Odalys Troya
Redacción Central, 16 ene (PL) Los salvadoreños conmemoran hoy la firma de los Acuerdo de Paz que pusieron fin a un conflicto armado (1980-1992) que dejó más de 75 mil muertos, unos siete mil desaparecidos y cientos de mutilados.
Sin embargo, 16 años después de aquel pacto entre las guerrillas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el gobierno, con la mediación de Naciones Unidas, la situación en el país continúa con problemas similares a las que generaron la guerra.
Estadísticas oficiales indican que la violencia persiste con el asesinato de 10 personas como promedio cada día, pese a un ligero descenso en el 2007 (9.8), considerada por la Organización Mundial de la Salud como cifra de guerra.
Las autoridades gubernamentales continúan atribuyendo a las pandillas el tema de la violencia, pero para la oposición el problema sólo deja entrever la incapacidad del oficialismo para resolver los graves problemas de la juventud y la niñez salvadoreñas.
Las pandillas o maras en este país están integradas por unos 10 mil miembros, fundamentalmente niños y jóvenes que han tenido que trastocar su infancia por este mecanismo de supervivencia.
La falta de oportunidades de estudio y empleo, la inseguridad, el limitado acceso a servicios públicos, la pobreza y la exclusión social han marcado de manera permanente a la sociedad y ha dejado pocas salidas como no sea la emigración y las bandas delincuenciales.
Con la paz "las armas callaron, pero las causas de tan doloroso conflicto persisten”, aseguró el obispo Gregorio Rosa Chávez.
Ante el lamentable panorama, las marchas o huelgas se convirtieron en el método más recurrido para mostrar la inconformidad de los salvadoreños con el sistema impuesto por la gobernante Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
Para enfrentar las protestas, el partido de derecha puso en vigor en noviembre de 2006 la Ley Especial contra Actos de Terrorismo que busca criminalizar este tipo de manifestaciones.
Entre otros elementos, la posición de ARENA muestra las asimetrías políticas de El salvador, pese a que uno de los principales objetivos de los acuerdos era la reconciliación nacional.
Según la directora del Instituto de Opinión Publica de la Universidad Centroamericana (UCA), Jannet Aguilar, el país continúa sumamente polarizado, dividido no sólo por el tema ecónomico-social, sino en lo político.
Una de las causas que llevó a la guerra fue el cierre de espacios de participación política, la injusticia social y la represión militar, recalcó Aguilar.
El FMLN, que destruyó sus armas tras el acuerdo de Chapultepec y pasó a ser el principal partido de la oposición, asegura que bajo el régimen de ARENA sólo aumentó la impunidad y el deterioro de las instituciones.
Esta fecha que pudiera ser una gran fiesta nacional. Desde 1992 el FMLN la celebra por separado de los actos organizados por las autoridades estatales ya que -afirma- el gobierno nunca cumplió con las disposiciones acordadas en Chapultepec.
Subraya que el partido en el poder desde 1989 no garantizó la concreción de un sistema democrático, la defensa plena de los derechos humanos y el establecimiento de una cultura de reconciliación como propugnaban los tratados.
Redacción Central, 16 ene (PL) Los salvadoreños conmemoran hoy la firma de los Acuerdo de Paz que pusieron fin a un conflicto armado (1980-1992) que dejó más de 75 mil muertos, unos siete mil desaparecidos y cientos de mutilados.
Sin embargo, 16 años después de aquel pacto entre las guerrillas del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y el gobierno, con la mediación de Naciones Unidas, la situación en el país continúa con problemas similares a las que generaron la guerra.
Estadísticas oficiales indican que la violencia persiste con el asesinato de 10 personas como promedio cada día, pese a un ligero descenso en el 2007 (9.8), considerada por la Organización Mundial de la Salud como cifra de guerra.
Las autoridades gubernamentales continúan atribuyendo a las pandillas el tema de la violencia, pero para la oposición el problema sólo deja entrever la incapacidad del oficialismo para resolver los graves problemas de la juventud y la niñez salvadoreñas.
Las pandillas o maras en este país están integradas por unos 10 mil miembros, fundamentalmente niños y jóvenes que han tenido que trastocar su infancia por este mecanismo de supervivencia.
La falta de oportunidades de estudio y empleo, la inseguridad, el limitado acceso a servicios públicos, la pobreza y la exclusión social han marcado de manera permanente a la sociedad y ha dejado pocas salidas como no sea la emigración y las bandas delincuenciales.
Con la paz "las armas callaron, pero las causas de tan doloroso conflicto persisten”, aseguró el obispo Gregorio Rosa Chávez.
Ante el lamentable panorama, las marchas o huelgas se convirtieron en el método más recurrido para mostrar la inconformidad de los salvadoreños con el sistema impuesto por la gobernante Alianza Republicana Nacionalista (ARENA).
Para enfrentar las protestas, el partido de derecha puso en vigor en noviembre de 2006 la Ley Especial contra Actos de Terrorismo que busca criminalizar este tipo de manifestaciones.
Entre otros elementos, la posición de ARENA muestra las asimetrías políticas de El salvador, pese a que uno de los principales objetivos de los acuerdos era la reconciliación nacional.
Según la directora del Instituto de Opinión Publica de la Universidad Centroamericana (UCA), Jannet Aguilar, el país continúa sumamente polarizado, dividido no sólo por el tema ecónomico-social, sino en lo político.
Una de las causas que llevó a la guerra fue el cierre de espacios de participación política, la injusticia social y la represión militar, recalcó Aguilar.
El FMLN, que destruyó sus armas tras el acuerdo de Chapultepec y pasó a ser el principal partido de la oposición, asegura que bajo el régimen de ARENA sólo aumentó la impunidad y el deterioro de las instituciones.
Esta fecha que pudiera ser una gran fiesta nacional. Desde 1992 el FMLN la celebra por separado de los actos organizados por las autoridades estatales ya que -afirma- el gobierno nunca cumplió con las disposiciones acordadas en Chapultepec.
Subraya que el partido en el poder desde 1989 no garantizó la concreción de un sistema democrático, la defensa plena de los derechos humanos y el establecimiento de una cultura de reconciliación como propugnaban los tratados.
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