UCA, Revista Proceso
Noviembre 14, 2007
La construcción de una campaña de miedo para bloquear la creciente simpatía de la fórmula efemelenista dio inició un día después de que Sigfrido Reyes, vocero oficial del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), informara a los medios de comunicación y a la ciudadanía en general que la fórmula de su partido para los comicios de 2009 —integrada por Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén— sería ratificada el 11 de noviembre, en la XXIII Convención nacional del FMLN.
A raíz de este comunicado se generaron distintas reacciones, desde las optimistas, que consideraron que el 11 sería un día en homenaje a la paz, reconocimiento a las víctimas ofrendadas a la causa de la justicia y por aspirar a un mejor país, hasta los que sostuvieron que el FMLN, al celebrar en ese día su Convención, se burlaría del dolor del pueblo salvadoreño. Y fueron estos últimos los que promovieron una campaña mediática los días nueve, diez y once de noviembre, bombardeando a la sociedad con publicidad maliciosa en contra del FMLN. En su lectura, el FMLN fue el único responsable del conflicto armado de los años ochenta, así como del dolor que este generó. Irrespetando la libertad de información, acreditada constitucionalmente, algunos medios mostraron su total irrespeto y falta de ética para con los familiares de las víctimas y el país en general, al utilizar directamente los hechos del 11 de noviembre de 1989 para fines propagandísticos favorables al gobierno salvadoreño y a ARENA.
Algunos medios de comunicación llegaron al grado de transmitir en sus noticieros comentarios sesgados en torno a un suceso político partidario totalmente normal (además de legítimo) como la ratificación de los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de un partido político. Por ejemplo, la mayor parte de medios televisivos, radiofónicos y de prenanálisis sa pautaron en sus agendas diarias el spot publicitario que decía: “Hoy, 11 de noviembre, recordamos la triste y dolorosa ‘ofensiva final’ de 1989.” Y, hablando del saldo de muertos y heridos, concluía: “18 años después, en esta fecha de luto nacional, elevamos una oración por las víctimas y nos unimos como pueblo, al dolor de las familias que ahora recuerdan este cruel acontecimiento”. Ese fue el tipo de discurso que algunos medios, en alianza con ARENA, le presentaron una y otra vez a la población salvadoreña. La intención de esta campaña es simple: deslegitimar las expectativas que la ciudadanía pueda tener respecto del FMLN y sembrar en las mentes de los ciudadanos y ciudadanas temor a cualquier tipo de cambio en El Salvador. Es innegable que el país tiene un pasado doloroso resultado de la guerra civil terminada en 1992, pero en ese pasado de dolor está más presente el Estado salvadoreño y los desaparecidos escuadrones de la muerte que la ex guerrilla, como se está queriendo hacer ver.
Por otro lado, efectivamente, no se le puede pedir al pueblo salvadoreño que olvide los acontecimientos del 11 de noviembre de 1989 y los 12 años de conflicto armado, pero si se le puede sugerir que no se deje llevar y mucho menos intimidar por manipulación oficial y oficiosa de los hechos del pasado. Las experiencias vividas en el pasado deben servir de bastión para buscar las soluciones a las problemáticas sociales, económicas y políticas del presente. Además, es necesario recordar que el FMLN no es, en la actualidad, un grupo guerrillero o insurgente ni mucho menos abandera un proyecto comunista declarado que busque hacerse del poder total del país; es un partido legalmente establecido luego de la firma de los Acuerdos de Paz, que acepta las reglas básicas de la democracia política y juega según las mismas lo exigen. Más aun, esta fuerza política de oposición está dando muestras de la madurez política que se necesita para hacer frente a los problemas de la población.
Las necesidades como la falta de educación superior en los jóvenes, la falta de empleos dignos, dificultades para acceder a la canasta básica alimentaria, la ineficiente cobertura de salud, entre otras, son aspectos que la actual fórmula efemelenista sabe que debe tratar y que en su momento deberán ser recogidos —junto con otros— en su propuesta de gobierno, a partir de la cual buscará darles solución. Dicho sea de paso, una de las cosas que más debe preocupar a ARENA es que, en 18 años de gobierno, sus administraciones han sido incapaces de combatir la pobreza que ataca a más de la mitad de hogares salvadoreños ni de garantizar el bienestar y la seguridad de la mayoría de la población.
La cobertura periodística de la XXIII Convención del FMLN fue muy similar en la mayoría de los medios masivos. Iniciando con la prensa escrita, los principales rotativos a excepción del diario Colatino hicieron énfasis en tres aspectos: el primero, relacionado con la participación de tropas en Iraq; segundo, las relaciones internacionales con Cuba y con los EEUU y por último, el papel del Estado en la regulación del mercado. Dejando de lado otros temas importantes tratados en el largo discurso que Funes leyera en la Convención, por mencionar ejemplos, un matutino hace una reseña de la ofensiva del 89 y la compara con la convocatoria efemelenista recién pasada; otro, publica que el FMLN derrochó recursos en la pasada convención. Es decir, dos de los principales periódicos del país consideraron más relevantes ese tipo de asuntos que el compromiso del candidato del FMLN por mejorar la calidad de vida de la mayoría de salvadoreños y salvadoreñas en la actualidad.
Las reacciones al discurso de Funes
No hay que perder de vista que el discurso de Mauricio Funes no era una plataforma de gobierno, sino la exposición de los grandes principios programáticos a partir de los cuales la misma se va a construir. Para que el FMLN presente a la población salvadoreña su plan de gobierno —una vez elaborado—, deben esperar al período asignado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Entre tanto, su tarea consiste en hacer los diagnósticos y consultas ciudadanas necesarias, de forma que se pueda dar una solución realista a las demandas más urgentes de las y los salvadoreños.
De todos modos, hubo quienes buscaron en el discurso cosas que no podía tener. Desde algunos sectores de la empresa privada, se consideró que el discurso dejaba un panorama no muy claro. ARENA, por su parte, no tardó en lanzar sus ya conocidos argumentos en contra del FMLN. “Un discurso chavista y todo lo visto se traduce en una amenaza comunista”, dijo René Figueroa, vicepresidente de ideología de ese partido. También hubo quienes, como el coronel retirado David Munguía Payes, reconocieron cambios importantes en la fórmula de izquierda. “El que el FMLN haya integrado a Funes ha sido una decisión salomónica”, sostuvo Munguía Payés. Y Héctor Dada remató al decir que Funes cumplió con las expectativas de cambio que la gente esperaba en el frente. “El discurso —dijo Dada— cumple con los elementos que se esperaban: discurso de triunfo y de cambio de la política del país”.
En fin, para los dirigentes de la cúpula arenera parece no existir otra estrategia preelectoral que no sea la de aterrorizar a la población con fantasmas del pasado. Sería bueno que ARENA, de una vez por todas, mostrara algo de ética y respeto a la población salvadoreña. Y para esto debería, por un lado, buscar a un candidato competente a la presidencia de la República; y, segundo, realizar una campaña de altura, a partir de planteamientos serios sobre los problemas y desafíos que tiene la sociedad salvadoreña en la actualidad.
Noviembre 14, 2007
La construcción de una campaña de miedo para bloquear la creciente simpatía de la fórmula efemelenista dio inició un día después de que Sigfrido Reyes, vocero oficial del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), informara a los medios de comunicación y a la ciudadanía en general que la fórmula de su partido para los comicios de 2009 —integrada por Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén— sería ratificada el 11 de noviembre, en la XXIII Convención nacional del FMLN.
A raíz de este comunicado se generaron distintas reacciones, desde las optimistas, que consideraron que el 11 sería un día en homenaje a la paz, reconocimiento a las víctimas ofrendadas a la causa de la justicia y por aspirar a un mejor país, hasta los que sostuvieron que el FMLN, al celebrar en ese día su Convención, se burlaría del dolor del pueblo salvadoreño. Y fueron estos últimos los que promovieron una campaña mediática los días nueve, diez y once de noviembre, bombardeando a la sociedad con publicidad maliciosa en contra del FMLN. En su lectura, el FMLN fue el único responsable del conflicto armado de los años ochenta, así como del dolor que este generó. Irrespetando la libertad de información, acreditada constitucionalmente, algunos medios mostraron su total irrespeto y falta de ética para con los familiares de las víctimas y el país en general, al utilizar directamente los hechos del 11 de noviembre de 1989 para fines propagandísticos favorables al gobierno salvadoreño y a ARENA.
Algunos medios de comunicación llegaron al grado de transmitir en sus noticieros comentarios sesgados en torno a un suceso político partidario totalmente normal (además de legítimo) como la ratificación de los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de un partido político. Por ejemplo, la mayor parte de medios televisivos, radiofónicos y de prenanálisis sa pautaron en sus agendas diarias el spot publicitario que decía: “Hoy, 11 de noviembre, recordamos la triste y dolorosa ‘ofensiva final’ de 1989.” Y, hablando del saldo de muertos y heridos, concluía: “18 años después, en esta fecha de luto nacional, elevamos una oración por las víctimas y nos unimos como pueblo, al dolor de las familias que ahora recuerdan este cruel acontecimiento”. Ese fue el tipo de discurso que algunos medios, en alianza con ARENA, le presentaron una y otra vez a la población salvadoreña. La intención de esta campaña es simple: deslegitimar las expectativas que la ciudadanía pueda tener respecto del FMLN y sembrar en las mentes de los ciudadanos y ciudadanas temor a cualquier tipo de cambio en El Salvador. Es innegable que el país tiene un pasado doloroso resultado de la guerra civil terminada en 1992, pero en ese pasado de dolor está más presente el Estado salvadoreño y los desaparecidos escuadrones de la muerte que la ex guerrilla, como se está queriendo hacer ver.
Por otro lado, efectivamente, no se le puede pedir al pueblo salvadoreño que olvide los acontecimientos del 11 de noviembre de 1989 y los 12 años de conflicto armado, pero si se le puede sugerir que no se deje llevar y mucho menos intimidar por manipulación oficial y oficiosa de los hechos del pasado. Las experiencias vividas en el pasado deben servir de bastión para buscar las soluciones a las problemáticas sociales, económicas y políticas del presente. Además, es necesario recordar que el FMLN no es, en la actualidad, un grupo guerrillero o insurgente ni mucho menos abandera un proyecto comunista declarado que busque hacerse del poder total del país; es un partido legalmente establecido luego de la firma de los Acuerdos de Paz, que acepta las reglas básicas de la democracia política y juega según las mismas lo exigen. Más aun, esta fuerza política de oposición está dando muestras de la madurez política que se necesita para hacer frente a los problemas de la población.
Las necesidades como la falta de educación superior en los jóvenes, la falta de empleos dignos, dificultades para acceder a la canasta básica alimentaria, la ineficiente cobertura de salud, entre otras, son aspectos que la actual fórmula efemelenista sabe que debe tratar y que en su momento deberán ser recogidos —junto con otros— en su propuesta de gobierno, a partir de la cual buscará darles solución. Dicho sea de paso, una de las cosas que más debe preocupar a ARENA es que, en 18 años de gobierno, sus administraciones han sido incapaces de combatir la pobreza que ataca a más de la mitad de hogares salvadoreños ni de garantizar el bienestar y la seguridad de la mayoría de la población.
La cobertura periodística de la XXIII Convención del FMLN fue muy similar en la mayoría de los medios masivos. Iniciando con la prensa escrita, los principales rotativos a excepción del diario Colatino hicieron énfasis en tres aspectos: el primero, relacionado con la participación de tropas en Iraq; segundo, las relaciones internacionales con Cuba y con los EEUU y por último, el papel del Estado en la regulación del mercado. Dejando de lado otros temas importantes tratados en el largo discurso que Funes leyera en la Convención, por mencionar ejemplos, un matutino hace una reseña de la ofensiva del 89 y la compara con la convocatoria efemelenista recién pasada; otro, publica que el FMLN derrochó recursos en la pasada convención. Es decir, dos de los principales periódicos del país consideraron más relevantes ese tipo de asuntos que el compromiso del candidato del FMLN por mejorar la calidad de vida de la mayoría de salvadoreños y salvadoreñas en la actualidad.
Las reacciones al discurso de Funes
No hay que perder de vista que el discurso de Mauricio Funes no era una plataforma de gobierno, sino la exposición de los grandes principios programáticos a partir de los cuales la misma se va a construir. Para que el FMLN presente a la población salvadoreña su plan de gobierno —una vez elaborado—, deben esperar al período asignado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE). Entre tanto, su tarea consiste en hacer los diagnósticos y consultas ciudadanas necesarias, de forma que se pueda dar una solución realista a las demandas más urgentes de las y los salvadoreños.
De todos modos, hubo quienes buscaron en el discurso cosas que no podía tener. Desde algunos sectores de la empresa privada, se consideró que el discurso dejaba un panorama no muy claro. ARENA, por su parte, no tardó en lanzar sus ya conocidos argumentos en contra del FMLN. “Un discurso chavista y todo lo visto se traduce en una amenaza comunista”, dijo René Figueroa, vicepresidente de ideología de ese partido. También hubo quienes, como el coronel retirado David Munguía Payes, reconocieron cambios importantes en la fórmula de izquierda. “El que el FMLN haya integrado a Funes ha sido una decisión salomónica”, sostuvo Munguía Payés. Y Héctor Dada remató al decir que Funes cumplió con las expectativas de cambio que la gente esperaba en el frente. “El discurso —dijo Dada— cumple con los elementos que se esperaban: discurso de triunfo y de cambio de la política del país”.
En fin, para los dirigentes de la cúpula arenera parece no existir otra estrategia preelectoral que no sea la de aterrorizar a la población con fantasmas del pasado. Sería bueno que ARENA, de una vez por todas, mostrara algo de ética y respeto a la población salvadoreña. Y para esto debería, por un lado, buscar a un candidato competente a la presidencia de la República; y, segundo, realizar una campaña de altura, a partir de planteamientos serios sobre los problemas y desafíos que tiene la sociedad salvadoreña en la actualidad.
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