Odalys Troya Flores
Redacción Central, 27 abr (PL) Con la firma de los Acuerdos de Paz, El Salvador puso punto final a una guerra de más de una década, sin embargo, el gusto por la militarización no parece desprenderse de los gobernantes de esa nación.
Lo más reciente en ese terreno en este país -con un índice de pobreza de más del 50 por ciento de la población-, es la fabricación y venta de un primer avión de vigilancia Super Cruiser 300.
La aeronave, diseñada para misiones de reconocimiento, fue fabricada en suelo salvadoreño por la empresa Pulsar Group.
Según la ministra de Economía, Yolanda Mayora de Gaviria, con la venta del avión a la empresa israelí ELTA, el país inicia la era de las exportaciones de alta tecnología.
Otro de los puntos más señalados en cuanto a la militarización es el envío de soldados salvadoreños a la otrora Escuela de las Américas, hoy Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica (WHINSEC, por sus siglas en inglés).
Organizaciones humanitarias como la estadounidense Observadores de las Américas, advierten que cada vez aumenta más el envío de efectivos hacia ese centro, el cual pasó de 17 a 120.
Después de Colombia, El Salvador es el segundo que más alumnos manda a entrenar a la citada institución. Allí han estudiado unos siete mil militares salvadoreños desde su fundación.
La Comisión de Trabajo de Derechos Humanos Pro Memoria Histórica, integrada por varias organizaciones civiles, apoya al Observatorio de la Escuela de las Américas en su demanda de cierre del centro, que opera bajo supervisión del ejército de Estados Unidos.
Allí los alumnos se especializan en las áreas de guerra de baja intensidad, operaciones psicológicas, técnicas de contrainsurgencia, operaciones de comando, métodos de interrogación y recolección de información.
Al asunto de la guerra se suma también la presencia de soldados salvadoreños en Iraq.
Unos 380 militares del contingente salvadoreño permanecen en la ciudad iraquí de Kut, desde los inicios de la ocupación del país árabe liderada por Estados Unidos.
La presencia en Iraq de soldados salvadoreños recibe innumerables críticas de diversos sectores por ser el único país latinoamericano que participa en la coalición de Estados Unidos desde agosto del 2003.
Hasta la fecha, cinco militares han muerto y otros 24 ha resultado heridos en diferentes acciones.
A todo este contexto bélico se suman los indicadores de violencia que imperan en el país, que según un reciente estudio titulado Centroamérica 2005-2006, desde una perspectiva de Derechos Humanos, son los más altos del llamado triángulo Norte.
De acuerdo con el informe de organizaciones de la región, en El Salvador se registran 55,5 homicidios por cada 100 mil habitantes, 40,6 en Honduras y 37,5 en Guatemala, las tres naciones que forman esa subregión.
La mayoría de los crímenes que se cometen en El Salavador -un 80 por ciento, refiere la Policía Nacional Civil (PNC)- son perpetrados con armas de fuego.
Y es que en la nación, de acuerdo con el director de la PNC, Rodrigo Avila, con frecuencia decomisan armas ilegales.
Buena parte de ellas puede provenir de antiguos conflictos civiles en la región, ya que la institución ha decomisado fusiles AKM, AK-47 y G-3, de los años 80 y que probablemente quedaron escondidas tras el conflicto salvadoreño (1980-1992), asegura.
Con el fin de paliar la violencia, a finales de 2006 la Asamblea Legislativa aprobó la ampliación de las restricciones para la portación de armas en lugares públicos.
Sin embargo, la cultura de la violencia, que dicen impera en la nación, está fuertemente vinculada a la "cultura de las armas".
Como colofón, tropas salvadoreñas se alistan para integrar misiones de mantenimiento de paz auspiciadas por Naciones Unidas, según el coronel Julio Enrique Ochoa Orellana, director de la Escuela de Operaciones de Paz de la Fuerza Armada.
Según declaraciones del militar, desde hace varios meses el ejército comenzó la preparación del personal de infantería, de sanidad militar, de ingeniería y de policía militar.
Actualmente, sólo oficiales salvadoreños del Ejército, la Fuerza Naval y la Fuerza Aérea participan en calidad de observadores en operaciones que ejecuta la ONU en diferentes partes del mundo.
Redacción Central, 27 abr (PL) Con la firma de los Acuerdos de Paz, El Salvador puso punto final a una guerra de más de una década, sin embargo, el gusto por la militarización no parece desprenderse de los gobernantes de esa nación.
Lo más reciente en ese terreno en este país -con un índice de pobreza de más del 50 por ciento de la población-, es la fabricación y venta de un primer avión de vigilancia Super Cruiser 300.
La aeronave, diseñada para misiones de reconocimiento, fue fabricada en suelo salvadoreño por la empresa Pulsar Group.
Según la ministra de Economía, Yolanda Mayora de Gaviria, con la venta del avión a la empresa israelí ELTA, el país inicia la era de las exportaciones de alta tecnología.
Otro de los puntos más señalados en cuanto a la militarización es el envío de soldados salvadoreños a la otrora Escuela de las Américas, hoy Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica (WHINSEC, por sus siglas en inglés).
Organizaciones humanitarias como la estadounidense Observadores de las Américas, advierten que cada vez aumenta más el envío de efectivos hacia ese centro, el cual pasó de 17 a 120.
Después de Colombia, El Salvador es el segundo que más alumnos manda a entrenar a la citada institución. Allí han estudiado unos siete mil militares salvadoreños desde su fundación.
La Comisión de Trabajo de Derechos Humanos Pro Memoria Histórica, integrada por varias organizaciones civiles, apoya al Observatorio de la Escuela de las Américas en su demanda de cierre del centro, que opera bajo supervisión del ejército de Estados Unidos.
Allí los alumnos se especializan en las áreas de guerra de baja intensidad, operaciones psicológicas, técnicas de contrainsurgencia, operaciones de comando, métodos de interrogación y recolección de información.
Al asunto de la guerra se suma también la presencia de soldados salvadoreños en Iraq.
Unos 380 militares del contingente salvadoreño permanecen en la ciudad iraquí de Kut, desde los inicios de la ocupación del país árabe liderada por Estados Unidos.
La presencia en Iraq de soldados salvadoreños recibe innumerables críticas de diversos sectores por ser el único país latinoamericano que participa en la coalición de Estados Unidos desde agosto del 2003.
Hasta la fecha, cinco militares han muerto y otros 24 ha resultado heridos en diferentes acciones.
A todo este contexto bélico se suman los indicadores de violencia que imperan en el país, que según un reciente estudio titulado Centroamérica 2005-2006, desde una perspectiva de Derechos Humanos, son los más altos del llamado triángulo Norte.
De acuerdo con el informe de organizaciones de la región, en El Salvador se registran 55,5 homicidios por cada 100 mil habitantes, 40,6 en Honduras y 37,5 en Guatemala, las tres naciones que forman esa subregión.
La mayoría de los crímenes que se cometen en El Salavador -un 80 por ciento, refiere la Policía Nacional Civil (PNC)- son perpetrados con armas de fuego.
Y es que en la nación, de acuerdo con el director de la PNC, Rodrigo Avila, con frecuencia decomisan armas ilegales.
Buena parte de ellas puede provenir de antiguos conflictos civiles en la región, ya que la institución ha decomisado fusiles AKM, AK-47 y G-3, de los años 80 y que probablemente quedaron escondidas tras el conflicto salvadoreño (1980-1992), asegura.
Con el fin de paliar la violencia, a finales de 2006 la Asamblea Legislativa aprobó la ampliación de las restricciones para la portación de armas en lugares públicos.
Sin embargo, la cultura de la violencia, que dicen impera en la nación, está fuertemente vinculada a la "cultura de las armas".
Como colofón, tropas salvadoreñas se alistan para integrar misiones de mantenimiento de paz auspiciadas por Naciones Unidas, según el coronel Julio Enrique Ochoa Orellana, director de la Escuela de Operaciones de Paz de la Fuerza Armada.
Según declaraciones del militar, desde hace varios meses el ejército comenzó la preparación del personal de infantería, de sanidad militar, de ingeniería y de policía militar.
Actualmente, sólo oficiales salvadoreños del Ejército, la Fuerza Naval y la Fuerza Aérea participan en calidad de observadores en operaciones que ejecuta la ONU en diferentes partes del mundo.
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