viernes, diciembre 22, 2006

Niños centroamericanos, al borde del abismo

Yudith Díaz Gazán*, serviex@prensa-latina.cu

Redacción Central (PL).- Bajo la tenebrosa estructura del crimen organizado, funciona la prostitución de menores de edad en Centroamérica, un delito cometido por individuos que pertenecen a redes internacionales de pornografía infantil.

Tal situación es harto conocida por la opinión pública de los países del área, al menos desde 1990, y cada año se hace más evidente que los niños viven al borde del abismo y la insostenibilidad.


A pesar de que los hechos son denunciados en foros internacionales, los gobiernos con capacidad para eliminar el flagelo hacen oídos sordos al asunto.

Aunque son las encargadas de cuidar la niñez, las autoridades no reconocen -por ejemplo- que cinco por ciento de la población infantil centroamericana portadora del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), adquirió el mal víctima del abuso sexual o la prostitución.

Esta última aumenta a diario, porque en un principio eran más los niños que las niñas dados a tan desesperanzadora vida, pero con el tiempo, ellas incrementaron su presencia en las avenidas.

Catalogado como el más antiguo de los oficios, el azote no distingue edades, y es posible encontrar en pleno ejercicio a pequeñas de hasta ocho años, según denuncian grupos humanitarios en foros mundiales.

Pequeños marginados son objeto de comercio en sí mismos, para vender sus órganos vitales a personas con suficiente dinero, cuyos hijos precisan trasplantes.

Diversos estudios del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) revelaron que en la subregión funcionan puntos clave de venta de asistencias sexuales con niños.

Igualmente se sabe que el comercio sexual de menores se efectúa en cualquier país que padezca este flagelo en las zonas más céntricas y estratégicas, como lugares turísticos, puertos, parques, hoteles y -los más comunes- burdeles y populosas calles.

En Honduras se descubrió una casa clandestina conocida como "el kinder", donde practicaban esta actividad y, según investigaciones de la UNICEF, no es la primera ni la última de su tipo.

El organismo explicó que personas jubiladas, expatriados estadounidenses, europeos y de otros sitios del planeta se instalan en Centroamérica para hacer uso de los favores sexuales de infantes.

Y es que, si hay quienes se sirvan de niños prostituidos, habrá quienes se quieran enriquecer a costa de los carentes de capacidad ni poder para decidir sobre sus vidas y defenderse de sus agresores.

Delincuentes de la industria del sexo raptan o convencen a sus víctimas, cuyas edades generalmente oscilan entre 12 y 14 años, aunque los hay más pequeños.

Su manera de operar puede ser recluir a los pequeños, sacarlos de su país -más fácil para los tratantes si ya están fuera- y agredirlos física y psicológicamente, hasta que sin opción alguna, entran en el ambiente.

Casi siempre, los explotadores eligen al sector infantil residente en las calles, que trabajan y necesitan un medio para sobrevivir, en su mayoría niños con hogares destruidos.

Además de Honduras, desde Guatemala y El Salvador se exportan hacia México a centenares de muchachas, vendidas a prostíbulos por 100 ó 200 dólares, denunció Casa Alianza.

Paradójicamente, Human Rights Watch constató que unos 50 mil críos latinoamericanos -por debajo de los 10 años- ingresan cada año a Estados Unidos para fungir como "obreros asalariados".

Como si fueran artículos domésticos expuestos en vidrieras, en el corazón de San Salvador se pueden escoger películas piratas de pornografía infantil, sin que las autoridades muestren interés alguno en evitar su comercialización.

La mercancía prohibida se exhibe en improvisadas tiendas ubicadas en las aceras, desde donde se escuchan disímiles pregones, tales como: "Pornografía Infantil 1 y Pornografía Infantil 2, especiales de a 2.50 dólares cada uno".

UNICEF calculó en julio de 2005 que en el mundo existen unos 100 millones de niños en las calles; de ellos, 40 millones sobreviven en las urbes de Latinoamérica.

Asimismo el organismo estimó que aproximadamente 10 millones son centroamericanos, de hasta 18 años, quienes venden sus cuerpos por dinero.

Un sondeo realizado por la dependencia de Naciones Unidas aseveró que cerca del 70 por ciento de los pequeños explotados tienen una o dos parejas por día, el 4.2 tres o cuatro y el 25.1 por ciento más de cinco.

Arrojó la pesquisa que el 93 por ciento padeció alguna vez enfermedades de transmisión sexual, 78.3 herpes genital, 78.3 gonorrea, 46.65 papilomatosis, 27.3 tricomoniasis vaginal, 13.29 sífilis y 11.7 por ciento sarna.

Para evadir la realidad que les rodea, el 100 por ciento de los niños usan solventes, como el pegamento -su droga preferida-, el 96.5 son narcodependientes perennes y el 3.5 por ciento semanales.

Agregó el estudio que el 100 por ciento de ellos fue abusado sexualmente: más del 53 por un miembro de la familia, 5.95 por amigos, 2.7 por vecinos y el porcentaje restante por desconocidos.

Mientras que el 64.1 por ciento de las niñas tuvo la primera relación sexual con su padre o madre, 10.2 con un tío, 10.2 con un hermano, 2.6 entre amigos y 5.1 fueron desfloradas por el novio.

Un menor que ha caído en esta red nunca, o casi nunca, puede salir de ella porque es amenazado, golpeado y torturado si intenta escapar.

De hecho, se ha sabido de la muerte de adolescentes por esa causa; en muchos casos, son inyectados con enervantes permanentemente para crear una dependencia de sus explotadores.

Los pedófilos son hombres que tiene afición por ejercer su fuerza sexual sobre los niños, por tanto, las relaciones sexuales entre un adulto y un menor responden a la necesidad de dominar por parte del primero, de sentirse más fuerte que su víctima.

Según la UNICEF, la prostitución infantil tiene diferentes orígenes, tales como la desintegración familiar y las violaciones sexuales, casi siempre a manos de familiares cercanos a ellos.

Existen otros factores como la migración, la pobreza y la condición de dependencia del género femenino, que hace que en algunas culturas se rechace y se valore menos a las niñas.

Violencia intrafamiliar, desintegración del hogar, fuga a temprana edad del seno hogareño y adicción a psicotrópicos constituyen un denominador común para las hijas de las calles.

Los efectos de la prostitución infantil recaen sobre las mismas víctimas. Hay consecuencias como el apego a los estupefacientes, embarazos prematuros e indeseados, enfermedades venéreas y trastornos físicos y mentales.

Esto genera un círculo vicioso en el cual los explotados serán los explotadores del futuro: hombres sin el disfrute de una familia normal, del sexo sano y el amor, y mujeres infértiles, complicadas durante los embarazos y a riesgo de padecer cáncer uterino.

Arrastrados por una marea de golpes, los esclavos de la industria del sexo viven al borde de la supervivencia, sufren detenciones ilegales, tortura, abusos sexuales, secuestro y hasta asesinatos.

Defensores de la niñez fustigan recurrentemente la inexistencia de voluntad política para atacar de raíz un flagelo expandido como plaga sobre la infancia, cuya inocencia dormita mutilada.

Especialistas del tema atestiguan que después del narcotráfico, el negocio del juego y la prostitución, la esclavitud infantil es una de las formas más lucrativas de la delincuencia transnacional organizada.

*La autora es periodista de la Redacción de América Latina y el Caribe de Prensa Latina.

1 comentario:

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