Argenpress
Más de 400 desertores de las fuerzas armadas de Estados Unidos cruzaron la frontera norte del país y tratan de conseguir en Canadá el status de refugiado político, tras negarse a combatir en Irak.
En declaraciones a medios noticiosos, Jeffry House, abogado de Toronto que representa a muchos de esos militares, consideró que la inmensa mayoría clasifican para recibir asilo, según las pautas de Naciones Unidas.
Desde que comenzó la invasión a Irak en marzo de 2003, unos nueve mil militares norteamericanos abandonaron las filas.
Entre quienes esperan recibir asilo político en Canadá se encuentra Ryan Johnson, un californiano de 22 años, cuya unidad fue enviada a Irak en 2005.
Johnson cruzó la frontera en junio último, tras negarse a ser desplegado en el país árabe.
'Yo conversé con muchos soldados que estuvieron en Irak, y me hablaron sobre las personas inocentes que mueren y de los bombardeos a barrios civiles', expresó el ex militar a la prensa, al argumentar las razones por las que dijo adiós al Ejército.
Otro refugiado, Jeremy Hinzman, de 26 años, abandonó por motivos similares la 82 División Aerotransportada, una de las unidades élites más empleadas por Washington en el escenario iraquí.
Desde abril de 2004 el joven batalla por la categoría de refugiado, tras declarase objetor de conciencia.
'Sólo porque usted firme un contrato eso no significa que abdique de la moral humana', dijo recientemente Hinzman al diario británico News Telegrah.
El militar añadió que 'si usted sabe que la orden es injusta, es su deber desobedecerla'.
Hinzman habló con la prensa desde su nuevo hogar en Toronto y expresó su temor de ser considerado un 'sedicioso'. Sin embargo, dejó su mensaje a otros soldados que tuviesen preocupaciones morales respecto a la guerra en Irak.
'Ellos necesitan hacer lo que piensen es correcto. Si eso significa venir a Canadá, sigan su conciencia', enfatizó.
Uno que secundó su ejemplo fue Brandon Hughey, de 18 años, quien dejó atrás su destacamento la noche antes de que fuera movilizado desde Fort Hood, Texas, al Medio Oriente. Ahora vive en la ciudad de Saint Catharines, en Ontario.
Las leyes canadienses prohíben la deportación de quien pueda estar en riesgo de sufrir la pena de muerte.
La guerra en Irak ha vuelto a convertir a Canadá en refugio para los jóvenes norteamericanos que se oponen a participar en el conflicto.
Durante la intervención en Vietnam entre 50.000 y 60.000 estadounidenses cruzaron la frontera canadiense, la mayoría de ellos para evadir el llamado a servir en las fuerzas armadas.
Más de 400 desertores de las fuerzas armadas de Estados Unidos cruzaron la frontera norte del país y tratan de conseguir en Canadá el status de refugiado político, tras negarse a combatir en Irak.
En declaraciones a medios noticiosos, Jeffry House, abogado de Toronto que representa a muchos de esos militares, consideró que la inmensa mayoría clasifican para recibir asilo, según las pautas de Naciones Unidas.
Desde que comenzó la invasión a Irak en marzo de 2003, unos nueve mil militares norteamericanos abandonaron las filas.
Entre quienes esperan recibir asilo político en Canadá se encuentra Ryan Johnson, un californiano de 22 años, cuya unidad fue enviada a Irak en 2005.
Johnson cruzó la frontera en junio último, tras negarse a ser desplegado en el país árabe.
'Yo conversé con muchos soldados que estuvieron en Irak, y me hablaron sobre las personas inocentes que mueren y de los bombardeos a barrios civiles', expresó el ex militar a la prensa, al argumentar las razones por las que dijo adiós al Ejército.
Otro refugiado, Jeremy Hinzman, de 26 años, abandonó por motivos similares la 82 División Aerotransportada, una de las unidades élites más empleadas por Washington en el escenario iraquí.
Desde abril de 2004 el joven batalla por la categoría de refugiado, tras declarase objetor de conciencia.
'Sólo porque usted firme un contrato eso no significa que abdique de la moral humana', dijo recientemente Hinzman al diario británico News Telegrah.
El militar añadió que 'si usted sabe que la orden es injusta, es su deber desobedecerla'.
Hinzman habló con la prensa desde su nuevo hogar en Toronto y expresó su temor de ser considerado un 'sedicioso'. Sin embargo, dejó su mensaje a otros soldados que tuviesen preocupaciones morales respecto a la guerra en Irak.
'Ellos necesitan hacer lo que piensen es correcto. Si eso significa venir a Canadá, sigan su conciencia', enfatizó.
Uno que secundó su ejemplo fue Brandon Hughey, de 18 años, quien dejó atrás su destacamento la noche antes de que fuera movilizado desde Fort Hood, Texas, al Medio Oriente. Ahora vive en la ciudad de Saint Catharines, en Ontario.
Las leyes canadienses prohíben la deportación de quien pueda estar en riesgo de sufrir la pena de muerte.
La guerra en Irak ha vuelto a convertir a Canadá en refugio para los jóvenes norteamericanos que se oponen a participar en el conflicto.
Durante la intervención en Vietnam entre 50.000 y 60.000 estadounidenses cruzaron la frontera canadiense, la mayoría de ellos para evadir el llamado a servir en las fuerzas armadas.
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