miércoles, septiembre 19, 2007

“Insisto: Somos más los que aspiramos al cambio”

Publicado en Co-Latino
Mauricio Funes

La posibilidad de una alternancia en el poder en las elecciones generales del 2009 ha abierto también la oportunidad histórica de construir un nuevo pacto social entre los salvadoreños.

Es precisamente esta posibilidad la que ha provocado que en sólo una semana se hayan hecho públicas tres iniciativas tendientes a unificar los sectores políticos y sociales que tienen como denominador común la necesidad de imprimirle un nuevo rumbo al país.


A pesar de las descalificaciones que ya comenzaron a experimentar, especialmente por algunos sectores de la derecha, los tres esfuerzos recogen, por separado, el deseo de un cambio en el actual estado de cosas.

Esta es una demanda ciudadana que se venía expresando con repetida insistencia en las diferentes encuestas de opinión y a la que el partido en el gobierno no ha podido responder con voluntad y menos con autenticidad.

Hace más de 20 años, ARENA incursionó en el espectro político nacional con el ofrecimiento de un cambio para mejorar.

En el entendido que los años de gobierno democristiano no representaban más que una pérdida coyuntural del control de aparato de estado, la derecha vendió la ilusión de que al retomar el gobierno las cosas irían mejor para la mayoría de salvadoreños.

Después de todo este tiempo, hemos podido constatar que fueron pocos los que cambiaron y menos los que han mejorado.

El país cambió, adquirió un nuevo rostro, pero no mejoró como se dijo que lo haría.

Probablemente, algunos hayan mejorado en sus ingresos y condiciones de vida, pero la mayoría ha debido enfrentar un empobrecimiento creciente.

En 18 años, no cabe duda que en El Salvador hay más carreteras, más pasos a desnivel, más centros comerciales, más edificios de apartamentos, más vehículos en circulación, más teléfonos celulares, y sin embargo, no por ello hay más bienestar y mayor desarrollo social.

Si así fuera, hoy habría más oportunidades, más y mejores empleos.

El Banco Central de Reserva aseguró que en el primer semestre de este año, se habían creado más de 20 mil empleos.

La cifra no revelaba, por supuesto, en qué sectores de la actividad económica es que han surgido y menos cuál es la calidad de estos.

En contraste, se sabe que a diario dejan el país entre 400 y 500 salvadoreños, en su mayoría jóvenes, en busca de mejores oportunidades.

La libre entrada de mano de obra guatemalteca, hondureña y nicaragüense no quiere decir que el nivel de los salarios pagados en el país tenga tal atractivo que estos centroamericanos prefieran trabajar aquí que en sus países de origen…

Este hecho sólo revela que ante la falta de estímulos para colocarse en la actividad productiva salvadoreña, los empleadores aprovechan la existencia de una fuerza laboral que se cotiza por debajo del nivel exigido por el trabajador local para mantener deprimidos los salarios.

No es por azar que sea precisamente en el campo donde los salarios se han mantenido estancados por varios años y cuyo nivel mínimo no alcance ni siquiera los 80 dólares al mes.

Situación que no es exclusiva de las zonas rurales, ya que también en el sector maquila la demanda por un aumento de los salarios se ha hecho sentir nuevamente.

Hace un par de meses, la Mesa Sindical de Trabajadores de la Maquila (MSTM) y varios sindicatos relacionados al sector textil solicitaron a la Asamblea Legislativa la aprobación de un decreto recomendable para que el ejecutivo retome el tema del aumento al salario mínimo.

Los trabajadores textileros exigían un incremento del cien por ciento en sus remuneraciones, pudiendo subir el salario mínimo actual de 157 dólares al mes a un poco más de 300.

La ley establece que es el Consejo del Salario Mínimo, integrado por representantes patronales, de los trabajadores y del gobierno, quién deberá revisar periódicamente el salario base y proponer al ejecutivo un aumento cuando fuese necesario.

La Asamblea, dominada por las fracciones de ARENA y el PCN, desestimó la propuesta en el entendido que es una decisión que no le corresponde tomar a este órgano del estado y que toda revisión salarial debe estar en función de la productividad de las empresas y no de la necesidad de los trabajadores.

Bajo este argumento, los intentos por incrementar los salarios y ponerlos a tono con el aumento progresivo en el costo de la vida se han enfrentado con una visión estrecha de la realidad de las familias salvadoreñas, pasando por alto que no es el criterio de la rentabilidad empresarial el que debe prevalecer al momento de analizar la posibilidad de un aumento sino la obligación del estado de asegurar un nivel de vida digno para los trabajadores y sus grupos familiares.

En casi dos décadas de gobiernos de ARENA los aumentos salariales decretados no han generado bienestar en la población y menos aún, han permitido cerrar la brecha social, según la cual, la parte de la riqueza nacional a la que tienen acceso quiénes tienen los ingresos más altos del país cada año es mayor, mientras que el porcentaje al que tienen acceso los que gozan de los salarios más bajos tiende a disminuir.

Esta realidad, complementada por los altos niveles de delincuencia, impunidad, corrupción del estado y baja inversión en salud y educación, es la que la mayoría de salvadoreños aspira a cambiar.
Por esta realidad es que la mayoría de salvadoreños viene exigiendo desde hace algunos años la necesidad de imprimirle un nuevo rumbo a la nave del estado.

El temor al cambio que expresan algunos sectores de la derecha es el temor a perder el control sobre la maquinaria gubernamental que ha hecho posible la existencia de los privilegios para unos cuantos, pero sobre todo, el temor a que se produzca un destape institucional que ponga al descubierto la cloaca en que han convertido el gobierno.

La oportunidad de la unidad nacional no debe ser desaprovechada.

Por la importancia de este proceso de unificación de esfuerzos en que están empecinados partidos políticos de oposición y sectores sociales progresistas y democráticos en el país, es que no debemos permitir que se cuele el oportunismo y menos posiciones de algunos que en un afán de mantener sus privilegios buscan ajustar la realidad a los intereses que esconden y defienden.

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