Tomado de Liberación
Semanario en castellano que se publica en Malmö, Suecia, desde 1981
En estos días las grandes potencias europeas estudian plegarse a las pretensiones norteamericanas de sancionar a Irán por su programa nuclear. La posibilidad de que se establezcan sanciones y se habilite a Estados Unidos, y quizás Israel, a emprender acciones militares contra el gobierno de los ayatolas, es cada día más actual y pondría una cuota mas de inquietud en la región, y en las economías del mundo, ya que el precio del crudo podría volver a escalar.
El gobierno de Irán, encabezado por los fundamentalistas islámicos, ha reivindicado su derecho a desarrollar un programa nuclear que, sostiene, está destinado a la producción de energía. Estados Unidos y algunas potencias europeas advierten que por el contrario, el proyecto iraní no tiene nada de pacífico y que apunta a la construcción de armas nucleares.
La preocupación, quizás legítima para muchos, de evitar la construcción de armas atómicas, está teñida en este caso de la sospecha de que esa preocupación es política, y de alguna manera también económica.
Esa misma preocupación para evitar el desarrollo de armas nucleares y evitar una escalada armamentista es por lo menos cínica. En la misma zona existen ya armas nucleares en la India y Pakistán, este último un país musulmán, con la diferencia de que es un aliado de Estados Unidos. No muy lejos, Israel también ha desarrollado su arsenal nuclear sin que nadie en la comunidad internacional lo condene.
Al mismo tiempo que el gobierno de Bush presenta un presupuesto para construir nuevas armas nucleares, renuncia a los tratados de no proliferación de esas armas que las administraciones norteamericanas anteriores habían firmado con la ex Unión Soviética, lo que ha hecho fracasar la Conferencia del Tratado de la No Proliferación de Armas Nucleares, exige sin pruebas concluyentes, que Irán abandone su programa de energía.
Es obvio que a nadie hace gracia que el mundo se aboque a una carrera armamentista nuclear cuando ya el arsenal existente es suficiente para terminar con el mundo más de 100 veces, y cuando la Asamblea de las Naciones Unidas concluyó en diciembre que se está muy lejos de alcanzar las metas de la llamada Cumbre del Milenio para reducir la pobreza.
Pero también parece obvio que el interés de Washington está en otro plano.
Desde el derrocamiento del Sha Reza Pavlevi en 1989, Estados Unidos ha inten-tado recuperar el “control” sobre la nación persa, no porque la revolución de los ayatolas haya volcado el país hacia la izquierda -al contrario- sino porque el na-cionalismo iraní le ha privado de los recursos petroleros de la región.
Maquiavélica-mente, Estados Unidos empujó en 1980 a Sadam Hussein a una sangrienta guerra contra Irán, y después le vendió armas en secreto a éste último país, a través de Israel, en lo que se conoció como el escándalo Irán-contras, ya que los beneficios económicos de ese tráfico se usaban para financiar a los contrarrevolucionarios nicaragüenses.
Por otra parte, mientras todos coinciden en que los recursos petroleros de mundo tienen un horizonte de no más de 30 a 50 años, el control de las fuentes de energía sustitutivas adquiere la misma importancia que el control del petróleo y el gas.
Más allá de los riesgos de las centrales nucleares, éstas parecen ser la fuente de energía con más posibilidad de sustituir al petróleo a corto y mediano plazo. Incluso militantes ambientales antes opuestos al desarrollo de centrales nucleares, admiten hoy, que ante el calentamiento global, que la energía atómica es una buena alternativa, si se produce con seguridad, hasta desde el punto de vista ambiental.
El petróleo y el gas se encuentra sólo en determinados lugares del planeta, y en la mayoría de los casos en países subdesarrollados. Una central nuclear se puede construir en cualquier parte, aunque requiere de mucha inversión inicial y alta tecnología, lo que hasta ahora es patrimonio de las naciones ricas. Existe un ex-clusivo club de productores de la materia prima para las centrales, apenas 8 países, y son todas naciones desarrolladas que quieren seguir con el monopolio.
Así, sostener que la única preocupación de Estados Unidos y Europa -aunque en este caso sólo 3 países llevan la voz cantante y deciden por todos- es evitar el desarrollo de armas nucleares por Irán, parece muy poco creíble y se contradice con las acciones de estos mismos países en ese campo, y apunta más al egoísta objetivo de seguir controlando los recursos energéticos actuales -petróleo- y futuro -la energía nuclear-.
En las próximas semanas aumentará la presión sobre Irán, y no hay que descartar acciones de represión, económicas o militares.
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