miércoles, diciembre 27, 2006

Deportaciones hacia Centroamérica, una pesadilla en el 2006

Odalys Troya Flores*, E-Mail: serviex@prensa-latina.cu

Redacción Central (PL).- Si los desplazamientos de importantes masas de población, las llamadas migraciones, siempre han entrañado innumerables riesgos para el hombre desde la lejana prehistoria, un proceso inverso, mucho más reciente, encierra peligros comparables sólo con la búsqueda de un nuevo territorio: las deportaciones.

Para los centroamericanos este fenómeno tiene rasgos de pesadilla, ya que las naciones del área, además de tener casi de forma vitalicia economías muy empobrecidas, las expectativas de cambios para sus habitantes parecen inalcanzables.


Más de 400 mil centroamericanos abandonan cada año sus territorios de origen detrás de un mundo de quimeras que se abre en los países del norte, particularmente en Estados Unidos.

Innumerables formas, controvertidos métodos e ilimitados peligros rodean la búsqueda de esos sueños: desde el coyote, el accidente en el tren, la estafa, la violación y hasta la muerte.

Sin embargo, para los que llegan a la norteña nación, no siempre el sueño se convierte en la realidad ansiada.

Unos 5,1 millones de centroamericanos, más del 50 por ciento indocumentados, viven en EE.UU., refieren datos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Pero a pesar de que estas personas constituyen una fuerza de trabajo importante, y de que muchos llevan casi una vida en ese país, la expatriación forzada es un ingrediente de la cotidianidad.

La imagen de paraíso que pregona, y por cierto nada barato para quienes la consumen, se ha convertido en un bumerang para las administraciones estadounidenses.

Este año, el Gobierno de George W. Bush, ha impuesto un récord en expatriaciones, especialmente hacia los países del área.

Durante el 2006 deportó a unos 17 mil guatemaltecos, de los cerca de 1,3 millones que residen en ese país, la mayoría de ellos en condición ilegal.

Según el Canciller de Guatemala, Gert Rosenthal, el número de connacionales deportados se incrementa año tras año. Unos ocho mil llegaron en el 2004, mientras que en el 2005 la cifra se incrementó a 13 mil.

Registros de la OIM dan cuenta de que durante 2006 unos 160 mil guatemaltecos emigraron hacia EE.UU. en busca de mejores condiciones de trabajo, cifra que, al igual que el número de deportaciones, se incrementa cada año.

Igualmente, las devoluciones hacia El Salvador crecieron significativamente en 2006.

Las últimas cifras del gobierno salvadoreño hasta la primera quincena de diciembre indican que el total de deportaciones aumentó de siete mil 239 en 2005 a 13 mil 530 este año.

El director de Migración de ese pequeño estado, Rafael Álvarez, considera que lo más notable fue el incremento de casi 95 por ciento en el número de personas deportadas sin antecedentes penales, de cinco mil 412 en 2005, a 10 mil 543 este año.

Para Nicaragua, el panorama es similar. De acuerdo con estadísticas de la Dirección General de Migración y Extranjería, hasta el 30 de noviembre último, mil 605 nicaragüenses habían sido expulsados de Estados Unidos, cifra superior a la de todo el año 2005, que fue de mil 406.

El Cónsul General de Nicaragua en Washington, Juan Carcabelos, aseguró que algunos de los nicaragüenses repatriados eran residentes legales en ese país y sólo por una infracción de tránsito sencilla, los detienen y los entregan a Migración.

Honduras no se queda fuera del festín de expulsiones que ha sido el 2006 para quienes intentan encontrar una vida digna en Estados Unidos.

Entre el 1 de enero y el 14 de este mes, al menos 23 mil 754 hondureños llegaron a su territorio natal por la vía aérea y 60 mil por la terrestre.

En suma, es la cifra más alta de deportaciones que se registra desde 1997, cuando fueron devueltos al país tres mil 992 personas.

Al menos un millón de hondureños residen en Estados Unidos, y de ellos, la mitad viven como "no documentados".

Llama la atención que estas personas son tratadas, en su mayoría, como delincuentes en el trámite de regreso a su país de origen, y por si fuera poco, al llegar, quedan en las mismas condiciones por las que se fueron, particularmente sin empleo, y con el agravante de ni siquiera contar con una vivienda.

La desatención forma parte de la carencia de políticas gubernamentales para ayudarlas. Los pocos que reciben alguna atención, es de organizaciones humanitarias o religiosas, pero sin la capacidad necesaria para enrumbar a la cada vez mayor masa de inmigrados.

En ese sentido, el 2006 resultó particularmente más difícil porque además de las cifras que dicen por sí solas, los propios funcionarios del Servicio de Inmigración y Aduanas de EE.UU. reconocen que fue un año de mucha actividad en las deportaciones

Reactivar la economía de estas repúblicas sería en inicio la solución para evitar que la gente continúe la aventura en busca del "sueño americano", aun a costa de sus vidas.

Lo demás está en pensar que los habitantes de la cintura de América son humanos y que vivir, para ellos, es lo mismo que para el resto de la especie, incluso para quienes inventan un sueño que después convierten en pesadilla.

*La autora es periodista de la Redacción de América Latina y el Caribe de Prensa Latina.

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