miércoles, julio 04, 2007

Todos en el suelo o todos en la cama

Editorial de Mauricio Funes –
Programa Sin Censura de (Radio Mi Gente 700 A.M.)


Esta bien que se haya realizado la captura del principal implicado en el asesinato de dos policías, ocurrido hace casi un año frente al Hospital de Niños Benjamín Bloom, a inmediaciones de la Universidad de El Salvador.

Si es cierto, como dice el Director de la PNC, que desde hace menos de un año le seguían la pista al sospechoso, la captura de este habla bien de la inteligencia policial. Es como dice el Presidente Saca un certero golpe a la impunidad. Aunque a decir verdad, yo diría que es un golpe a cierta impunidad, no a toda.


Si así fuera, si se persiguiera toda la delincuencia con la misma diligencia e interés que se ha puesto en el caso de los policías asesinados, los índices de violencia después de tres años de Gobierno Saca habrían bajado sensiblemente. Basta un ejemplo. El asesinato del matrimonio Manzanares, padres de Mariposa, la conocida locutora de Radio Venceremos, sigue sin resolverse. A un año del macabro crimen no hay una tan sola pista que permita dar con los autores materiales y ya no digamos con los intelectuales de este repugnante asesinato. Los dos ancianos fueron torturados y ejecutados sumariamente en su casa de habitación y nadie parece haber visto ni oído nada.

Ocurrió por la misma fecha del asesinato a quemarropa de los dos policías. Estaban desarmados, su edad no les permitía defenderse de sus victimarios. Tampoco se ha dado espacio, desde las investigaciones policiales o de la tímida cobertura periodística, a una lectura política de los acontecimientos, como rápidamente se hizo y se continúa haciendo con el caso Belloso.

Llama la atención que todos los Medios de Comunicación, como si estuvieran alineados, siguen sin pasar por alto la antigua militancia efemelenista de Belloso. Más importante que descubrir a que se dedicaba en estos momentos Belloso, a los medios de prensa y a la dirigencia de arena les preocupa lo que hacía en el pasado. Su interés está más puesto en mantener vivo su pasado que en resolver la nueva estructura criminal a la que pertenecía.

No aceptan que Belloso, como ha insistido el FMLN, dejó de pertenecer a las estructuras de este partido político. Tampoco destacan que ni la autodenominada Brigada Limón, ni las BRES, ni el MERS forman parte de las estructuras internas del FMLN, bajo control de su dirección nacional.

O no entienden o se hacen pero los medios y la dirigencia de ARENA no aceptan que no es la dirección del FMLN y mucho menos su militancia la que debe dar cuenta de las armas, algunas de ellas hechizas o de fabricación casera, encontradas en la vivienda donde según la PNC moraba Belloso.

Cuando un agente de la policía es encontrado sospechoso de integrar una estructura criminal dentro de la policía, como ocurrió con aquellos que se dedicaban al contrabando de queso o los que extorsionaban mareros en los alrededores de la residencial San Luis, de esta capital, no fue la dirección de la corporación policial o el entonces Ministro de Gobernación, René Figueroa, quienes pagaron los platos rotos.

Se les capturó, se les juzgó y nadie puso en duda el profesionalismo de la institución. Ningún medio de comunicación se atrevió si quiera a insinuar que estas estructuras actuaban con el conocimiento y beneplácito de las autoridades policiales. Tampoco se le ha pedido a la dirección del Partido de Conciliación Nacional que explique por que uno de sus diputados se dedicaba al blanqueo de dinero.

Ni siquiera se ha orientado la investigación judicial a desenredar la madeja de las responsabilidades por el lado de su ejecutivo nacional, o al menos de los diputados y dirigentes más próximos al indiciado.

No hemos escuchado a un Presidente de la República decir, a los cuatro vientos, como ha ocurrido con Belloso, que no quisiera pensar que el PCN está detrás del delito cometido por Silva Pereira, y menos dudar de su Director Policial o del Ministro Figueroa cuando algunos agentes aparecen untados en algún hecho delincuencial.

Cuando alguien se atrevió a sugerir que una línea de investigación en el asesinato de los tres parlamentarios salvadoreños en Guatemala debería pasar por considerar una probable relación de estos, o de algunos de ellos, con el narcotráfico, el propio Fiscal General de la República fue el primero es descartar la necesidad de abrir un expediente en este sentido.

Lo curioso es que cuando se trata de la izquierda, las palabras incriminatorias escapan con facilidad de la boca de los funcionarios.

Tampoco todos los crímenes se investigan y son sancionados con la misma velocidad. Sin castigo siguen los asesinos de Katia Miranda, hecho criminal ocurrido en presencia de una buena cantidad de militares y policías en activo que dormían con ella en el mismo rancho de playa donde fue vejada y asesinada. Sin castigo siguen los asesinos de la locutora Lorena Saravia o del empresario Mauricio García Prieto. Y de cientos y cientos de víctimas de la delincuencia que a diario son asesinados sin que haya hasta la fecha una investigación policial montada con celeridad y tan eficaz como la que le siguió la pista a Belloso hasta Nicaragua.

Los indicios de hechos de corrupción tampoco son valorados en su justa dimensión. El fin de semana nos enteramos que el tribunal de ética había decidido amonestar por escrito al Ministro de Salud, Guillermo Maza, y que no había encontrado razones suficientes para establecer que hubo un conflicto de interés cuando se atendieron pacientes del Sector Público en un conjunto de clínicas privadas propiedad de la familia del Ministro.

Ha bastado con una carta dirigida al Ministro Maza en la que se le reclama la negligencia en no haber puesto a funcionar los tomógrafos donados por una fundación privada para que el caso sea cerrado por el Tribunal.

Tampoco se dice nada del desvió de dinero donado para la reconstrucción de los hospitales dañados por los terremotos del 2001 que fueron invertidos en el arreglo de la oficina del Ministro de Salud.

Menos que se investiga la destrucción de varias toneladas de medicinas vencidas en el seguro social en momentos en que escasean los medicamentos del cuadro básico que deberían ser proporcionados por la institución.

Ni la policía, ni la fiscalía se han movido con la misma celeridad que en el caso Belloso para aclarar que esta pasando con las muertes y deformaciones que está provocando una intoxicación masiva con plomo presumiblemente atribuida a una fábrica de baterías para carro en el sitio el niño, jurisdicción de San Juan Opico, en el Departamento de la Libertad.

Entonces ¿de que combate a la impunidad estamos hablando? ¿Todos los casos son iguales ante la ley? O ¿unos son más importantes que otros? ¿A unos se les destina más tiempo, más recursos y más inteligencia que a otros?

Dicho sea de paso, el Presidente debería establecer las coordenadas correctas y no equivocar tiempos y lugares para no dar la impresión de que se contradice en sus afirmaciones.

Ayer (el lunes), durante una Conferencia de Prensa aseguró que Belloso había participado y estaba detrás de los incidentes en carretera a Suchitoto cuando una Comitiva del Gobierno se disponía a inaugurar un Programa de Descentralización del agua que para las comunidades afectadas tiene toda la pinta de una privatización del servicio.

La verdad que no se puede participar en una concentración que comenzó a las 8 de la mañana cuando desde antes de la siete la policía ya había echado mano del supuesto mentor de las protestas.

Salvo que las órdenes hayan sido dadas por Internet inalámbrico desde las cuevas donde se supone que Belloso había pasado la noche.

Tarea para la inteligencia policial.

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