jueves, junio 28, 2007

La Libertad que está en Juego

Editorial de Mauricio Fúnes
Programa Sin Censura de (Radio Mi Gente 700 A.M.)


Como pocas veces, esta vez el Presidente Saca tiene razón.

El mandatario lleva ya varias semanas repitiendo la misma cantaleta: las próximas elecciones son determinantes para el país, dice, porque está en juego la vigencia de la democracia.

Los salvadoreños, asegura Saca, deberán escoger entre el sistema de libertades y el autoritarismo. Aunque no deseo aparecer un tanto maximalista, pero la verdad que las elecciones del 2009 son estratégicas para el país en la medida que nos jugamos una de las últimas batallas por la construcción de la democracia y el bienestar de la población.


Después de quince años, los salvadoreños tendremos la oportunidad de recomponer el cuadro político nacional y distribuir el poder en los principales Órganos del Estado. Además del Ejecutivo, estará en juego el control de las decisiones en la Asamblea Legislativa y de la totalidad de los gobiernos locales.

A falta de otro mecanismo de distribución del poder, las elecciones, en este caso, generales, permitirán que un conjunto de fuerzas políticas que entrarán a la contienda compitan por obtener una tajada mayor de la administración del Estado.

Quizás a eso se deba el temor que expresa el Presidente de la República y algunos personeros del Partido Arena cuando intentan convencernos que lo mejor que puede ocurrirle al país es que las cosas siguen como hasta ahora.

El Presidente Saca dice que el país va por buen rumbo, en contraste con lo que asegura la mayoría de salvadoreños que se expresan en las encuestas y para quienes el rumbo seguido hasta ahora no es el mejor.

Para mayo de este año, el 63 por ciento de la población opinaba que la situación económica había empeorado con el actual gobierno y solo un 17 por ciento aseguraba que había mejorado. Es decir, siete de cada diez salvadoreños no estaban de acuerdo con la Política Económica de la Administración Saca.

En esas mismas encuestas, más del 50 por ciento decía en ese entonces que no se sentía beneficiado por el trabajo del gobierno y apenas un siete por ciento decía que se sentía muy beneficiado.

En el mismo sentido, y muy a pesar de las declaraciones optimistas del ministro de seguridad, el combate a la criminalidad continuaba obteniendo valoraciones desfavorables. Además de ser mencionada como uno de los principales fracasos de la gestión Saca, un 50 por ciento de los salvadoreños opinaban que la delincuencia había aumentado con el actual gobierno.

En buenas cuentas, para la mayor parte de los salvadoreños el gobierno del Presidente Saca no ha podido resolver en estos tres años dos de los problemas que más preocupan a la población:

La delincuencia y la crítica situación económica de muchas familias salvadoreñas.

No se necesita ser muy acucioso en el análisis para caer en la cuenta que ni el país atraviesa por su mejor momento ni el presidente, pese a la buena imagen que proyectan de él la mayoría de medios de comunicación, ha podido atraer la confianza que demanda para gobernar.

No está muy lejos la posibilidad, entonces, de que se le conceda a otros la oportunidad de hacer algo mejor por el país. Es esta posibilidad de cambiar de timón y hasta de cambiar de conductor la que preocupa al mandatario.

Si las cosas se hubieran hecho bien en todos estos años, si después de 18 años en el poder, teniendo no solo el control del Ejecutivo sino de las decisiones en la Asamblea Legislativa, la población abrigará la esperanza que el futuro será mejor, entonces, no figuraría en las pesadillas habituales del mandatario la posibilidad de la alternancia.

No para manejar la crisis, no para administrar el sistema, sino para ofrecer una alternativa al estado de cosas existente. El presidente saca no ha escondido su temor por la pérdida del sistema de libertades en las próximas elecciones. Pero,...

¿Qué libertad es la que está en riesgo? ¿La libertad para que y de quienes es la que le preocupa perder al Presidente Saca?

Los empresarios deberían ser libres para hacer negocios.

Sin libertad para invertir no habría empleo y sin empleo no habría acceso a la riqueza. La libertad que podría y debería perderse es la de los pocos mercaderes que han utilizado el aparato del estado para beneficio propio en detrimento de la mayoría.

Es la libertad de quienes han hecho negocios a costa del estado. Cuentan de un ex Ministro que debió salir por la puerta trasera de Casa Presidencial porque acostumbraba a favorecer a unos cuantos empresarios que participaban en las licitaciones públicas y a favorecerse de ellos. Este ex funcionario salió del gobierno con un patrimonio mayor que el que tenía cuando entró a la Administración Pública. Los pasillos del Ministerio donde laboró fueron testigos inertes de esa libertad que rayaba en el abuso. Hubo un funcionario honesto que decidió denunciarlo y acabó primero en la calle.

La libertad para utilizar a discreción el aparato público y desde este uso indebido promover el enriquecimiento ilícito debería acabar con las elecciones del 2009. Bien vistas las cosas, se trata de una práctica autoritaria del ejercicio del poder público reñida a todas luces con la libertad propia de una economía de mercado.

Una práctica excluyente que pide y necesita la eliminación de los obstáculos que se le ponen en frente. Los empresarios honestos y luchadores, que no buscan canonjías con el gobierno, que no se aprovechan de su proximidad con el gobierno, seguramente celebrarán que este autoritarismo disfrazado de libertad termine. Por supuesto, quienes se han cobijado en las faldas de este autoritarismo temen que sus privilegios acaben con las próximas elecciones.

Las elecciones del 2009 más allá de una simple consulta general, se traducirán en una verdadera batalla entre la perpetración de una práctica autoritaria y excluyente, que concibe al aparato de gobierno como patrimonio de intereses privados, y la existencia de un sistema de plenas libertades en beneficio de la población.

Por eso, insisto, tiene razón esta vez el presidente saca al alertar a la población y expresar su temor que en menos de dos años los salvadoreños deberemos escoger entre la libertad y el autoritarismo, entre un gobierno para toda la gente o un gobierno para cierta gente.

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