Por Carmen Esquivel
Guatemala, 13 nov (PL) Duermen en los parques, debajo de las carpas de los mercados o en terminales, viven del robo, la mendicidad o la prostitución. La calle, más que su familia, se ha convertido hoy en su verdadero hogar.
Los niños de la calle son los grandes olvidados de Centroamérica. En cualquier ciudad es común ver menores que limpian parabrisas, lustran zapatos, hacen de payasos en los semáforos o piden limosnas en los buses.
Sin protección, ni control por parte de adultos, la mayoría se drogan con pegamento para escapar del dolor, el hambre y el desamparo, la tasa de embarazos es alta, como también lo son enfermedades como el SIDA, la tuberculosis y el parasitismo.
Tratar de sensibilizar a los gobiernos y a la sociedad en general sobre la necesidad urgente de prestar atención a este fenómeno fue el propósito que reunió la última semana en la capital guatemalteca a expertos de Centroamérica y México.
"En toda la región los problemas que llevan a los menores a abandonar sus hogares son los mismos: pobreza extrema, violencia intrafamiliar y, sobre todo, falta de políticas gubernamentales para una atención integral", declaró Leonel Dubón, de Casa Alianza.
Estos niños, traumatizados por la situación sufrida en sus casas, llegan a la calle, un lugar que no es el adecuado para vivir, y siguen siendo violentados, denunció Dubón.
En declaraciones a Prensa latina, afirmó que sólo en Guatemala existen más de cinco mil menores que dependen de la vía pública para sobrevivir, la mayoría de los cuales se encuentran concentrados en la capital.
Sucios y harapientos y con su bola de pegamento en la mano, muchos buscan cartones, objetos para vender, o incluso, comida en los basureros, otros deambulan por los mercados, parques o terminales y algunos suben a los buses a pedir dinero.
"Es importante ver esto como un problema regional y, sobre todo, establecer políticas de prevención en todos nuestros países", declaró el Comisionado Presidencial para los Derechos Humanos en Guatemala, Frank La Rué.
Parte de la prevención consiste en mantener la educación para los que abandonaron sus estudios, establecer programas de capacitación y ofrecer alternativas de empleo, dijo La Rué.
El comisionado consideró como otra medida importante el combate al crimen organizado, sobre todo a los núcleos de poder dentro de esos grupos, que utilizan a los menores en actos reñidos con la ley.
Para Sandra Ramírez, directora de la Unidad de la Niñez en Situación de Calle de la secretaría de Bienestar Social, la solución pasa por reformar el código penal y aprobar una ley de paternidad responsable que obligue al padre a cuidar de su hijo.
Hace poco tiempo -dijo- terminamos un programa llamado "Rescate al menor de ocho a 13 años", donde empezamos a recoger a todos los de esa edad y durante dos meses realizamos diversas actividades culturales y recreativas con ellos.
La secretaría coordina un foro de protección que aglutina a organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, entre ellas Casa Alianza, la Comisión contra el Maltrato Infantil y la Comisión para los Derechos Humanos.
Sin embargo, la entidad no cuenta con los recursos necesarios para darles atención, ni con instalaciones donde se puedan abrir espacios para que ocupen su tiempo y dejen la droga.
El problema requiere una solución integral, que vaya a la raíz, la pobreza y la desigualdad social, incluya medidas de prevención e involucre al Estado y todos los sectores en la puesta en marcha de políticas públicas para garantizar a los niños una vida digna.
Guatemala, 13 nov (PL) Duermen en los parques, debajo de las carpas de los mercados o en terminales, viven del robo, la mendicidad o la prostitución. La calle, más que su familia, se ha convertido hoy en su verdadero hogar.
Los niños de la calle son los grandes olvidados de Centroamérica. En cualquier ciudad es común ver menores que limpian parabrisas, lustran zapatos, hacen de payasos en los semáforos o piden limosnas en los buses.
Sin protección, ni control por parte de adultos, la mayoría se drogan con pegamento para escapar del dolor, el hambre y el desamparo, la tasa de embarazos es alta, como también lo son enfermedades como el SIDA, la tuberculosis y el parasitismo.
Tratar de sensibilizar a los gobiernos y a la sociedad en general sobre la necesidad urgente de prestar atención a este fenómeno fue el propósito que reunió la última semana en la capital guatemalteca a expertos de Centroamérica y México.
"En toda la región los problemas que llevan a los menores a abandonar sus hogares son los mismos: pobreza extrema, violencia intrafamiliar y, sobre todo, falta de políticas gubernamentales para una atención integral", declaró Leonel Dubón, de Casa Alianza.
Estos niños, traumatizados por la situación sufrida en sus casas, llegan a la calle, un lugar que no es el adecuado para vivir, y siguen siendo violentados, denunció Dubón.
En declaraciones a Prensa latina, afirmó que sólo en Guatemala existen más de cinco mil menores que dependen de la vía pública para sobrevivir, la mayoría de los cuales se encuentran concentrados en la capital.
Sucios y harapientos y con su bola de pegamento en la mano, muchos buscan cartones, objetos para vender, o incluso, comida en los basureros, otros deambulan por los mercados, parques o terminales y algunos suben a los buses a pedir dinero.
"Es importante ver esto como un problema regional y, sobre todo, establecer políticas de prevención en todos nuestros países", declaró el Comisionado Presidencial para los Derechos Humanos en Guatemala, Frank La Rué.
Parte de la prevención consiste en mantener la educación para los que abandonaron sus estudios, establecer programas de capacitación y ofrecer alternativas de empleo, dijo La Rué.
El comisionado consideró como otra medida importante el combate al crimen organizado, sobre todo a los núcleos de poder dentro de esos grupos, que utilizan a los menores en actos reñidos con la ley.
Para Sandra Ramírez, directora de la Unidad de la Niñez en Situación de Calle de la secretaría de Bienestar Social, la solución pasa por reformar el código penal y aprobar una ley de paternidad responsable que obligue al padre a cuidar de su hijo.
Hace poco tiempo -dijo- terminamos un programa llamado "Rescate al menor de ocho a 13 años", donde empezamos a recoger a todos los de esa edad y durante dos meses realizamos diversas actividades culturales y recreativas con ellos.
La secretaría coordina un foro de protección que aglutina a organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, entre ellas Casa Alianza, la Comisión contra el Maltrato Infantil y la Comisión para los Derechos Humanos.
Sin embargo, la entidad no cuenta con los recursos necesarios para darles atención, ni con instalaciones donde se puedan abrir espacios para que ocupen su tiempo y dejen la droga.
El problema requiere una solución integral, que vaya a la raíz, la pobreza y la desigualdad social, incluya medidas de prevención e involucre al Estado y todos los sectores en la puesta en marcha de políticas públicas para garantizar a los niños una vida digna.
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