martes, diciembre 18, 2007

Tres tristes traidores: Abandonan Ballet Nacional de Cuba en Hamilton Refugiándose en Búfalo

Escape a Miami

Por Pastor Valle-Garay
Senior Scholar, Universidad de York


Toronto, Canadá – Si su objetivo era empañar la magnífica actuación final del Cascanueces, los tres tristes traidores no lo lograron. Tanto la crítica como el público ovacionaron y calificaron de magistral cada una de las actuaciones del Ballet Nacional de Cuba en el teatro Hamilton Place.

Miles de canadienses y estadounidenses acudieron a la ciudad del acero colmando el teatro de bote en bote. Cada noche Alicia Alonso, Prima Ballerina Assoluta y Directora Artística del elenco, recibió agradecida y emocionada el frenético aplauso en pie de un público que desafiando los elementos viajó a Hamilton para disfrutar del espectáculo.


La nota odiosa ocurrió poco después de concluir la última función. Al filo de la noche del domingo 16 de septiembre los bailarines Taras Domitro, Hayna Gutiérrez y Miguel Ángel Blanco se escabulleron del hotel en que se alojaban. En circunstancias harta misteriosas solicitaron asilo político a las autoridades de la aduana estadounidense de Búfalo, Nueva York, a unos 20 minutos de Hamilton.

La traición decepcionó a los compañeros. Después de tantos años de sacrificios, de tantos años de estudios subvencionados por el estado, de tantas exitosas actuaciones en el exterior, de tanta confianza y cariño depositados en su arte los tres bailarines se transformaron en Judas vendiéndose al postor de Miami por las infames 30 monedas. Sin lugar a duda la mafia cubano americana había lanzado el anzuelo con días, sino semanas, de anticipación. Los bailarines mordieron. No hay otra explicación.

La noche del viernes era noche de perros. Aún para el crudo invierno canadiense. La peor tormenta de nieve en 30 años azotaba inclemente a Hamilton, al resto de Ontario, a Búfalo y al este de los Estados Unidos. La copiosa nevada impedía la visibilidad. La temperatura había descendido a menos 20 grados. El viento rugía a 100 kilómetros por hora. Los medios de comunicación y la policía advertían a la ciudadanía que permaneciera en casa. Las carreteras se encontraban peligrosamente intransitables. Se suspendieron los vuelos en ambos lados de la frontera. Se paralizaron ciudades enteras. Noche de perros. Noche de refugiados aleccionados de antemano.

En inverosímiles circunstancias los tres bailarines se la bailaron a Búfalo. Irían acompañados. No es así nomás que un individuo hace la travesía de Hamilton a Búfalo y pasa campantemente al otro lado de la frontera, particularmente cuando no se ve ni se conoce el camino. Particularmente en una noche de perros. Menos aún en vista del extremo acuerdo de seguridad fronteriza antiterrorista firmado por los Estados Unidos y Canadá a partir de los sucesos del 11 de septiembre. Por lo menos se requiere entre una o dos horas de espera para que un turista pase de un lado al otro. En el caso de refugiados, muchas horas más en detención obligatoria mientras se tramita la documentación necesaria. Más tiempo aún, mucho más tiempo, para quienes solicita asilo político.

En el caso de los desertores nada de esto ocurrió. Pasaron de Canadá a Búfalo como entra Perico a su casa. No solo eso. Las vigilantes y estrictas autoridades de aduana estadounidense, convenientemente descartando la política oficial de pie mojado, les concedieron el asilo en tiempo relámpago y en altas horas de la noche del domingo o en la madrugada del lunes. Simultáneamente y batiendo récords noticiosos tanto el Miami Herald como el Heraldo de Miami estaban tan al tanto de la situación que ambos diarios la reportaron a escasos minuto de ocurrir la solicitud, en la edición matutina del lunes.

Con lujo de detalles, ambos diarios señalaron que Domitro era hijo de Magaly Suárez, codirectora artística del Ballet Clásico de Miami; que a pesar de que el aeropuerto de Búfalo estaba cerrado al tráfico aéreo debido a la tormenta de nieve, los fugados arribarían en el aeropuerto de Fort Lauderdale a las 11: 04 de la noche del lunes y que en febrero del 2008 participarían en “sendas funciones” del ballet El Lago del Cisne para la comunidad miamense.

¿Descubrirían estos acontecimientos los voceros del anticastrismo en cuestión de menos de 6 horas? Lo dudo. No son tan listos los sabuesos del Heraldo. ¡De Sherlock Holmes no tienen nada! Se lo soplarían los intereses creados que tenían conocimiento hasta de los últimos detalles de la traición. ¿Coincidencia en la agilidad de los trámites? ¡Ni pensarlo! Esto fue minuciosamente deliberado y planificado con tiempo.

Dos días antes de escabullirse a Búfalo los bailarines se dedicaron a proteger la coartada. En entrevista con el diario Hamilton Spectator Gutiérrez declaró “Sabemos que es importante bailar en otras partes pero Cuba es nuestra patria. Nos ha dado todo. Jamás abandonaríamos lo que tenemos ahí (en Cuba).” Domitro, cuya madre voló a Hamilton para facilitar su huída, aseguró al mismo diario “Bailar con el Ballet Nacional de Cuba es un privilegio.”

Resta entonces preguntarse si el Departamento de Estado intervendría directamente ante las autoridades canadienses de inmigración como parte de su habitual guerra ideológica y artística contra Cuba. No sería remoto aunque Mr. Bush lo habrá dejado en manos de sus serviles ya que el presidente no es de los que interrumpe el sueño a medianoche para aprobar la admisión al país de las maravillas de refugiados políticos. La agilidad con que se les admitió fue obscena. En cuanto a lo de “refugiados políticos” ¿de cuándo acá? ¿Lo habría “arreglado” la mafia cubano americana de Miami con antelación? Sin duda alguna. Deserciones de esta naturaleza no se improvisan así nomás. Menos en las circunstancias en que ocurrieron.

¿Representa un golpe al Ballet Nacional de Cuba? Rotundamente ¡NO! Por una parte, nadie en el elenco es indispensable. Por otra, y más importante aún, la disciplina, la camaradería y el compromiso entre los miles de dedicados estudiantes a la cubanísima expresión artística por excelencia superan con creces las cobardes deserciones de oportunistas ingratos vendidos por unas cuantas promesas al postor imperialista. El Ballet Nacional de Cuba brilló espléndidamente en Hamilton. La ciudad respondió con prolongadas ovaciones y con maravillosas muestras de respeto y de cariño. Fue una inolvidable experiencia para todos. No la empañan tres tristes traidores.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me parece lamentable que los cubanos tengan todavía que acudir a este tipo de acciones. Es mas lamentable que los que escriben estas notas no aprecien la libertad que los envuelve. Digamos siempre no a cualquier intento o remedo de comunismo.