lunes, junio 04, 2007

Centroamérica revuelta

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La criminalidad delincuencial está al galope, al menos en tres naciones centroamericanas: El Salvador, Honduras y Guatemala, en los cuales las tasas de homicidios –que miden la real magnitud del fenómeno- se sitúan cerca o más de 50 por cada 100 mil habitantes. En el caso de El Salvador la tasa es de 56, quizá la más alta de todo el hemisferio occidental.

Según consideraciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las tasas de homicidios iguales o superiores a 10 por cada 100 mil habitantes, constituyen epidemias. Lo que quiere decir que en El Salvador, Honduras y Guatemala, la epidemia es algo más que una pandemia, que tiene orígenes multifacéticos.

Por otra parte, ni en Nicaragua, Panamá o Costa Rica, existen tales niveles de criminalidad, pese a que en Nicaragua hubo una guerra civil cruenta y las armas se reproducen “por generación espontánea”. Lo que en estos tres países ocurre es que se ha usado un método más social, más participativo en el combate antidelincuencial.

No es coincidencia que en aquellos países donde la primado la represión, la violencia se extiende y se agrava; donde ha primado la prevención, el fenómeno mengua.

No obstante, la violencia en Centroamérica está también revuelta por causas políticas: la llegada de nuevo al poder de Daniel Ortega en Nicaragua no estaba en los supuestos de la derecha regional, por lo que el consenso derechista en Centroamérica ya fue roto.

Vienen elecciones en Guatemala este año y en 2009 en El Salvador. Fuerzas de izquierda están participando en ambos procesos y su empuje puede ser impetuoso. El caso es que la derecha más conservadora en Centroamérica, que ha andado de la mano con las antiguas élites oligárquicas y militares, está siendo “amenazada” por la alternancia.

Pase lo que pase, Centroamérica no es la misma... Está en transición.

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