miércoles, marzo 29, 2006

Espías de todos los países...

Adrián Mac Liman
CCS. España, marzo del 2006

Durante la guerra fría, los países de Europa Central y Oriental pertenecientes al Pacto de Varsovia fueron el escenario predilecto de los servicios de inteligencia occidentales, empeñados en conseguir la información necesaria para combatir la ideología marxista y preservar la hegemonía geoestratégica de Occidente.

Los agentes encargados de descifrar los secretos del llamado "campo socialista" solían congregarse en Viena. Austria tenía un gran atractivo para las centrales de inteligencia, por tener frontera común con Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia, donde el comunismo se había afianzado tras el reparto de las zonas de influencia acordado en la cumbre de Yalta. Además, los Gobiernos austriacos adoptaron una política de "permisividad" para con los espías de todas las nacionalidades y procedencias. Hasta finales de la década de los 80, Viena tenía fama de ser una especie de paraíso de los servicios, a la vez controlados y tolerados por los órganos de seguridad del país alpino. Sin embargo, a partir de los años 90 y, sobre todo, después de la desintegración del bloque comunista, Austria dejó de ser la atalaya de Occidente. Aprovechando los espectaculares cambios políticos registrados en Europa oriental, los espías empezaron a emigrar al Este.


El último informe publicado por la Oficina de Seguridad Nacional húngara (NBH), señala que en los últimos años Budapest se ha convertido en uno de los lugares predilectos de las cohortes de agentes secretos que siguen muy de cerca el desarrollo socio-económico de la región. Estiman los autores del documento que los agentes secretos, que gozan, en su gran mayoría, de inmunidad diplomática, infringen muy a menudo la ley húngara, transgrediendo las normas de la hospitalidad. Al parecer, los servicios de inteligencia tratan de fichar ante todo a los dobles nacionales o a ciudadanos de origen húngaro nacionalizados en los Estados de la UE para completar sus redes de informadores.

Pero en este caso concreto, ya no se trata de conseguir información política, sino de potenciar el espionaje industrial. Hungría se enorgullece de haberse convertido en la sede europea de grandes empresas multinacionales, como IBM, Nokia o Ericsson, que aprovechan los bajos costes del país para abrir centros de I+D.

El director del Instituto para la Democracia Tradicional y la Seguridad Internacional (ITDIS), Sebestyen Gorka, afirmaba recientemente que, a partir de la década de los 90, las grandes potencias -Francia, Inglaterra, Rusia- abandonaron el espionaje político para dedicarse a operativos de inteligencia industrial y económica. Se suman al pelotón de cabeza otros países pequeños y medianos, como Israel, Polonia y Rumanía, que utilizan los servicios de sus expertos económicos para adquirir secretos relacionados con las nuevas tecnologías o, pura y simplemente, para obtener información detallada sobre las estrategias comerciales de las multinacionales.

Los métodos empleados por los nuevos "James Bond" no han cambiado. Los datos se consiguen a través de emisiones radio, satélites espía, redes de informadores o -¿por qué no?- el chantaje.

Muchos espías sólo utilizan Budapest como plataforma. Suelen desempeñar sus actividades de los países vecinos: Ucrania, Moldavia, Croacia o Rumanía. También se dan casos de agentes que residen en suelo húngaro, pero cuya misión consiste en recabar información sobre el conflicto de Oriente Medio y/o la situación en las antiguas repúblicas ex soviéticas del Cáucaso.

Recuerdan los húngaros que durante las guerras de los Balcanes (Bosnia Herzegovina, Croacia, Serbia, Kosovo) su país fue invadido por los corresponsales de guerra encargados de cubrir los conflictos. Paralelamente, los servicios secretos abrieron sus propias "antenas" en Budapest. Actualmente, cuando los occidentales empiezan a detectar una radicalización del régimen ruso, el mirador magiar recobra su importancia.

Al igual que en la época de la guerra fría, la presencia en Budapest de agentes de todas las nacionalidades favorece el trasvase de informaciones. Al parecer, los datos relativos al programa nuclear iraní llagaron a Occidente merced a las "filtraciones" de los servicios rusos. Aseguran los enviados de Moscú que los iraníes cuentan con una importante red de laboratorios secretos dedicados a la investigación para fines bélicos, muy parecidos a los sitios conocidos de Isfahan, Natanz, Arak y Teherán. Cabe preguntarse qué interés tienen los rusos en divulgar la existencia de estas instalaciones. Si no fuera por aquello de "espías de todos los países…"

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