jueves, julio 20, 2006

El Salvador atado por el águila

Anaray Lorenzo Collazo

Redacción Central, 19 jul (PL) Lejos de causar pesar, la muerte de un soldado salvadoreño en Iraq parece hoy incentivar al presidente Elías Antonio Saca a enviar refuerzos al país árabe.

Curiosamente, después de informado el deceso en la ciudad de Al Kut, provincia de Wasit, el mandatario hizo pública su decisión de solicitar a la Asamblea Legislativa el relevo del contingente militar al que pertenecía la víctima.


En relación con la nueva baja causada al destacamento, aseguró lamentar la pérdida de "un soldado valiente que ha entregado su vida por esta causa de la libertad".

Adelantó que el próximo grupo "estaría viajando en agosto", fecha prevista para el regreso del batallón Cuscatlán, el cual viajó a Bagdad con el pretexto de ayudar en la reconstrucción del país.

La Secretaría de Asuntos Jurídicos de la Presidencia trabaja en el decreto que debe ser aprobado por la Asamblea Legislativa, indicó Saca.

Con el fallecimiento de José Miguel Perdomo, de 40 años de edad, asciende a tres el número de soldados salvadoreños muertos en el conflicto bélico.

El Salvador es el único país latinoamericano que mantiene tropas en esa zona del oriente medio desde agosto del 2003, como parte de las fuerzas de ocupación que encabeza Estados Unidos, y las envía en contingentes de 380 efectivos que se relevan cada seis meses.

Al ocurrir la primera baja en abril de 2004, la Comisión de Derechos Humanos de El Salvador (CDHES) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) exigieron el "retorno inmediato" de los uniformados.

"Ya comenzó a correr la sangre de nuestros soldados, razón más que suficiente para que el gobierno ordene su retiro inmediato", declaró el coordinador de CDHES, Miguel Montenegro.

En tanto, el vocero de relaciones internacionales del FMLN, Sigfrido Reyes, subrayó que en Iraq se vive "una situación altamente volátil y peligrosa, por lo que demandamos la urgente repatriación de los soldados antes de que tengamos que lamentar más muertes".

La reacción del entonces presidente de El Salvador, Francisco Flores, fue similar a la de Saca.

Reportes periodísticos dan cuenta de que Flores lamentó esta muerte y subrayó que las "acciones violentas e irracionales, como este ataque, demuestran la necesidad de la presencia de la comunidad internacional en el proceso de reconstrucción de Iraq".

Lo cierto es que San Salvador desempeña muy bien su rol de lacayo de la Casa Blanca.

Estados Unidos lo tiene bien amarrado a sus botas con el Tratado de Libre Comercio (TLC), el Estatus de Protección Temporal para sus emigrantes a Norteamérica, los socorridos fondos del Milenio.

Y encima el embajador de Washington en El Salvador, Douglas Barclay, asegura que ambos países tienen una de las mejores relaciones bilaterales en el mundo.

En una entrevista publicada por el diario La Prensa Gráfica, el diplomático confirma que la presencia del batallón de Cuscatlán en Iraq es parte de las condiciones de la administración George W. Bush para mantener las prerrogativas de estadía y trabajo a los inmigrantes salvadoreños en la nación norteña.

Tengamos en cuenta que la economía de El Salvador se mantiene a flote con las ayudas económicas que los emigrantes envían a sus familiares.

El año pasado ese monto alcanzó los dos mil 830 millones 200 mil dólares, superando la cifra de 2004 sobre los dos mil 547 millones 600 mil.

Según Barclay, el TLC con Estados Unidos significa un verdadero paso adelante para que la nación centroamericana incremente su productividad y Producto Interno Bruto.

Este no es el criterio de muchos expertos en economía, quienes aducen que esos tratos comerciales propiciarán el saqueo de los recursos de un pequeño país y el aumento de la tasa de desempleo, debido a la privatización de empresas públicas o la quiebra de otras, ante el empuje de las grandes transnacionales.

El TLC establece que los productos norteamericanos competirán "de igual a igual" con los alimentos de producción local, a pesar de contar con enormes subsidios en su país de origen.

A esto se suma un apoyo tecnológico que les concede ventajas inalcanzables en comparación con la producción nacional.

Con la apertura de las fronteras, prerrogativa contenida en el acuerdo, los países de escasos recursos tienen que lidiar además con el peligro de contaminación animal y vegetal, lo que traería impactos negativos a sus economías.

Mientras El Salvador espera por los 250 millones de dólares, no reembolsables, de los llamados fondos del Milenio, para ejecutar proyectos de desarrollo, un nuevo contingente de pobres se incorpora a la lucha por la supervivencia diaria.

Sus índices de pobreza rondan el 40 por ciento de la población total, estimada en 6,7 millones de habitantes, y el discurso político apunta al águila imperial como única alternativa de salvación.

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