sábado, abril 22, 2006

Cinco Mujeres, un Destino: La Quebrada Seca en Apulo, Ilopango, El Salvador

Articulo dedicado particularmente a las cinco mujeres de la Quebrada seca, en el balneario de Apulo, Ilopango en donde quiera que ellas se encuentren.

Ana Gladys Méndez
Ottawa, Canadá.


El sol brillaba, el cielo azul, el color del polvoriento camino mostraba el calor tropical de esta mañana en la que cinco mujeres con un destino se juntaban a la orilla de una quebrada en la que alguna vez fue un manantial de frescas aguas, suficiente para calmar la sed de un pueblo fatigado de la injusticia, la opresión y la esclavitud moderna.

En aquella quebrada el agua ya no corría más, se había secado, Así como también se estaban agotando Las opciones para el pueblo salvadoreño. La nefasta nube del fascismo se ensanchaba al horizonte de las luchas que el pueblo salvadoreño tendría que enfrentar. De pronto el llanto del pueblo se extendió por los cielos de nuestra patria llenándolo de negros nubarrones.


Como producto de un masivo fraude electoral y con el respaldado de la Asamblea Legislativa el coronel Arturo Armando Molina llega el 25 de febrero de en 1972 a la presidencia de El Salvador con el apoyo de la nefasta ORDEN (Organización Democrática Nacionalista) que era una estructura para militar encargada de la represión particularmente campesina. Entre las primeras medidas represivas esta el cierre la Universidad Nacional de El Salvador y más tarde este gobierno pecenista es el responsable de la masacre perpetrada en contra del movimiento estudiantil, el 30 de Julio en 1975. Así tantos otros asesinatos ordenados y ejecutados bajo la responsabilidad de las fatídicas fuerzas paramilitares de ORDEN y las fuerzas armadas salvadoreñas.

Pese a este marco represivo en contra la organización popular el rumbo estaba trazado. Era tarea prioritaria para nosotras, como mujeres, realizar un esfuerzo mayor que consistió por un lado en la necesidad de impulsar al interior de nuestras organizaciones gremiales y políticas la incorporación organizada de la mujer salvadoreña; buscando al mismo tiempo por el otro su incorporación a la lucha en defensa de sus derechos y sus propias reivindicaciones; Además, de la incorporación de las mismas como parte integral del proyecto político e ideológico de las organizaciones político-militares y el impulso de las mismas al interior del movimiento popular salvadoreño.

El interés nuestro de incrementar la presencia de la mujer en las organizaciones y nuestro elevado compromiso político-ideológico no era suficiente. No existía un programa con una metodología adecuada que facilitara el acercamiento y la incorporación de las mujeres a las luchas políticas y reivindicativas del momento. Cuando por ejemplo se acercaba la celebración del 8 de Marzo automáticamente los diferentes organismos de dirección lanzaban la tarea conmemorativa a las pocas mujeres militantes y que con mucho entusiasmo y dignidad cumplíamos. Decíamos presentes y nos poníamos a la cabeza de los movimientos estudiantiles universitarios, sindicales tanto obreros como campesinos. Mujeres como Mélida Anaya Montes “Comandante Ana María” ya se destacaba como figura femenina desde 1964 dirigiendo un Comité Coordinador de Maestros quienes inician fuertes protestas y huelgas en el marco de las luchas reivindicativas en la educación y al mismo tiempo que se canalizaban las luchas por la reforma agraria con el movimiento campesino, mejoras saláriales y el respeto a los derechos laborales de los trabajadores, se exigía el cese a la represión y la libertad a los presos y desaparecidos políticos y el respeto a los derechos humanos. Tal era la situación en que las mujeres buscábamos incorporar nuestra bandera reivindicativa.

La represión se incrementaba al ritmo del paso del tiempo de los años 70 en esa medida avanzaba el empuje organizado pueblo que cada vez se iba radicalizando surgían las primeras acciones armadas. Surgía valientemente el Comité de Mujeres Sindicalistas pese a la represión al movimiento sindical sin embargo este esfuerzo no se logra consolidar y se siguen buscando otras formas de organización constituyéndose posteriormente un Comité Provisional de Mujeres Salvadoreñas, con la participación de diferentes sectores sociales. Sin embargo la organización de mujeres logra consolidarse en 1975 cuando se constituye La Asociación de Mujeres Progresistas de El Salvador (AMPES), poco tiempo después surge también la Asociación de Mujeres de El Salvador (AMES) El movimiento popular salvadoreño iba en aumento, las posiciones del pueblo se radicalizaban y muy pronto el clamor popular era uno solo: El Pueblo Unido, Jamás será Vencido. Patria o Muerte Venceremos.

Tomando nuestros refrescos naturales de “horchata” y “ensalada”, que habíamos comprado a otra mujer con la piel quemada por el sol, negocio que tenia bajo una champa construida con latas y cartones a la orilla del lago y desde donde vigilaba a sus niños descalzos y semidesnudos jugar por los alrededores mientras su bebe dormía profundamente en una caja de cartón acolchonada por unos trapos viejos pero muy limpios. Continuábamos nuestra reunión buscando encontrar la metodología mas apropiada para despertar el interés de las mujeres a la incorporación a las organizaciones gremiales ya existentes. Haciendo pausas y mientras una expresaba sus ideas, saboreábamos unos deliciosos panes con frijoles preparados por una de las compañeras.

Nuestro compromiso había que cumplirlo esta tarea era todo un desafió era un solo destino. El emponderamiento de la mujer salvadoreña, ubicándonos en el lugar que nos correspondía: A la vanguardia de las luchas populares. El pueblo alzaba su voz, el pueblo estaba en la calle. Por lo tanto las mujeres estábamos ahí. La incorporación del pueblo era masiva. La incorporación de las mujeres iba en aumento abriéndonos espacios rompiendo todo tipo de obstáculos entre ellos los principios de una sociedad machista.

Tal fue la conclusión a la que llegamos. Esa mañana fue testigo de este encuentro en el que estas cinco mujeres proclamaron un juramento de juventud que las unió a lo largo de las futuras batallas en las que decidimos participar con valentía, coraje y determinación hasta convertirnos en las mujeres de la Revolución Salvadoreña. Decidimos abrirnos este espacio no sólo en las filas revolucionarias de un pueblo combativo y de sus organizaciones revolucionarias. Partimos con la grandiosa inspiración de sumar nuestra bandera a las que ya se levantaban en el paisaje político de nuestra patria.

Al abandonar el movimiento popular las luchas en las calles la organización de mujeres se disipaba nuevamente. Solo que en ese momento la situación fue diferente las mujeres que enarbolábamos las banderas de las Asociaciones de Mujeres AMPES y AMES en los años 80 decidimos cambiar nuestra bandera reivindicativa poniendo el fusil en nuestras manos. Nos incorporábamos a la lucha guerrillera. Así nacían las bellas guerrilleras que una vez en los “Cerros de San Pedro” sacaron en “guinda” o como quien dice con la “cola entre las patas” al famoso batallón élite “Ramón Belloso” entrenado por el despreciables gobierno imperialistas de los Estados Unidos.

Ya en este nivel de Incorporación en la lucha popular también encontramos nuevos obstáculos que continuaban impidiendo nuestro desarrollo político militar. Pese a ello ahí estuvimos combatiendo hombro a hombro con nuestros compañeros compartiendo las tareas de la Revolución Salvadoreña. Ahora dada a nuestra participación incondicional como mujeres y al heroísmo de nuestras combatientes durante los años de guerra hemos logrado que al interior de nuestro FMLN se haya incluido en los estatutos de nuestra organización política un capítulo especial dedicado a la implementación de una Política de Genero que debe de ser respetada al interior de nuestras filas e impulsada diariamente en el seno de la sociedad salvadoreña.

Nuestro reto del momento es hacer de esta realidad una constante de incansable ascenso hasta alcanzar la plena integración de la mujer salvadoreña en la construcción de la democracia y el cambio social del pueblo salvadoreño.

Aquellas cinco mujeres siguen aun atadas al juramento de la Quebrada Seca hasta que un día, posiblemente cuando ellas ya no existan, brote en ella un manantial de agua cristalina en una nueva mañana, bajo un nuevo sol libertario y un camino que permita a otras mujeres unirlas en un solo destino. Pues estoy segura que siempre tendremos que seguir luchando por la vida y por un mundo mejor, por una humanidad que de vida a nuevas generaciones de hombres y mujeres en nuevo mundo de paz, amor, fraternidad, justicia e igualdad.

No hay comentarios: