Licda. Norma Guevara de Ramirios
Al margen de las formalidades de las fronteras se integran tanto que se estima en más de doce millones a las y los trabajadores sin papeles en Estados Unidos que han vivido, sobrevivido y convivido callados y calmados mientras las amenazas de deportación son limitadas; pero en la medida que se cierne sobre ellos la posibilidad de ser considerados como delincuentes y hasta de terroristas se han lanzado a una lucha digna y ejemplar por ser respetados en aquélla sociedad a cuya edificación contribuyen con su trabajo honrado.
Las manifestaciones masivas realizadas en Los Angeles y demás ciudades importantes de Estados Unidos con el propósito de rechazar la pretendida legislación anti inmigrantes han logrado detener, por ahora, la amenaza; pero como cualquier evento social y político ha generado otros resultados de mayor alcance: están aprendiendo aceleradamente que tienen poder político en la medida que son capaces de articularse, movilizarse, organizarse, incidir, mostrar su fuerza y esto parece preocupar mucho más a las fuerzas reaccionarias del gobierno estadounidense y de los círculos de poder económico e ideológico.
Las amenazas de expulsión de las escuelas a las y los hijos de latinos que expresan su solidaridad y unidad; los despidos de trabajadores y trabajadoras, el incremento de agrupaciones que se manifiestan con quemas de banderas de México y persecución en las fronteras, indican que las fuerzas que están contra la población inmigrante se siente protegida y «destinada a imponer su voluntad». Sin duda no tardará la ficha de la división que bien saben utilizar los ideólogos del imperio para disminuir la fuerza creciente que la población latina y sin papeles es capaz de mostrar y emplear políticamente en post de su causa justa.
Dentro de esos doce millones de personas las salvadoreñas son parte importante, a ellas se les elogia desde el gobierno salvadoreño porque envían remesas, pagan pasajes de avión y acrecientan la industria de la ¡migración de salvadoreños; hay que preguntarse si los funcionarios del gobierno de Saca acompañan estas acciones o las van a calificar de acciones desestabilizadoras y de obstáculos al desarrollo de los Estados Unidos.
Las y los trabajadores latinoamericanos tienen prevista una nueva demostración para el próximo primero de mayo, cuando se manifestarán unidos en la calle, dejaran de trabajar y además dejarán de comprar productos estadounidenses intentando hacer sentir lo que sería la vida de aquél país sin latinos mojados; es decir que se manifestarán políticamente, laboralmente y como consumidores.
Si a la lucha digna y ejemplar de ellos y ellas por defender su espacio en las orillas y hasta en el corazón de aquélla sociedad queda desapercibida, incomprendida y hasta denigrada por los medios de comunicación y los funcionarios del gobierno a lo mejor vendrán otros aprendizajes; pero es imposible pensar que tan extraordinario empeño de defensa de la vida, del trabajo, de la posibilidad de ingreso y de apoyo a los familiares que dependen de ellos pueda ocurrir sin golpear nuestro pensamiento y nuestras actitudes ante la lucha de la gente.
Si como acción solidaria en los países de origen somos capaces de apagar la luz de nuestras casas una hora, o dejar de beber un refresco enlatado, o a animarnos a visitar un mercado para nuestros comprados; realizar alguna acción articulada que nos permita mostrar nuestra solidaridad con los nuestros estaremos elevando las posibilidades deéxito en la causa que defienden nuestros compatriotas que luchan en adversidad para sostenerse y aportar a la economía familiar en nuestra patria.
De nosotros depende potenciar la fuerza de quienes afirman que SÍ SE PUEDE vencer los obstáculos que allá les impide gozar de reconocimiento y sobre todo se puede evitar que les deporten, les califiquen de delincuentes o de terroristas por el sólo hecho de buscar un horizonte mejor para sus vidas y las de nuestras sociedades latinoamericanas, seamos receptivos y activos frente a tan impresionante movimiento que transcurre en Estados Unidos pero está vinculado a la vida cotidiana de nuestro país.
Al margen de las formalidades de las fronteras se integran tanto que se estima en más de doce millones a las y los trabajadores sin papeles en Estados Unidos que han vivido, sobrevivido y convivido callados y calmados mientras las amenazas de deportación son limitadas; pero en la medida que se cierne sobre ellos la posibilidad de ser considerados como delincuentes y hasta de terroristas se han lanzado a una lucha digna y ejemplar por ser respetados en aquélla sociedad a cuya edificación contribuyen con su trabajo honrado.
Las manifestaciones masivas realizadas en Los Angeles y demás ciudades importantes de Estados Unidos con el propósito de rechazar la pretendida legislación anti inmigrantes han logrado detener, por ahora, la amenaza; pero como cualquier evento social y político ha generado otros resultados de mayor alcance: están aprendiendo aceleradamente que tienen poder político en la medida que son capaces de articularse, movilizarse, organizarse, incidir, mostrar su fuerza y esto parece preocupar mucho más a las fuerzas reaccionarias del gobierno estadounidense y de los círculos de poder económico e ideológico.
Las amenazas de expulsión de las escuelas a las y los hijos de latinos que expresan su solidaridad y unidad; los despidos de trabajadores y trabajadoras, el incremento de agrupaciones que se manifiestan con quemas de banderas de México y persecución en las fronteras, indican que las fuerzas que están contra la población inmigrante se siente protegida y «destinada a imponer su voluntad». Sin duda no tardará la ficha de la división que bien saben utilizar los ideólogos del imperio para disminuir la fuerza creciente que la población latina y sin papeles es capaz de mostrar y emplear políticamente en post de su causa justa.
Dentro de esos doce millones de personas las salvadoreñas son parte importante, a ellas se les elogia desde el gobierno salvadoreño porque envían remesas, pagan pasajes de avión y acrecientan la industria de la ¡migración de salvadoreños; hay que preguntarse si los funcionarios del gobierno de Saca acompañan estas acciones o las van a calificar de acciones desestabilizadoras y de obstáculos al desarrollo de los Estados Unidos.
Las y los trabajadores latinoamericanos tienen prevista una nueva demostración para el próximo primero de mayo, cuando se manifestarán unidos en la calle, dejaran de trabajar y además dejarán de comprar productos estadounidenses intentando hacer sentir lo que sería la vida de aquél país sin latinos mojados; es decir que se manifestarán políticamente, laboralmente y como consumidores.
Si a la lucha digna y ejemplar de ellos y ellas por defender su espacio en las orillas y hasta en el corazón de aquélla sociedad queda desapercibida, incomprendida y hasta denigrada por los medios de comunicación y los funcionarios del gobierno a lo mejor vendrán otros aprendizajes; pero es imposible pensar que tan extraordinario empeño de defensa de la vida, del trabajo, de la posibilidad de ingreso y de apoyo a los familiares que dependen de ellos pueda ocurrir sin golpear nuestro pensamiento y nuestras actitudes ante la lucha de la gente.
Si como acción solidaria en los países de origen somos capaces de apagar la luz de nuestras casas una hora, o dejar de beber un refresco enlatado, o a animarnos a visitar un mercado para nuestros comprados; realizar alguna acción articulada que nos permita mostrar nuestra solidaridad con los nuestros estaremos elevando las posibilidades deéxito en la causa que defienden nuestros compatriotas que luchan en adversidad para sostenerse y aportar a la economía familiar en nuestra patria.
De nosotros depende potenciar la fuerza de quienes afirman que SÍ SE PUEDE vencer los obstáculos que allá les impide gozar de reconocimiento y sobre todo se puede evitar que les deporten, les califiquen de delincuentes o de terroristas por el sólo hecho de buscar un horizonte mejor para sus vidas y las de nuestras sociedades latinoamericanas, seamos receptivos y activos frente a tan impresionante movimiento que transcurre en Estados Unidos pero está vinculado a la vida cotidiana de nuestro país.
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