Mario Amorós
Hoy la derecha política puede conquistar la última parcela esencial de poder que aún le es esquiva: la Presidencia de la República. Si el conservador Sebastián Piñera, candidato de la Alianza por Chile, logra derrotar a la socialista Michelle Bachelet, abanderada de la Concertación, unirá el principal resorte del poder político a su control económico y financiero del país, a su dominio de los dos grandes grupos comunicacionales y a su connivencia con la jerarquía católica en la defensa de los valores morales tradicionales.
En principio, Bachelet parte con una mínima ventaja ya que obtuvo el 46% de los votos en la primera vuelta celebrada el 11 de diciembre y ha recibido el apoyo público del Partido Comunista, resolución que puede reportarle al menos el 5% de sufragios que la eleve por encima del 50% necesario. De hecho, ya Ricardo Lagos requirió del apoyo de los comunistas hace seis años para derrotar por estrecho margen al pinochetista Joaquín Lavín, miembro de la Unión Demócrata Independiente (UDI), principal fuerza de la Alianza por Chile. Las últimas encuestas predicen un 52%-48% a favor de Bachelet .
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