Licda. Norma Guevara de Ramirios
El Estado empleará todos los recursos a su alcance para proporcionar ocupación al trabajador manual o intelectual y para asegurar a él y a su familia las condiciones económicas de una existencia digna. Sabemos perfectamente que ocurre todo lo contrario.
Día de la solidaridad internacional de las y los trabajadores, de quienes con su esfuerzo producen la riqueza, de quienes reciben la parte más pequeña, de quienes corren el riesgo mayor en la creación de obras monumentales, de las y los imprescindibles para lograr el desarrollo de los pueblos; eso es el primero de Mayo y por eso debemos juntarnos, marchar, expresarnos, contarnos, recordar logros y golpes, unirnos y reconocer que la vida implica lucha y si la realizamos unidos y con propósitos claros, avanzaremos.
El primero de Mayo es un día de tradiciones políticas de la clase trabajadora; y es así porque en él se expresa lo central de sus problemas, y los problemas de la clase trabajadora a su vez exhibe con nitidez la salud política del Estado. Los bajos salarios, la precariedad del empleo, la débil o nula cobertura de prestaciones propias de la seguridad social, la discriminación en las remuneraciones cuando un hombre y una mujer desempeñan una misma función pero la mujer recibe menos, el desconocimiento o desprotección a las organizaciones sindicales, en fin una enorme lista de problemas que expresan el incumplimiento de derechos, aflora en estas jornadas de lucha con más motivos de reclamo que de celebración.
Nuestra Constitución establece que el trabajo es una función social que goza de la protección del Estado y no se considera artículo de comercio; establece así mismo, que el Estado empleará todos los recursos a su alcance para proporcionar ocupación al trabajador manual o intelectual y para asegurar a él y a su familia las condiciones económicas de una existencia digna. Sabemos perfectamente que ocurre todo lo contrario.
Las políticas económicas impulsadas por el gobierno central acarrean consecuencias graves par las mayorías, especialmente para las y los trabajadores y sus familias, el efecto más desastroso es el desempleo, la desprotección a la salud, el deterioro de las pensiones, la falta de oportunidades y el estímulo a la emigración y al autoempleo o economía informal. Desaparecieron medidas que en el pasado representaban una especie de amortiguamiento para el segmento de la población con empleos precarios y salarios bajos; en los gobiernos de Arena desaparecieron medidas como la excepción del IVA a los productos de la canasta básica y las medicinas, o la existencia de oferta de productos como el arroz, los frijoles, el azúcar y otros cuando existía el IRA y muchas otras agravaron la precariedad de quienes a penas logran obtener un empleo con salario mínimo o a trabajadoras que son jefas de hogar.
Las privatizaciones en la distribución de energía, en la refinería de petróleo, de la telefonía se convierten automáticamente en impactos a la capacidad adquisitiva de las familias; parecen sin fin las alzas de tarifas de energía, de agua y todo ello deteriora la calidad de vida de las mayorías. De manera que están íntimamente unidas la visión política de los gobernantes con las posibilidades de que se cumplan los preceptos constitucionales y los derechos de las y los trabajadores; por eso las jornadas de análisis de la situación de los trabajadores y las trabajadoras salvadoreñas se debe hacer en el contexto de la realidad política, social, cultural de nuestro tiempo y desde la perspectiva de ciudadanos que somos.
Se impulsa deliberadamente desde el gobierno central una economía que debilita sectores generadores de empleo como la agricultura, se privilegia la explotación improductiva de las remesas, se trabaja más a favor de las ganancias de los empleadores y ve con menosprecio a la clase trabajadora, eso lleva por mal camino al país, la sociedad paga un alto precio con una secuela de problemas como la inseguridad y la delincuencia.
Las organizaciones laborales, de distinto tipo, legalizadas o no; los trabajadores no organizados tienen una enorme responsabilidad hacia el futuro, vincular su realidad concreta a la forma de producir y reproducir gobiernos de derecha identificados con una visión contraria a la justicia social, propiciadores del deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores y las trabajadores así como de las y los pensionados. Se impone unir voluntades para un cambio.
El Estado empleará todos los recursos a su alcance para proporcionar ocupación al trabajador manual o intelectual y para asegurar a él y a su familia las condiciones económicas de una existencia digna. Sabemos perfectamente que ocurre todo lo contrario.
Día de la solidaridad internacional de las y los trabajadores, de quienes con su esfuerzo producen la riqueza, de quienes reciben la parte más pequeña, de quienes corren el riesgo mayor en la creación de obras monumentales, de las y los imprescindibles para lograr el desarrollo de los pueblos; eso es el primero de Mayo y por eso debemos juntarnos, marchar, expresarnos, contarnos, recordar logros y golpes, unirnos y reconocer que la vida implica lucha y si la realizamos unidos y con propósitos claros, avanzaremos.
El primero de Mayo es un día de tradiciones políticas de la clase trabajadora; y es así porque en él se expresa lo central de sus problemas, y los problemas de la clase trabajadora a su vez exhibe con nitidez la salud política del Estado. Los bajos salarios, la precariedad del empleo, la débil o nula cobertura de prestaciones propias de la seguridad social, la discriminación en las remuneraciones cuando un hombre y una mujer desempeñan una misma función pero la mujer recibe menos, el desconocimiento o desprotección a las organizaciones sindicales, en fin una enorme lista de problemas que expresan el incumplimiento de derechos, aflora en estas jornadas de lucha con más motivos de reclamo que de celebración.
Nuestra Constitución establece que el trabajo es una función social que goza de la protección del Estado y no se considera artículo de comercio; establece así mismo, que el Estado empleará todos los recursos a su alcance para proporcionar ocupación al trabajador manual o intelectual y para asegurar a él y a su familia las condiciones económicas de una existencia digna. Sabemos perfectamente que ocurre todo lo contrario.
Las políticas económicas impulsadas por el gobierno central acarrean consecuencias graves par las mayorías, especialmente para las y los trabajadores y sus familias, el efecto más desastroso es el desempleo, la desprotección a la salud, el deterioro de las pensiones, la falta de oportunidades y el estímulo a la emigración y al autoempleo o economía informal. Desaparecieron medidas que en el pasado representaban una especie de amortiguamiento para el segmento de la población con empleos precarios y salarios bajos; en los gobiernos de Arena desaparecieron medidas como la excepción del IVA a los productos de la canasta básica y las medicinas, o la existencia de oferta de productos como el arroz, los frijoles, el azúcar y otros cuando existía el IRA y muchas otras agravaron la precariedad de quienes a penas logran obtener un empleo con salario mínimo o a trabajadoras que son jefas de hogar.
Las privatizaciones en la distribución de energía, en la refinería de petróleo, de la telefonía se convierten automáticamente en impactos a la capacidad adquisitiva de las familias; parecen sin fin las alzas de tarifas de energía, de agua y todo ello deteriora la calidad de vida de las mayorías. De manera que están íntimamente unidas la visión política de los gobernantes con las posibilidades de que se cumplan los preceptos constitucionales y los derechos de las y los trabajadores; por eso las jornadas de análisis de la situación de los trabajadores y las trabajadoras salvadoreñas se debe hacer en el contexto de la realidad política, social, cultural de nuestro tiempo y desde la perspectiva de ciudadanos que somos.
Se impulsa deliberadamente desde el gobierno central una economía que debilita sectores generadores de empleo como la agricultura, se privilegia la explotación improductiva de las remesas, se trabaja más a favor de las ganancias de los empleadores y ve con menosprecio a la clase trabajadora, eso lleva por mal camino al país, la sociedad paga un alto precio con una secuela de problemas como la inseguridad y la delincuencia.
Las organizaciones laborales, de distinto tipo, legalizadas o no; los trabajadores no organizados tienen una enorme responsabilidad hacia el futuro, vincular su realidad concreta a la forma de producir y reproducir gobiernos de derecha identificados con una visión contraria a la justicia social, propiciadores del deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores y las trabajadores así como de las y los pensionados. Se impone unir voluntades para un cambio.