
En estas circunstancias Derbez convocó conferencia de prensa a su llegada a Ottawa. Le acompañaba Peter MacKay, su homólogo canadiense. Desde el inicio Derbez intentó calmar los caldeados ánimos nacionales. Estipuló que su gobierno apoyaría una investigación "transparente" en el asesinato de los Ianiero. Según Derbez, México invitaría a la Real Policía Montada de Canadá (RCMP, por sus siglas en inglés) para cooperar en las pesquisas de las autoridades mexicanas.
Perito en el estudioso lenguaje diplomático de rigor, Derbez intentó despejar dudas. No lo logró. Desestimó la inteligencia de los medios de comunicación y del público canadiense. Su intervención se caracterizó por respuestas evasivas minuciosamente programados con antelación. Repitiendo mantras una y otra vez, el ágil diplomático apareció acorralado. Ante el duro cuestionamiento de los reporteros, Derbez descartó sin explicación las acusaciones de corrupción y de distorción de los hechos lanzadas por la prensa mexicana contra Rodríguez así como la preocupación expresada por el gobernador de proteger el turismo. El Canciller mexicano se aferró a enunciar fórmulas destinadas a aplacar la opinión pública.
En resúmen, Derbez se pronunció solamente en lo que él asumió que los canadienses querían oir. Pero al reiterar que el incompetente Procurador Rodríguez continuaría dirigiendo la investigación, la conferencia de prensa de Derbez fracasó. Su intervención no aclaró en absoluto la percepción generalizada de que la investigación del crimen y las sospechas fabricadas contra las dos jóvenes canadienses estaban destinadas mayormente a proteger la imagen de México. Derbez dejó la impresión de que lo ocurrido a las víctimas es inconsecuente.
Lo confirmó Rodríguez al día siguiente de las declaraciones del Canciller mexicano. Rodríguez volvió a la carga. En senda conferencia de prensa el Procurador declaró que investigaría "ilícitos lazos comerciales" de los Ianieros en Woodbridge, Ontario, ciudad de residencia de las víctimas. En repetición de sus previas acusaciones responsabilizando al crimen organizado y a dos mujeres canadienses por el asesinato, el anuncio de Rodríguez es gratuito, desatinado y típico de lo que pasa por investigación criminal en México. Es más. Al tenerse en cuenta las raíces italo-canadienses de las víctimas, Rodríguez trae a juego sus personales prejuicios racistas asociando el asesinato con la mafia y con operaciones ilícitas que, a falta de pruebas, solamente existen en la fertil imaginación del Procurador. Equivale a lanzar al aire globos de sospechas sin evidencia que los sostengan. De ahí que ante la demostrada irresponsabilidad de las autoridades de justicia, las promesas de Derbez sean vacías.
Las autoridades canadienses fueron lentas en movilizarse. No fue hasta un día antes de la visita del Canciller mexicano que el nuevo Primer Ministro canadiense Stephen Harper y el Canciller MacKay indicaron que el gobierno tomaría cartas en el asunto. Como Fric y Fran del cuento ambos bajaron del pueblo a la ciudad y los deslumbró Ottawa. Nunca habían visto tantas luces y luminarias. Menos aún enfrentado enjambres de reporteros demandando respuestas concretas a la torpe intervención de las autoridades mexicanas en la investigación. Los neófitos tuvieron que actuar ante las demandas del público y la prensa canadiense. Esto significaría traer al mantel lo que ocurría en presencia de Derbez. Menuda tarea.
Harper y MacKay también se dieron cuenta rápidamente que su elección al gobierno federal trae consigo la ineludible obligación de responder al votante a travéz de la prensa. Lamentablemente Harper detesta a los medios de comunicación. Harper es tan herméticamente cerrado al escrutinio que en corto plazo nombró y despidió a tres directores de relaciones con los medios. Va por el cuarto burócrata. Aún así trata de hacerse invisible a los reporteros. De nada le sirvió. El crimen en Cancún puso punto final a la luna de miel entre los recién elegidos y los canadienses. Ambos recibieron un fenomenal bautismo de fuego. Sorpresivo. Inesperado. Les llegó con la noticia del asesinato.
Tanto el crimen como el sainete policial de las autoridades mexicanas desataron tal ola de indignación en Canadá que los reclamos por justicia terminarían en el regazo del Primer Ministro. A mala hora por su coincidencia con la visita oficial a Ottawa de Derbez, viejo zorro de la diplomacia mexicana. Al percatarse de la magnitud del lío judicial Fric Harper le pasó la bola al más experimentado Derbez añadiendo que “trataría de persuadir a los partidos de oposición para que no lo conviertan en contienda política.” En otras palabras, no hagan olas. ¡No faltaba más!
Mientras el gobierno pecaba de inepto y de ingenuo, el Procurador Rodríguez seguía cobrando víctimas al aterrorizar a las dos jóvenes mujeres canadienses de intachable reputación achacándoles la autoría del crimen y sugiriendo que las extraditaría a México. Al finalizar esta semana se cancelaron las amenazas de extradición sin retractarse Rodríguez ni ofrecer disculpas a las canadienses. Por otra parte, al indicar que el asesinato de los Ianiero no es asunto federal sino estatal, el Canciller mexicano estableció los parámetros. También dejó en claro que más claro no canta un gallo. Rodríguez conducirá la investigación.
De ahí que sea dudoso que Harper logre compromiso concreto de Derbez en la resolución del caso. Aparte de sus superficiales y protocolarias declaraciones, al Canciller mexicano poco le incumbe el crimen. No es su jurisdicción. Derbez llegó a Ottawa a cosas más importantes. A conocer a Harper. A preparar el terreno para la reunión cumbre entre Harper, Fox y el Presidente George W. Bush que tendrá lugar este mes en … ¡¡¡ ta-ra-ra!!! … Cancún. Que no quepa duda que la seguridad de los ilustres visitantes, a diferencia de los turistas asesinados, no recaerá en el Procurador Rodríguez. No le veremos ni por los contornos de los alrededores.
Harper sin embargo debe presionar a México. Donde duele. Donde la plata, platica. En el rubro turístico, comercial y diplomático. En lo turístico Canadá dispone de mecanismos en sus folletos de turismo y de pasaportes. Se utiliza al constatarse que un país no ofrece seguridad al canadiense. Consiste de una Admonición al Turista (Travel Advisory) e indica los riesgos involucrados al visitar determinado país. Además Canadá bien podría llamar a su Embajador a “consulta” en Ottawa, suspender la firma de acuerdos bilaterales y restringir las visitas de ciudadanos mexicanos a este país hasta que se solucione el asesinato. Es lo menos que se espera del Primer Ministro. ¿Chantaje? ¡No importa! Tiene la palabra México.
Últimamente Luis Ernesto Derbez, Canciller de México, se ha vuelto un personaje sumamente ocupado. No bien dio por cerrado el incidente de la vergonzosa expulsión de una delegación cubana de un hotel en Ciudad México, otro hotel mexicano, -esta vez en Cancún- le provocó fenomenal dolor de cabeza al flamante Canciller. En la primera situación Derbez acusó a la hotelera de discriminación contra la delegación cubana. En la última intentó encubrir el doble asesinato de turistas canadienses.
Derbez llegó a Ottawa en visita oficial. En su agenda figuraba la planificación de la reunión cumbre de presidentes norteamericanos en su país, programada para fines de este mes. Sin embargo las controversiales circunstancias alrededor del asesinato atroz del matrimonio canadiense hace dos semanas en un lujoso hotel de Cancún le interrumpió los planes.
Dominic y Nancy Ianiero, residentes de Woodbridge, Ontario, viajaron a México acompañados de 16 invitados con el propósito de celebrar en Cancún el matrimonio de su hija Lily. Dos días después de arribar al balneario, sus cadáveres fueron encontrados en la habitación que ocupaban. Ambos habían sido prácticamente degollados. En menos de 24 horas Bello Melchor Rodríguez, Procurador de Quintana Roo, estado en donde ocurrió el sangriento incidente, anunció en conferencia de prensa que los responsables del crimen era asesinos profesionales a sueldo, "dos fornidas mujeres" según Rodríguez, agregando que éstas ya habían huído de regreso a Canadá. Sin aportar evidencia alguna que respaldara su acusación, Rodríguez indicó que solicitaría la extradición de las sospechosas.
Una semana más tarde las dos supuestas asesinas, en realidad dos madres jóvenes de vacaciones en México, comparecieron aterradas ante la prensa canadiense declarando su inocencia. No tenían nada de fornidas. Es más, pocos días después ambas serían exoneradas de culpabilidad. Lo insólito e irresponsable de las acusaciones de Rodríguez provocó la furia de la prensa canadiense y de la mexicana. De paso nos brindaron un bosquejo del personaje.
Rodríguez es notario público. Carece de título de abogado o credenciales legales que le ameriten la Procuraduría. Pero es suya. La obtuvo gracias a la gran institución mexicana del “compadrazgo.” Por amistad con el Gobernador del estado, quien al apoyar al Procurador en la investigación también se declaró preocupado por el efecto negativo del asesinato en la industria turística. Contradiciendo el voto de confianza del gobernador, la hoja de servicio de Rodríguez deja mucho que desear. La prensa mexicana le acusa de corrupción, de abuso de poder, de apropiación de donaciones recibidas por el estado a raíz del huracán Wilma, encarcelamiento de defensores de los derechos humanos y de protección a la niñez y de asociación con pederastas convictos a quienes dejó en libertad. A pesar de ello, la naturaleza del nombramiento de Rodríguez prácticamente le convierte en un intocable. El Procurador está afiliado a un partido político opositor al partido del Presidente Vicente Fox. En el clima territorial de México un partido no interfiere en la jurisdicción del otro. Además prevalece la división jurisdiccional entre lo federal y lo estatal. Como veremos, conveniente manera de lavarse las manos de responsabilidad.
En estas circunstancias Derbez convocó conferencia de prensa a su llegada a Ottawa. Le acompañaba Peter MacKay, su homólogo canadiense. Desde el inicio Derbez intentó calmar los caldeados ánimos nacionales. Estipuló que su gobierno apoyaría una investigación "transparente" en el asesinato de los Ianiero. Según Derbez, México invitaría a la Real Policía Montada de Canadá (RCMP, por sus siglas en inglés) para cooperar en las pesquisas de las autoridades mexicanas.
Perito en el estudioso lenguaje diplomático de rigor, Derbez intentó despejar dudas. No lo logró. Desestimó la inteligencia de los medios de comunicación y del público canadiense. Su intervención se caracterizó por respuestas evasivas minuciosamente programados con antelación. Repitiendo mantras una y otra vez, el ágil diplomático apareció acorralado. Ante el duro cuestionamiento de los reporteros, Derbez descartó sin explicación las acusaciones de corrupción y de distorción de los hechos lanzadas por la prensa mexicana contra Rodríguez así como la preocupación expresada por el gobernador de proteger el turismo. El Canciller mexicano se aferró a enunciar fórmulas destinadas a aplacar la opinión pública.
En resúmen, Derbez se pronunció solamente en lo que él asumió que los canadienses querían oir. Pero al reiterar que el incompetente Procurador Rodríguez continuaría dirigiendo la investigación, la conferencia de prensa de Derbez fracasó. Su intervención no aclaró en absoluto la percepción generalizada de que la investigación del crimen y las sospechas fabricadas contra las dos jóvenes canadienses estaban destinadas mayormente a proteger la imagen de México. Derbez dejó la impresión de que lo ocurrido a las víctimas es inconsecuente.
Lo confirmó Rodríguez al día siguiente de las declaraciones del Canciller mexicano. Rodríguez volvió a la carga. En senda conferencia de prensa el Procurador declaró que investigaría "ilícitos lazos comerciales" de los Ianieros en Woodbridge, Ontario, ciudad de residencia de las víctimas. En repetición de sus previas acusaciones responsabilizando al crimen organizado y a dos mujeres canadienses por el asesinato, el anuncio de Rodríguez es gratuito, desatinado y típico de lo que pasa por investigación criminal en México. Es más. Al tenerse en cuenta las raíces italo-canadienses de las víctimas, Rodríguez trae a juego sus personales prejuicios racistas asociando el asesinato con la mafia y con operaciones ilícitas que, a falta de pruebas, solamente existen en la fertil imaginación del Procurador. Equivale a lanzar al aire globos de sospechas sin evidencia que los sostengan. De ahí que ante la demostrada irresponsabilidad de las autoridades de justicia, las promesas de Derbez sean vacías.
Las autoridades canadienses fueron lentas en movilizarse. No fue hasta un día antes de la visita del Canciller mexicano que el nuevo Primer Ministro canadiense Stephen Harper y el Canciller MacKay indicaron que el gobierno tomaría cartas en el asunto. Como Fric y Fran del cuento ambos bajaron del pueblo a la ciudad y los deslumbró Ottawa. Nunca habían visto tantas luces y luminarias. Menos aún enfrentado enjambres de reporteros demandando respuestas concretas a la torpe intervención de las autoridades mexicanas en la investigación. Los neófitos tuvieron que actuar ante las demandas del público y la prensa canadiense. Esto significaría traer al mantel lo que ocurría en presencia de Derbez. Menuda tarea.
Harper y MacKay también se dieron cuenta rápidamente que su elección al gobierno federal trae consigo la ineludible obligación de responder al votante a travéz de la prensa. Lamentablemente Harper detesta a los medios de comunicación. Harper es tan herméticamente cerrado al escrutinio que en corto plazo nombró y despidió a tres directores de relaciones con los medios. Va por el cuarto burócrata. Aún así trata de hacerse invisible a los reporteros. De nada le sirvió. El crimen en Cancún puso punto final a la luna de miel entre los recién elegidos y los canadienses. Ambos recibieron un fenomenal bautismo de fuego. Sorpresivo. Inesperado. Les llegó con la noticia del asesinato.
Tanto el crimen como el sainete policial de las autoridades mexicanas desataron tal ola de indignación en Canadá que los reclamos por justicia terminarían en el regazo del Primer Ministro. A mala hora por su coincidencia con la visita oficial a Ottawa de Derbez, viejo zorro de la diplomacia mexicana. Al percatarse de la magnitud del lío judicial Fric Harper le pasó la bola al más experimentado Derbez añadiendo que “trataría de persuadir a los partidos de oposición para que no lo conviertan en contienda política.” En otras palabras, no hagan olas. ¡No faltaba más!
Mientras el gobierno pecaba de inepto y de ingenuo, el Procurador Rodríguez seguía cobrando víctimas al aterrorizar a las dos jóvenes mujeres canadienses de intachable reputación achacándoles la autoría del crimen y sugiriendo que las extraditaría a México. Al finalizar esta semana se cancelaron las amenazas de extradición sin retractarse Rodríguez ni ofrecer disculpas a las canadienses. Por otra parte, al indicar que el asesinato de los Ianiero no es asunto federal sino estatal, el Canciller mexicano estableció los parámetros. También dejó en claro que más claro no canta un gallo. Rodríguez conducirá la investigación.
De ahí que sea dudoso que Harper logre compromiso concreto de Derbez en la resolución del caso. Aparte de sus superficiales y protocolarias declaraciones, al Canciller mexicano poco le incumbe el crimen. No es su jurisdicción. Derbez llegó a Ottawa a cosas más importantes. A conocer a Harper. A preparar el terreno para la reunión cumbre entre Harper, Fox y el Presidente George W. Bush que tendrá lugar este mes en … ¡¡¡ ta-ra-ra!!! … Cancún. Que no quepa duda que la seguridad de los ilustres visitantes, a diferencia de los turistas asesinados, no recaerá en el Procurador Rodríguez. No le veremos ni por los contornos de los alrededores.
Harper sin embargo debe presionar a México. Donde duele. Donde la plata, platica. En el rubro turístico, comercial y diplomático. En lo turístico Canadá dispone de mecanismos en sus folletos de turismo y de pasaportes. Se utiliza al constatarse que un país no ofrece seguridad al canadiense. Consiste de una Admonición al Turista (Travel Advisory) e indica los riesgos involucrados al visitar determinado país. Además Canadá bien podría llamar a su Embajador a “consulta” en Ottawa, suspender la firma de acuerdos bilaterales y restringir las visitas de ciudadanos mexicanos a este país hasta que se solucione el asesinato. Es lo menos que se espera del Primer Ministro. ¿Chantaje? ¡No importa! Tiene la palabra México.
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