Milagrosa Carrero Sánchez
Rebelión
Rebelión
El choque de criterios entre la postura de los distintos asistentes al reciente Foro Mundial del Agua, en Ciudad de México, donde se dieron cita 130 países, ha impedido que se materializase la propuesta boliviana de consagrar el agua como un derecho fundamental.
Los intereses de las grandes empresas concesionarias de su explotación, ejercen una influencia decisiva en las postura de grandes potencias, como EEUU, y Francia. Según datos referidos en el evento, casi el 22% de la población mundial carece de agua "potable". La OMS estima que en el año 2002, 1.100 millones de personas carecían de una fuente de agua segura, 2.600 de saneamiento básico y casi 1,8 millones de personas padecían, como consecuencia, enfermedades asociadas, el 90% de las mismas niños menores de 5 años. Entre los objetivos previstos por las Naciones Unidas, para el año 2015, se encuentra el de proporcionar agua a otros 1.500 millones de personas, y saneamiento básico a 2.000 más. Pero el líquido elemento no es solo vital para la alimentación, sino para la agricultura, la ganadería, el turismo y la industria.
En las zonas rurales, siempre han tenido presente la importancia de este recurso, y por ello la mayor parte de los afectado se han opuesto, en su día, a compartir "su agua", negándose a las obras de canalización necesarias para los trasvases, como el del "Tajo-Segura", previstos en un Plan Hidrológico Nacional, que una vez acometido este trasvase, fue revisado, considerando otras opciones preferibles, como la desalinización y, en su caso, potabilización del agua.
El agua puede transformar un desierto en un vergel, y permitir que los pastos sean abundantes para la alimentación del ganado, reduciendo el gasto en la adquisición de piensos, y agua. En las zonas áridas del mundo rural han vivido, desde siempre, mirando al cielo, y sacando a los santos en rogativa, para pedir que lloviese.
Pero si para el buen funcionamiento del sector primario es vital el agua, para el desarrollo del turismo, es igualmente indispensable. Las instalaciones de hostelería -restaurantes, bares, hoteles o casas rurales- requiere abundancia de agua, para su simple funcionamiento, pero además las lúdicas de tipo acuáticos “piscinas, parques acuáticos, zona de esparcimiento en ríos y playas, clubes náuticos, baños termales, etc...-potencian el flujo turístico, llegando incluso a ser un destino en sí mismas. Si nos referimos a la industria, cualquiera a la que hagamos referencia requiere agua para su funcionamiento, empezando por las manufactureras de productos agropecuarios, y terminando por las prevista centrales solares de última generación, como la que Solar Milenium, y Neo Energía, con sede en Asturias, piensan construir en Extremadura, y cuyo funcionamiento consiste en transformar en vapor, el agua contenida en un depósito, calentado por paneles solares, para mover una turbina.
El agua es un bien cada vez más escaso y por consiguiente cotizado. Agua equivale a desarrollo, bienestar y riqueza. Pero este rico tesoro no es gratis como tampoco lo es el aire, si queremos conservarlo limpio. El uso del líquido elemento requiere, su extracción, tratamiento, y transporte, lo que marca un precio de entrada por cada litro consumido, y en función de la calidad que se requiera para cada uso. Es un precio que hay que pagar, y de ahí que la disponibilidad del oro transparente suela ser directamente proporcional al nivel económico de las distintas zonas, como lo demuestra el hecho de que los EEUU, y Australia tengan 100 veces más capacidad de almacenamiento por habitante que Etiopía, donde este tipo de construcciones, podrían paliar, si no solucionar el terrible problema de la desertización y de la hambruna que padecen.
Pero a los problemas técnicos y financieros que plantea la conservación y utilización de los recursos hídricos hay que sumarle, los creados por intereses económicos, pues mientras una parte del mundo piensa que el líquido vital debe ser un derecho de todos, por ser esencial para la vida, entendiendo que las administraciones públicas deben administrarlo como un bien público, otra parte opta por considerarla un objeto mercantil que puede dar jugosos dividendos a sus propietarios. Y mientras las multinacionales del sector intentan repartírsela como un botín, las pugna entre los estados se mantiene paralela. En nuestro país, son continuas las tensiones derivadas del el uso del agua, entre las diferentes comunidades autónomas, siendo éste uno de los problemas en el que hay que seguir profundizando. En un país, donde aspiramos a un desarrollo sostenible, que combine la competitividad de nuestro sector primario, con el desarrollo de la industria, y el turismo y donde el riesgo de desertización acecha cada año, habrá que tomarse muy en serio la explotación y el control de todos nuestros recursos hídricos. Porque ¿De quien es el agua?
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