Isabel Soto Mayedo
(PL) La concreción del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos implica la venta de la soberanía, la salud, la protección ambiental y la justicia, coinciden hoy numerosos especialistas.
Esto es posible a través de los tribunales arbitrales, que serán creados en virtud del contrato y posibilitarán a los mediadores nombrados por las transnacionales y los gobiernos implicados, adoptar o modificar decisiones internas de cada país.
En opinión de la economista costarricense, María Eugenia Trejo, son muchas las mentiras que corren alrededor del TLC: la mayoría de las exportaciones costarricenses y centroamericanas no sólo se dirigen hacia Estados Unidos.
Suele decirse que el acuerdo aumentará las exportaciones y, por consiguiente, fomentará el empleo y bienestar, pero en realidad solo beneficiará a un 10 por ciento de las ventas de estos países, aseguró al diario salvadoreño CoLatino.
La especialista en asuntos laborales aclaró que desde mucho antes casi todos los productos exportados hacia Estados Unidos no pagan impuestos en virtud de un régimen que es aplicado a todas las naciones del mundo.
Tal es el caso del banano, el café y otros, que son de las exportaciones más grandes y tradicionales y están exentas de aranceles para entrar a ese territorio norteño. Para Costa Rica, como para la mayoría de los países de la región, el tema más sensible es el de los productos agrícolas, consideró la autora y compiladora de varias obras sobre el particular.
En Estados Unidos, la agricultura es subsidiada a través de múltiples formas: ayuda tecnológica, estudios de mercado, investigación de productos hasta entrega directa de dinero, entre otros, recordó.
Esa ayuda equivale a unos 80 mil millones de dólares al año, mientras que la producción de toda Centroamérica es, más o menos, de 60 mil millones de dólares. El TLC permitirá a los productos norteños subsidiados, exportados generalmente por las grandes transnacionales que controlan el mercado mundial de alimentos, entrar a nuestros países sin pagar impuestos por concepto de importación, precisó.
Resultado de la política interna aplicada por la Casa Blanca, el arroz estadounidense se vende a un 45 por ciento por debajo del precio del costo de producción.
En virtud de ello, es probable que dentro de una década más o menos, Estados Unidos logrará controlar el 100 por ciento del mercado arrocero en el mundo, según estudios realizados por las cámaras de empresarios de ese país.
Al igual que los restantes países istmeños, Costa Rica comenzó a modificar sus proyectos económicos para orientarse hacia las exportaciones desde hace más de veinte años, explicó la economista.
Esto significa que se ha desplazado muchísima producción de los mercados internos, pues gran cantidad de pequeños productores locales abandonaron las labores agrícolas para concentrarse en la venta al exterior.
Pero con la concreción del TLC, muy pocos serán beneficiados, coinciden investigaciones realizadas por los miembros de Pensamiento Solidario, especialistas de diversas ramas dedicados a evaluar los posibles impactos de ese tratado bilateral. En México, país suscrito a un contrato similar desde 1994, los productores de sorgo, soja, fríjol, arroz y de maíz están desapareciendo y un millón 900 mil trabajadores del agro ya fueron desplazados.
Eso muestra el modo en que puede repercutir sobre las economías menos aventajadas de Latinoamérica el ingreso de productos foráneos libres de impuestos de importación, en opinión de Trejos.
Hay algunos que dicen que esto es más barato para los consumidores y las consumidoras, pero eso tampoco es cierto: en México tampoco bajaron los precios para el consumo, más bien subieron.
El TLC logra colocarse por encima de la constitucionalidad de nuestras naciones y también logra limitar el mantenimiento de políticas territoriales de protección ambiental, recordó la especialista.
Mientras algunos hablan de renegociar lo acordado con el gobierno de George W. Bush, los seguidores del asunto comparten que solo sería posible un acuerdo con Estados Unidos si se contara con un proyecto propio de desarrollo y no con el que esgrimen las transnacionales.
El TLC responde a los intereses de las corporaciones y si se fuera a renegociar valdría sacar de una vez los productos agrícolas, la propiedad intelectual, ambiente, laboral, medicinas, compras del Estado, es decir, todo, insistió Trejos.
Este tratado apoya a una pequeñísima cúpula empresarial, la mayoría de la población sale afectada por el elevado nivel de entrega que hay implícito en su articulado, de allí la necesidad de lograr su erradicación o transformación radical, concluyó.
(PL) La concreción del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos implica la venta de la soberanía, la salud, la protección ambiental y la justicia, coinciden hoy numerosos especialistas.
Esto es posible a través de los tribunales arbitrales, que serán creados en virtud del contrato y posibilitarán a los mediadores nombrados por las transnacionales y los gobiernos implicados, adoptar o modificar decisiones internas de cada país.
En opinión de la economista costarricense, María Eugenia Trejo, son muchas las mentiras que corren alrededor del TLC: la mayoría de las exportaciones costarricenses y centroamericanas no sólo se dirigen hacia Estados Unidos.
Suele decirse que el acuerdo aumentará las exportaciones y, por consiguiente, fomentará el empleo y bienestar, pero en realidad solo beneficiará a un 10 por ciento de las ventas de estos países, aseguró al diario salvadoreño CoLatino.
La especialista en asuntos laborales aclaró que desde mucho antes casi todos los productos exportados hacia Estados Unidos no pagan impuestos en virtud de un régimen que es aplicado a todas las naciones del mundo.
Tal es el caso del banano, el café y otros, que son de las exportaciones más grandes y tradicionales y están exentas de aranceles para entrar a ese territorio norteño. Para Costa Rica, como para la mayoría de los países de la región, el tema más sensible es el de los productos agrícolas, consideró la autora y compiladora de varias obras sobre el particular.
En Estados Unidos, la agricultura es subsidiada a través de múltiples formas: ayuda tecnológica, estudios de mercado, investigación de productos hasta entrega directa de dinero, entre otros, recordó.
Esa ayuda equivale a unos 80 mil millones de dólares al año, mientras que la producción de toda Centroamérica es, más o menos, de 60 mil millones de dólares. El TLC permitirá a los productos norteños subsidiados, exportados generalmente por las grandes transnacionales que controlan el mercado mundial de alimentos, entrar a nuestros países sin pagar impuestos por concepto de importación, precisó.
Resultado de la política interna aplicada por la Casa Blanca, el arroz estadounidense se vende a un 45 por ciento por debajo del precio del costo de producción.
En virtud de ello, es probable que dentro de una década más o menos, Estados Unidos logrará controlar el 100 por ciento del mercado arrocero en el mundo, según estudios realizados por las cámaras de empresarios de ese país.
Al igual que los restantes países istmeños, Costa Rica comenzó a modificar sus proyectos económicos para orientarse hacia las exportaciones desde hace más de veinte años, explicó la economista.
Esto significa que se ha desplazado muchísima producción de los mercados internos, pues gran cantidad de pequeños productores locales abandonaron las labores agrícolas para concentrarse en la venta al exterior.
Pero con la concreción del TLC, muy pocos serán beneficiados, coinciden investigaciones realizadas por los miembros de Pensamiento Solidario, especialistas de diversas ramas dedicados a evaluar los posibles impactos de ese tratado bilateral. En México, país suscrito a un contrato similar desde 1994, los productores de sorgo, soja, fríjol, arroz y de maíz están desapareciendo y un millón 900 mil trabajadores del agro ya fueron desplazados.
Eso muestra el modo en que puede repercutir sobre las economías menos aventajadas de Latinoamérica el ingreso de productos foráneos libres de impuestos de importación, en opinión de Trejos.
Hay algunos que dicen que esto es más barato para los consumidores y las consumidoras, pero eso tampoco es cierto: en México tampoco bajaron los precios para el consumo, más bien subieron.
El TLC logra colocarse por encima de la constitucionalidad de nuestras naciones y también logra limitar el mantenimiento de políticas territoriales de protección ambiental, recordó la especialista.
Mientras algunos hablan de renegociar lo acordado con el gobierno de George W. Bush, los seguidores del asunto comparten que solo sería posible un acuerdo con Estados Unidos si se contara con un proyecto propio de desarrollo y no con el que esgrimen las transnacionales.
El TLC responde a los intereses de las corporaciones y si se fuera a renegociar valdría sacar de una vez los productos agrícolas, la propiedad intelectual, ambiente, laboral, medicinas, compras del Estado, es decir, todo, insistió Trejos.
Este tratado apoya a una pequeñísima cúpula empresarial, la mayoría de la población sale afectada por el elevado nivel de entrega que hay implícito en su articulado, de allí la necesidad de lograr su erradicación o transformación radical, concluyó.
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