Propone Annan enviar más cascos azules a Líbano cuando cesen ataques
Mientras masticaba un pan, George W. Bush, presidente estadunidense, dijo a Tony Blair, premier británico: "la ironía es que necesiten hacer que Siria obligue a Hezbollah a parar esta mierda"
La Jornada
Moscú, 17 de julio. Igual que comenzó, muy condicionada por la crisis de Medio Oriente y las diferencias que mantienen los gobernantes de los países más ricos del mundo y Rusia sobre las causas de la escalada bélica en esa región y la vía más eficaz para detener el derramamiento de sangre, concluyó este lunes la cumbre anual del Grupo de los Ocho (G-8) en San Petersburgo.
Antes de dar inicio la sesión de trabajo de hoy, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, que se incorporó como invitado a la cumbre del G-8 (integrado por Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Japón, más Rusia), propuso enviar a la zona un nuevo contingente de cascos azules, apenas cesen los ataques y se reciba el informe que elabora un equipo del organismo.
El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, apoyó la iniciativa y dijo que la fuerza multinacional de interposición tendría que ser "significativamente mayor" que el actual contingente de la ONU desplegado en la zona en 1978, el Unifil, que cuenta con 2 mil efectivos, aparte de que su misión tendría que ser "mucho más concreta".
Jacques Chirac, presidente de Francia, país que junto con Rusia considera que Israel está dando un respuesta militar desproporcionada en Líbano, opinó que sólo Naciones Unidas puede establecer "un cordón sanitario para detener las agresiones y asegurar la estabilidad de las fronteras".
En su calidad de anfitrión, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, al hacer un balance de la cumbre, que calificó de exitosa, recordó que el G-8 recomendó ayer, en su declaración conjunta sobre Medio Oriente, al Consejo de Seguridad de la ONU estudiar la posibilidad de enviar tropas a Líbano, retomada hoy por Annan como propuesta de la secretaría general.
Putin moderó las expectativas al enfatizar que, para que se concrete esa iniciativa, es necesario contar con "la conformidad" de las partes implicadas en el conflicto, algo que por ahora Israel, con el total respaldo de Estados Unidos, no parece dispuesto a aceptar.
Desprecio a esfuerzos internacionales
Por lo pronto, funcionarios estadunidenses afirmaron que la Casa Blanca no tomará ninguna decisión respecto al envío de más cascos azules a Líbano hasta que se conozca el informe de Naciones Unidas, aunque Bush dio hoy una inequívoca muestra de su desprecio a los esfuerzos de mediación internacional en la crisis de Medio Oriente.
"Fíjate, la ironía es que necesiten hacer que Siria obligue a Hezbollah a parar esta mierda", le comentó Bush a Blair, durante la breve sesión para prensa de imágenes previas a la reunión a puerta cerrada de los Ocho, sin percatarse de que estaban funcionando los micrófonos de las cámaras de televisión.
De paso arremetió contra el secretario general de la ONU: "¿Qué pasa con Kofi Annan? No me gusta cómo enfrenta los acontecimientos. Fundamentalmente, su actitud se reduce a decir: cese el fuego, y todo arreglado. Tuve ganas de decirle a Kofi que llame por teléfono a (el presidente sirio Bachar) Assad, para que algo ocurra".
Y mientras seguía masticando pan con mantequilla, Bush se lamentó de que las intervenciones de sus colegas eran muy largas. "No voy a hablar tanto como los demás. Algunos de estos tipos hablan demasiado", confió a su mejor aliado.
En lo que hace a Irán, el G-8 distribuyó hoy un comunicado en el que reitera la necesidad de que Teherán dé una "respuesta inmediata" a la oferta de incentivos a cambio de suspender su programa de enriquecimiento de uranio, presentada por Alemania y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
De lo contrario, el caso de Irán será turnado a esa instancia de Naciones Unidas, donde Estados Unidos y Gran Bretaña quieren imponer sanciones, mientras Rusia y China consideran que aún es posible encontrar una solución negociada.
A pregunta de un periodista que daba por hecho que Rusia ya dio su visto bueno a la aplicación de sanciones contra Irán, Putin afirmó que, por ahora, "es prematuro hablar de sanciones" porque ello "podría incidir negativamente en el proceso negociador", pero reconoció que el tiempo juega en contra, y pidió "una respuesta lo antes posible".
El mandatario ruso sostuvo una reunión tripartita con el presidente de China, Hu Jintao, y el primer ministro de India, Manmohan Singh, además de entrevistarse por separado con cada uno de ellos, quienes se incorporaron hoy al llamado "diálogo ampliado" como miembros del G-5, integrado también por México, Brasil y Sudáfrica, potencias emergentes que representan a todos los países en desarrollo.
Putin destacó las coincidencias en materia de política exterior entre los tres y expresó que la creciente coordinación de sus diplomacias "es ya un factor de peso en el ámbito internacional".
Para el anfitrión de la cumbre de San Petersburgo, la presencia de China e India, cuyas economías hacen un "aporte colosal" al crecimiento mundial, "dio mayor contenido a los debates" con los Ocho.
El sábado anterior el titular del Kremlin aseveró que, si sus candidaturas son presentadas por los socios más antiguos del club de países más ricos, Rusia apoyará la adhesión al G-8 de China, India y Brasil, país este último al que calificó de "líder del desarrollo, Estado más poderoso y con mejores perspectivas del continente americano".
Mientras masticaba un pan, George W. Bush, presidente estadunidense, dijo a Tony Blair, premier británico: "la ironía es que necesiten hacer que Siria obligue a Hezbollah a parar esta mierda"
La Jornada
Moscú, 17 de julio. Igual que comenzó, muy condicionada por la crisis de Medio Oriente y las diferencias que mantienen los gobernantes de los países más ricos del mundo y Rusia sobre las causas de la escalada bélica en esa región y la vía más eficaz para detener el derramamiento de sangre, concluyó este lunes la cumbre anual del Grupo de los Ocho (G-8) en San Petersburgo.
Antes de dar inicio la sesión de trabajo de hoy, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, que se incorporó como invitado a la cumbre del G-8 (integrado por Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y Japón, más Rusia), propuso enviar a la zona un nuevo contingente de cascos azules, apenas cesen los ataques y se reciba el informe que elabora un equipo del organismo.
El primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, apoyó la iniciativa y dijo que la fuerza multinacional de interposición tendría que ser "significativamente mayor" que el actual contingente de la ONU desplegado en la zona en 1978, el Unifil, que cuenta con 2 mil efectivos, aparte de que su misión tendría que ser "mucho más concreta".
Jacques Chirac, presidente de Francia, país que junto con Rusia considera que Israel está dando un respuesta militar desproporcionada en Líbano, opinó que sólo Naciones Unidas puede establecer "un cordón sanitario para detener las agresiones y asegurar la estabilidad de las fronteras".
En su calidad de anfitrión, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, al hacer un balance de la cumbre, que calificó de exitosa, recordó que el G-8 recomendó ayer, en su declaración conjunta sobre Medio Oriente, al Consejo de Seguridad de la ONU estudiar la posibilidad de enviar tropas a Líbano, retomada hoy por Annan como propuesta de la secretaría general.
Putin moderó las expectativas al enfatizar que, para que se concrete esa iniciativa, es necesario contar con "la conformidad" de las partes implicadas en el conflicto, algo que por ahora Israel, con el total respaldo de Estados Unidos, no parece dispuesto a aceptar.
Desprecio a esfuerzos internacionales
Por lo pronto, funcionarios estadunidenses afirmaron que la Casa Blanca no tomará ninguna decisión respecto al envío de más cascos azules a Líbano hasta que se conozca el informe de Naciones Unidas, aunque Bush dio hoy una inequívoca muestra de su desprecio a los esfuerzos de mediación internacional en la crisis de Medio Oriente.
"Fíjate, la ironía es que necesiten hacer que Siria obligue a Hezbollah a parar esta mierda", le comentó Bush a Blair, durante la breve sesión para prensa de imágenes previas a la reunión a puerta cerrada de los Ocho, sin percatarse de que estaban funcionando los micrófonos de las cámaras de televisión.
De paso arremetió contra el secretario general de la ONU: "¿Qué pasa con Kofi Annan? No me gusta cómo enfrenta los acontecimientos. Fundamentalmente, su actitud se reduce a decir: cese el fuego, y todo arreglado. Tuve ganas de decirle a Kofi que llame por teléfono a (el presidente sirio Bachar) Assad, para que algo ocurra".
Y mientras seguía masticando pan con mantequilla, Bush se lamentó de que las intervenciones de sus colegas eran muy largas. "No voy a hablar tanto como los demás. Algunos de estos tipos hablan demasiado", confió a su mejor aliado.
En lo que hace a Irán, el G-8 distribuyó hoy un comunicado en el que reitera la necesidad de que Teherán dé una "respuesta inmediata" a la oferta de incentivos a cambio de suspender su programa de enriquecimiento de uranio, presentada por Alemania y los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU.
De lo contrario, el caso de Irán será turnado a esa instancia de Naciones Unidas, donde Estados Unidos y Gran Bretaña quieren imponer sanciones, mientras Rusia y China consideran que aún es posible encontrar una solución negociada.
A pregunta de un periodista que daba por hecho que Rusia ya dio su visto bueno a la aplicación de sanciones contra Irán, Putin afirmó que, por ahora, "es prematuro hablar de sanciones" porque ello "podría incidir negativamente en el proceso negociador", pero reconoció que el tiempo juega en contra, y pidió "una respuesta lo antes posible".
El mandatario ruso sostuvo una reunión tripartita con el presidente de China, Hu Jintao, y el primer ministro de India, Manmohan Singh, además de entrevistarse por separado con cada uno de ellos, quienes se incorporaron hoy al llamado "diálogo ampliado" como miembros del G-5, integrado también por México, Brasil y Sudáfrica, potencias emergentes que representan a todos los países en desarrollo.
Putin destacó las coincidencias en materia de política exterior entre los tres y expresó que la creciente coordinación de sus diplomacias "es ya un factor de peso en el ámbito internacional".
Para el anfitrión de la cumbre de San Petersburgo, la presencia de China e India, cuyas economías hacen un "aporte colosal" al crecimiento mundial, "dio mayor contenido a los debates" con los Ocho.
El sábado anterior el titular del Kremlin aseveró que, si sus candidaturas son presentadas por los socios más antiguos del club de países más ricos, Rusia apoyará la adhesión al G-8 de China, India y Brasil, país este último al que calificó de "líder del desarrollo, Estado más poderoso y con mejores perspectivas del continente americano".
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