ALAI-AMLATINA 16/02/2006.- Tras conocer la decisión del Consejo Electoral Provisorio (CEP) de proclamar ganador de las elecciones presidenciales haitianas al candidato de la Plataforma Lespwa (esperanza), René Préval, miles de personas salieron a festejar en las calles hoy, jueves 16. La decisión sobrevino luego de una semana de incertidumbres y crecientes disturbios en torno al conteo del voto, en medio de acusaciones de fraude electoral masivo en las elecciones del 7 de febrero.
La solución al impasse se logró con la decisión (de 8 de los 9 miembros del CEP) de repartir proporcionalmente los más de 85 mil votos en blanco, con lo cual Préval logró el 51,15% de los votos, (sobre el 96% contabilizado), mayoría absoluta que evita la necesidad de un segundo turno. Préval suma más de cuatro veces la cifra de votos alcanzada por el siguiente candidato, Leslie Manigat, del Rassemblement des Démocrates Nationaux Progressistes (RDNP). Este último calificó la decisión del CEP de "golpe de Estado por las urnas", pero anunció que no emprenderá acciones en contra.
Brasil, país que comanda el componente militar de la misión de la ONU -la MINUSTAH-, presionó por esta solución para evitar que la situación se recaliente. En cambio otros países de la MINUSTAH, en particular Francia y EE.UU., que se habían pronunciado por esperar el conteo final, fueron acusados por diversas fuentes internas y externas de estar presionando por la realización de una segunda vuelta.
Sin duda en la decisión pesaron las enardecidas manifestaciones en las calles, que el día 15 sumaban unas 100.000 personas en torno al Palacio Presidencial, quienes blandían fardos de papeletas de votación, marcadas con el nombre de Préval, que habían sido encontradas ese día en un depósito de basura cerca de la capital. La misión de la ONU - MINUSTAH-, encargada de la custodia de las urnas, reconoció que 9 centros de votación en tres departamentos del país habían sido saqueados el día de las elecciones, con la pérdida de unas 27.000 papeletas.
Préval, quien fue presidente de Haití de 1996 a 2001, se presentó como candidato independiente, pero se estima que, por su popularidad entre los partidarios del defenestrado presidente Jean-Bertrand Aristide, capitalizó la mayor parte de los votos del partido liderado por éste, Lavalas. Su anterior mandato se destaca como uno de los más pacíficos que ha conocido el país, y por ser el único presidente constitucional de la historia de Haití que culmina su mando y lo entrega voluntariamente a otro presidente electo. Pero su imagen se desgastó por los eternos conflictos políticos con el Congreso -que entre otros dejó al país durante 17 meses sin primer ministro-, y las sucesivas crisis electorales.
En lo inmediato, no está claro todavía qué respaldo tendrá en el parlamento, cuyas elecciones se realizaron el mismo 7 de febrero. Hay 30 bancas en el Senado (tres por cada
departamento) y 99 en la Cámara de Diputados. La Plataforma Lespwa sólo presentó 19 candidatos para el Senado.
Queda por ver también cual será la actitud de Préval frente al exiliado Aristide -con quien aparentemente ha marcado ciertas distancias-, particularmente con relación a las evidencias de corrupción rampante de su régimen. Otra incógnita gira respecto a qué hará para cumplir con el desarme de las bandas armadas por el ex presidente, que siguen protagonizando hechos de violencia en el país, y que la MINUSTAH se ha mostrado incapaz -o sin voluntad- de desarmarlas.
Elecciones bajo tutela
Las elecciones se llevaron a cabo en condiciones sumamente difíciles y confusas. La fecha se postergó por cuatro veces y faltó transparencia en la organización; la propia MINUSTAH enredó el proceso al contratar la impresión de los registros y carnés electorales fuera del país, que resultó en incumplimientos y retrasos.
En un análisis del proceso, Gary Olius (1) denuncia que estas elecciones vieron "desfilar en Haití un rosario de especuladores de todo pelo", del país y del exterior, "en búsqueda de contratos jugosos". Y añade: "La transición democrática se volvió ipso facto monetaria, relegando a segundo plano las cuestiones éticas, para dar paso a ententes, subterfugios de toda clase, luchas de influencia e incluso a subastas".
Olius reconoce que "los haitianos vivían con profunda amargura esta indignante realidad, pero debieron retenerse y contener su hartazgo ya que no se engañan ante el hecho que la comunidad internacional financió cerca del 95% de los gastos relativos al proceso electoral", que ascienden al menos a 59 millones de dólares. El escritor califica de cínica la estrategia de la comunidad internacional hacia Haití, país que hace no mucho fue obligado a pagar 60 millones de dólares por servicio de la deuda. "El objetivo perseguido era secar la reserva de divisas del Banco Central, reducir la capacidad de autofinanciación del país en algunos ámbitos clave como las elecciones, acentuar su dependencia y ponerlo al remolque de los extranjeros durante un muy largo período", afirma.
La solución al impasse se logró con la decisión (de 8 de los 9 miembros del CEP) de repartir proporcionalmente los más de 85 mil votos en blanco, con lo cual Préval logró el 51,15% de los votos, (sobre el 96% contabilizado), mayoría absoluta que evita la necesidad de un segundo turno. Préval suma más de cuatro veces la cifra de votos alcanzada por el siguiente candidato, Leslie Manigat, del Rassemblement des Démocrates Nationaux Progressistes (RDNP). Este último calificó la decisión del CEP de "golpe de Estado por las urnas", pero anunció que no emprenderá acciones en contra.
Brasil, país que comanda el componente militar de la misión de la ONU -la MINUSTAH-, presionó por esta solución para evitar que la situación se recaliente. En cambio otros países de la MINUSTAH, en particular Francia y EE.UU., que se habían pronunciado por esperar el conteo final, fueron acusados por diversas fuentes internas y externas de estar presionando por la realización de una segunda vuelta.
Sin duda en la decisión pesaron las enardecidas manifestaciones en las calles, que el día 15 sumaban unas 100.000 personas en torno al Palacio Presidencial, quienes blandían fardos de papeletas de votación, marcadas con el nombre de Préval, que habían sido encontradas ese día en un depósito de basura cerca de la capital. La misión de la ONU - MINUSTAH-, encargada de la custodia de las urnas, reconoció que 9 centros de votación en tres departamentos del país habían sido saqueados el día de las elecciones, con la pérdida de unas 27.000 papeletas.
Préval, quien fue presidente de Haití de 1996 a 2001, se presentó como candidato independiente, pero se estima que, por su popularidad entre los partidarios del defenestrado presidente Jean-Bertrand Aristide, capitalizó la mayor parte de los votos del partido liderado por éste, Lavalas. Su anterior mandato se destaca como uno de los más pacíficos que ha conocido el país, y por ser el único presidente constitucional de la historia de Haití que culmina su mando y lo entrega voluntariamente a otro presidente electo. Pero su imagen se desgastó por los eternos conflictos políticos con el Congreso -que entre otros dejó al país durante 17 meses sin primer ministro-, y las sucesivas crisis electorales.
En lo inmediato, no está claro todavía qué respaldo tendrá en el parlamento, cuyas elecciones se realizaron el mismo 7 de febrero. Hay 30 bancas en el Senado (tres por cada
departamento) y 99 en la Cámara de Diputados. La Plataforma Lespwa sólo presentó 19 candidatos para el Senado.
Queda por ver también cual será la actitud de Préval frente al exiliado Aristide -con quien aparentemente ha marcado ciertas distancias-, particularmente con relación a las evidencias de corrupción rampante de su régimen. Otra incógnita gira respecto a qué hará para cumplir con el desarme de las bandas armadas por el ex presidente, que siguen protagonizando hechos de violencia en el país, y que la MINUSTAH se ha mostrado incapaz -o sin voluntad- de desarmarlas.
Elecciones bajo tutela
Las elecciones se llevaron a cabo en condiciones sumamente difíciles y confusas. La fecha se postergó por cuatro veces y faltó transparencia en la organización; la propia MINUSTAH enredó el proceso al contratar la impresión de los registros y carnés electorales fuera del país, que resultó en incumplimientos y retrasos.
En un análisis del proceso, Gary Olius (1) denuncia que estas elecciones vieron "desfilar en Haití un rosario de especuladores de todo pelo", del país y del exterior, "en búsqueda de contratos jugosos". Y añade: "La transición democrática se volvió ipso facto monetaria, relegando a segundo plano las cuestiones éticas, para dar paso a ententes, subterfugios de toda clase, luchas de influencia e incluso a subastas".
Olius reconoce que "los haitianos vivían con profunda amargura esta indignante realidad, pero debieron retenerse y contener su hartazgo ya que no se engañan ante el hecho que la comunidad internacional financió cerca del 95% de los gastos relativos al proceso electoral", que ascienden al menos a 59 millones de dólares. El escritor califica de cínica la estrategia de la comunidad internacional hacia Haití, país que hace no mucho fue obligado a pagar 60 millones de dólares por servicio de la deuda. "El objetivo perseguido era secar la reserva de divisas del Banco Central, reducir la capacidad de autofinanciación del país en algunos ámbitos clave como las elecciones, acentuar su dependencia y ponerlo al remolque de los extranjeros durante un muy largo período", afirma.
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