Eva Forest sobre Harold Pinter
Por Nirma Acosta
Mientras las grandes editoriales se preocupaban sólo por la publicación de títulos que ganaran altos índices de venta, Hiru fue la única casa editorial interesada, durante años, en divulgar en España la obra del intelectual británico Harold Pinter, Premio Nobel de Literatura 2005. Eva Forest, al frente de esa institución, reflexiona sobre lo difícil que se torna el camino para quienes prescinden de las leyes impuestas por las transnacionales del libro y cómo enfrentarse al mito del “no hay autores”, argumento esgrimido por el mercado para silenciar ciertas voces –no por casualidad comprometidas–. “La importancia de Harold Pinter –asegura– es que se trata no sólo de un magnífico escritor al que admiro, sino, además, porque es una persona comprometida con el tiempo histórico que le ha tocado vivir”.
Hiru se ha convertido en la editorial por excelencia de escritores casi ignorados por las grandes transnacionales del libro en España. Autores como Dario Fo y ahora Pinter... que han obtenido el Nobel de Literatura, ¿se trata de una cuestión de selección u olvido por parte de las editoriales españoles?
Yo creo que esto demuestra, una vez más, que la mayoría de los editores –hay loables excepciones, naturalmente– buscan como objetivo no la calidad literaria, sino los resultados crematísticos. Lo que cuenta es el mercado y el mercado depende de la moda y esto todos sabemos que se fabrica. No se explica de otra manera el que escritores importantísimos estén ahí, olvidados. Esa fue, precisamente, una de mis grandes sorpresas cuando empezaba como editora; por parte de los autores nunca encontré obstáculo alguno pese a ser una editorial pequeña, que no ofrecía grandes tiradas. Otro aspecto que condiciona mucho las publicaciones es el compromiso social y político del autor. Las grandes empresas que están estrechamente ligadas al poder, cuando no son el mismo poder, tienen su línea política y la ejercen. En estas “democracias”, donde se habla tanto de libertad de expresión, el escritor políticamente incorrecto o que se enfrenta al poder está condenado, si sigue por ahí y es coherente con sus principios, a la marginación y al olvido o a la persecución, la calumnia y el encarcelamiento.
Desde el punto de vista literario y político en el contexto ibérico, ¿qué representa para la Editorial Hiru este premio?
Es algo muy importante desde el punto de vista moral y de dignidad. Mucha gente nos felicita pensando que vamos a ganar mucho dinero, pero eso, aunque fuera así, no es fundamental. Nunca creamos la editorial pensando en enriquecernos, sino como un arma para contribuir, de una manera muy modesta, al proceso de humanización, que tantos intereses hay en interrumpir. No se interprete como que despreciamos el dinero, pero pensamos que hay cosas más importantes. Despertar la curiosidad por la lectura, por descubrir la verdad del entorno y agudizar la sensibilidad frente a tanta anestesia para la injusticia, la opresión y otros aspectos del crimen que permanecen interesadamente ocultos. Desvelar la mentira: que los dormidos despierten, que los despiertos adquieran compromiso. Se pueden hacer tantas cosas desde una editorial. Sintetizando mucho, yo diría que, en gran parte, nuestra editorial surge de la asfixia, de una necesidad de permanecer vivos y de una pasión antiimperialista, para mostrar de múltiples maneras que otro mundo mejor es posible. En ese sentido, cada vez que se premia a un autor en el que nosotros confiamos, ya sea desde una institución o porque sus libros se difunden y alcanzan varias ediciones –estoy pensando en el entrañable Howard Zinn– es una pequeña-gran victoria. Esa pequeña victoria nos reafirma en nuestras razones y nos ayuda a seguir.
¿Qué importancia concede a la publicación de obras teatrales en una época en que los dramaturgos son escasamente valorados?
Desde el principio hemos tenido que luchar contra ese esquema de que “el teatro no se vende” o que “no hay autores”. Nosotros, con nuestra colección SKENE, que ya va cerca de los ochenta títulos, hemos probado que hay un público que ama el teatro y al que le gusta leerlo; y eso de que no había autores es una frase para justificar el mediocre y mal teatro que terminan haciendo muchas compañías oficiales o privadas, totalmente descomprometido. El teatro es muy importante cuando en él se abordan estéticamente problemas que nos conciernen. Constituye una bellísima asamblea que conmociona al público que asiste a ella y lo invita a pensar después. ¿Hay algo más hermoso que pensar desde la conmoción estética? Un buen ejemplo es el Marat-Sade de Peter Weiss. No es gratuito que esta obra, como otras tantas de magníficos autores, esté silenciada, relegada y poco menos que en el olvido, como lo estaban las obras de Pinter. Son autores insumisos y peligrosos. Hay muchas formas de censura invisible en estas democracias formales.
¿Que opinión le merece Harold Pinter, a partir de su decisión de escribir sobre política? ¿No le parece arriesgado para un escritor en estos tiempos, sobre todo si le interesa ser leído?
Lo he dicho en distintas entrevistas que me han hecho estos días. La importancia de Harold Pinter, para mí, es que se trata no sólo de un magnífico escritor al que admiro, sino, además, porque es una persona comprometida con el tiempo histórico que le ha tocado vivir. Ese es un nivel muy alto que lo convierte en un gran intelectual. Es también un nivel muy peligroso porque cada vez resulta más difícil mantener el equilibrio en una cuerda que el sistema capitalista tira y afloja con la intención de destruir al que se mantiene en ella. En ese sentido, el Premio Nobel es una mano tendida que le ayuda. Pero no es fácil, no, para un intelectual honesto mantener su coherencia.
Si propusiéramos una selección de títulos escogidos de Harold Pinter, ¿cuáles serían los imprescindibles?
Tendría que conocer a fondo su obra y saber inglés, pero, desde luego, recomendaría las cuatro que hemos publicado: El lenguaje de la montaña, Luz de luna, Tiempo de fiesta y Polvo eres.
Por Nirma Acosta
Mientras las grandes editoriales se preocupaban sólo por la publicación de títulos que ganaran altos índices de venta, Hiru fue la única casa editorial interesada, durante años, en divulgar en España la obra del intelectual británico Harold Pinter, Premio Nobel de Literatura 2005. Eva Forest, al frente de esa institución, reflexiona sobre lo difícil que se torna el camino para quienes prescinden de las leyes impuestas por las transnacionales del libro y cómo enfrentarse al mito del “no hay autores”, argumento esgrimido por el mercado para silenciar ciertas voces –no por casualidad comprometidas–. “La importancia de Harold Pinter –asegura– es que se trata no sólo de un magnífico escritor al que admiro, sino, además, porque es una persona comprometida con el tiempo histórico que le ha tocado vivir”.
Hiru se ha convertido en la editorial por excelencia de escritores casi ignorados por las grandes transnacionales del libro en España. Autores como Dario Fo y ahora Pinter... que han obtenido el Nobel de Literatura, ¿se trata de una cuestión de selección u olvido por parte de las editoriales españoles?
Yo creo que esto demuestra, una vez más, que la mayoría de los editores –hay loables excepciones, naturalmente– buscan como objetivo no la calidad literaria, sino los resultados crematísticos. Lo que cuenta es el mercado y el mercado depende de la moda y esto todos sabemos que se fabrica. No se explica de otra manera el que escritores importantísimos estén ahí, olvidados. Esa fue, precisamente, una de mis grandes sorpresas cuando empezaba como editora; por parte de los autores nunca encontré obstáculo alguno pese a ser una editorial pequeña, que no ofrecía grandes tiradas. Otro aspecto que condiciona mucho las publicaciones es el compromiso social y político del autor. Las grandes empresas que están estrechamente ligadas al poder, cuando no son el mismo poder, tienen su línea política y la ejercen. En estas “democracias”, donde se habla tanto de libertad de expresión, el escritor políticamente incorrecto o que se enfrenta al poder está condenado, si sigue por ahí y es coherente con sus principios, a la marginación y al olvido o a la persecución, la calumnia y el encarcelamiento.
Desde el punto de vista literario y político en el contexto ibérico, ¿qué representa para la Editorial Hiru este premio?
Es algo muy importante desde el punto de vista moral y de dignidad. Mucha gente nos felicita pensando que vamos a ganar mucho dinero, pero eso, aunque fuera así, no es fundamental. Nunca creamos la editorial pensando en enriquecernos, sino como un arma para contribuir, de una manera muy modesta, al proceso de humanización, que tantos intereses hay en interrumpir. No se interprete como que despreciamos el dinero, pero pensamos que hay cosas más importantes. Despertar la curiosidad por la lectura, por descubrir la verdad del entorno y agudizar la sensibilidad frente a tanta anestesia para la injusticia, la opresión y otros aspectos del crimen que permanecen interesadamente ocultos. Desvelar la mentira: que los dormidos despierten, que los despiertos adquieran compromiso. Se pueden hacer tantas cosas desde una editorial. Sintetizando mucho, yo diría que, en gran parte, nuestra editorial surge de la asfixia, de una necesidad de permanecer vivos y de una pasión antiimperialista, para mostrar de múltiples maneras que otro mundo mejor es posible. En ese sentido, cada vez que se premia a un autor en el que nosotros confiamos, ya sea desde una institución o porque sus libros se difunden y alcanzan varias ediciones –estoy pensando en el entrañable Howard Zinn– es una pequeña-gran victoria. Esa pequeña victoria nos reafirma en nuestras razones y nos ayuda a seguir.
¿Qué importancia concede a la publicación de obras teatrales en una época en que los dramaturgos son escasamente valorados?
Desde el principio hemos tenido que luchar contra ese esquema de que “el teatro no se vende” o que “no hay autores”. Nosotros, con nuestra colección SKENE, que ya va cerca de los ochenta títulos, hemos probado que hay un público que ama el teatro y al que le gusta leerlo; y eso de que no había autores es una frase para justificar el mediocre y mal teatro que terminan haciendo muchas compañías oficiales o privadas, totalmente descomprometido. El teatro es muy importante cuando en él se abordan estéticamente problemas que nos conciernen. Constituye una bellísima asamblea que conmociona al público que asiste a ella y lo invita a pensar después. ¿Hay algo más hermoso que pensar desde la conmoción estética? Un buen ejemplo es el Marat-Sade de Peter Weiss. No es gratuito que esta obra, como otras tantas de magníficos autores, esté silenciada, relegada y poco menos que en el olvido, como lo estaban las obras de Pinter. Son autores insumisos y peligrosos. Hay muchas formas de censura invisible en estas democracias formales.
¿Que opinión le merece Harold Pinter, a partir de su decisión de escribir sobre política? ¿No le parece arriesgado para un escritor en estos tiempos, sobre todo si le interesa ser leído?
Lo he dicho en distintas entrevistas que me han hecho estos días. La importancia de Harold Pinter, para mí, es que se trata no sólo de un magnífico escritor al que admiro, sino, además, porque es una persona comprometida con el tiempo histórico que le ha tocado vivir. Ese es un nivel muy alto que lo convierte en un gran intelectual. Es también un nivel muy peligroso porque cada vez resulta más difícil mantener el equilibrio en una cuerda que el sistema capitalista tira y afloja con la intención de destruir al que se mantiene en ella. En ese sentido, el Premio Nobel es una mano tendida que le ayuda. Pero no es fácil, no, para un intelectual honesto mantener su coherencia.
Si propusiéramos una selección de títulos escogidos de Harold Pinter, ¿cuáles serían los imprescindibles?
Tendría que conocer a fondo su obra y saber inglés, pero, desde luego, recomendaría las cuatro que hemos publicado: El lenguaje de la montaña, Luz de luna, Tiempo de fiesta y Polvo eres.
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