lunes, agosto 21, 2006

Primer Ministro canadiense huye de Conferencia Internacional en Toronto

Harper se erradica del HIV/SIDA

Por: Pastor Valle-Garay
Senior Scholar, Universidad de York


Toronto – Stephen Harper tiene talento. Para esconderse. La semana pasada Toronto sirvió de anfitriona a los 24 mil delegados de la XVI Conferencia Internacional contra el HIV/SIDA. Harper brilló por su ausencia. Huyó al Ártico. Lo más lejos posible de Toronto.

Quizás temía contaminarse, por asociación, con la mayor pandemia que ha diezmado al mundo y cobra 8 mil vidas cada día. Quizás el fundamentalismo cristiano de Harper le sugiere que las millones de víctimas se merecen el SIDA por contravenir las erróneas y sujetivas interpretaciones bíblicas de los santullones de bolsillo sobre las relaciones sexuales. Castigo de Dios, justifican los súper machos homofóbicos.


Quizás el simplón de Harper temía que se le redujera al anonimato en la presencia de científicos y de verdaderas personalidades internacionales como el ex Presidente Bill Clinton, Bill y Linda Gates, de Microsoft, el extraordinario embajador canadiense Stephen Lewis, Enviado Especial de las Naciones Unidas para el SIDA y los actores y activistas Richard Gere y Alicia Keys. Para el narcisista Primer Ministro canadiense es insoportable que se le relegue al inexorable papel de Don Nadie aunque le caiga a las mil maravillas.

Quizás la cobardía pudo más que la inteligencia de Harper. La cosa es que no asistió a la Conferencia. Se marchó al remoto norte de Canadá. Disfrutaría de un fugaz día de verano discutiendo, ante una concurrencia de unas 120 personas, la construcción de una base de entrenamiento militar en Iqualuit.

Es cuestionable que George W. Bush, mentor favorito de Harper en la Casa Blanca, asistido a la conferencia. El SIDA no registra en el radar de los insulsos. De lo contrario, Harper obedientemente andaría a la sombra del Presidente lamiéndole sendas botas tejanas. De ahí que Bush estará muy orgulloso del novato pupilo. Su “Steven” se comportó como hombre de pelo en pecho: bases militares, sí; HIV/SIDA, no.

La ausencia de Harper fue chocante para las delegaciones. Para Toronto fue embarazosa. Para Canadá, vergonzosa. Esperaban más compasión del Primer Ministro. Y más inteligencia. Según Harper, no asistió por no “politizar” el tema. ¡Qué imbécil! La ausencia del jefe de estado politizó la conferencia aún más. Y peor.

A estas alturas quizás sería justo disculpar a los delegados por no captar la abismal ignorancia y la falta de conciencia del líder canadiense. No están solos. En Canadá apenas se le reconoce. Escurrirse de una conferencia de trascendencia e impacto mundial alegando que no se debe politizar el HIV/SIDA equivale a intentar tapar el sol con el dedo. Harper no es tan diestro. Al contrario, peca de cínico. Sin decisiones políticas a nivel global, la pandemia continuará extinguiendo miles de vidas a diario.

Harper tampoco está solo. Los colegas del G-8 son cómplices de su indeferencia. Las naciones más desarrolladas del mundo son las que menos contribuyen a combatir el SIDA. Al contrario, las corporaciones farmacéuticas de los países desarrollados en efecto prolongan el sufrimiento de las víctimas y aceleran la expansión de la epidemia al demandar exorbitantes precios por los medicamentos a sabiendas que millones de víctimas carecen de recursos para cubrir los gastos de tratamiento.

Es irónico el contraste entre un individuo y una nación. Bill Gates contribuye US $500 millones de dólares a combatir el HIV/SIDA. Por su parte, Canadá se abstiene de incrementar en $US 60 millones de dólares la contribución que le corresponde. En peor canallada, las corporaciones canadienses se empantanan en batallas legales contra un proyecto que suministraría medicamentos a las víctimas a precios módicos.

Al señalar que la XVI Conferencia Internacional contra el HIV/SIDA en Toronto estaba politizada, Harper puntualizó que éste “no era el momento oportuno” para anunciar si Ottawa contribuiría más fondos a la lucha contra la epidemia. En vista de los 4 millones de personas que han perecido este año como resultado de la epidemia vale preguntarle al Primer Ministro ¿cuándo es el momento oportuno? ¿cuándo vengan elecciones federales?

Lo dudo. Harper padece de miopía aguda. En Vancúver, Colombia Británica, el gobierno federal en Ottawa no se compromete a extender fondos más allá del 12 de septiembre que mantendría funcionando la única clínica canadiense que provee asistencia profesional para evitar la expansión del HIV/SIDA.

Los asistentes a la Conferencia de la semana pasada esperaban más del Primer Ministro. Con harta razón. Mundialmente se reconoce el tradicional liderazgo de Canadá en causas que benefician a la humanidad. Erradicándose de la Conferencia, Harper ultrajó esa imagen y defraudó a los delegados y a las víctimas de la pandemia.

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