Rebelión
Venezuela arrió a una década de haberse iniciado un proceso de cambio que ha venido rompiendo entuertos de todo tipo en una lucha feroz contra las estructuras de poder pasadas y la perenne amenaza estadounidense.
Golpe de estado, atentados contra el principal rubro económico, acciones violentas de sectores opositores, intentos de magnicidio, ataques permanentes a través de los medios de comunicación internos y externos no han podido impedir que el proceso avance.
Más allá de las matrices de opinión que intentan denigrar el gobierno del presidente Hugo Chávez, la realidad es bien distinta a como la pintan los enemigos cuando se tiene en cuenta el impacto social alcanzado en estos años sobre los sectores más humildes venezolanos.
El jefe de Estado reconocía en su informe anual a la nación ante la Asamblea Nacional a principios de enero que “no todo es perfecto, que hemos cometido errores”, lo cual no resta valor, todo lo contrario, a los significativos avances de lo que han llamado la revolución bolivariana.
Nadie puede negar que el proceso de transformaciones iniciado en 1999 tiene un sentido humanista y de liberación nacional, al concentrar toda su atención en el ser humano como factor principal y razón de ser de la nueva sociedad que se construye.
Por eso todos los esfuerzos de desarrollo están orientados a mejorar la calidad de vida de los venezolanos y a reducir hasta hacer desaparecer las desigualdades sociales, aún vigentes, pero distantes de lo que fueron en los últimos 51 años antes de la llegada de Chávez al poder.
El dignatario reconocía días atrás que no quería pecar de optimista, dijo, sino de realista, tampoco de pesimista, porque no quiero quitarle el valor a lo logrado en esta última década, pero podemos decir que “hemos logrado un 20 por ciento de independencia económica”.
Y esos avances en la economía se reflejan significativamente, por ejemplo, en la reducción del índice de la pobreza.
Si en 1998 de cada 100 personas 50 estaban en condición de pobreza, esa cifra el pasado año llegó a 33, mientras la pobreza extrema descendió al 9,5 por ciento cuando en la década de los años 90 llegó a 42.
En el tema educacional, Venezuela se convirtió en el 2005 en el segundo país en América Latina en proclamarse libre de analfabetismo, después de Cuba, con un índice de alfabetizados ascendente hoy al 99,6 por ciento de la población mayor de 15 años.
Ese resultado parte del hecho de que el estado destina el siete por ciento de su Producto Interno Bruto a la educación y en 1998 apenas era del 3,9.
Las llamadas misiones sociales, creadas para atender a la población excluida del sistema formal educativo, han graduado ya cerca de un millón de personas, ente ellos 81 mil indígenas y más de 15 mil 893 licenciados en Educación.
Significativo han sido también los progresos en la salud, donde casi 25 millones de venezolanos -88,9 por ciento de la población- son beneficiados con el programa Barrio Adentro, lo cual permitió salvar a 630 mil 491 personas.
Igualmente logró disminuirse a 13,7 la tasa de mortalidad infantil en niños menores de cinco años, siendo ésta en el año 1990 de 25 por ciento.
Días atrás Chávez agradeció a Cuba, a su pueblo, a sus científicos, a Fidel Castro “porque sin el apoyo de la Revolución cubana” hubiese sido imposible lograr los avances científicos, metodológicos, de capacitación y equipamiento en la formación del Sistema Publico Nacional de Salud.
Sistema que cuenta ya con más de seis mil módulos de atención primaria, 600 salas de rehabilitación, cerca de 500 centros diagnóstico, siete mil consultorios, unos 30 centros de alta tecnología, 459 ópticas y 13 clínicas populares.
En su columna del domingo intitulada ¡Febrero, otra vez febrero!, el dignatario suramericano destacó que “Hemos hecho en diez años lo que no se quiso hacer en un siglo. En verdad les digo: no es poca cosa el salto que hemos dado”.
Venezuela, dijo, pasó “de ser un oscuro y empequeñecido país subordinado al imperio yanqui, a ocupar lugar luminoso de vanguardia en las luchas de los pueblos del mundo por su liberación.
Venezuela arrió a una década de haberse iniciado un proceso de cambio que ha venido rompiendo entuertos de todo tipo en una lucha feroz contra las estructuras de poder pasadas y la perenne amenaza estadounidense.
Golpe de estado, atentados contra el principal rubro económico, acciones violentas de sectores opositores, intentos de magnicidio, ataques permanentes a través de los medios de comunicación internos y externos no han podido impedir que el proceso avance.
Más allá de las matrices de opinión que intentan denigrar el gobierno del presidente Hugo Chávez, la realidad es bien distinta a como la pintan los enemigos cuando se tiene en cuenta el impacto social alcanzado en estos años sobre los sectores más humildes venezolanos.
El jefe de Estado reconocía en su informe anual a la nación ante la Asamblea Nacional a principios de enero que “no todo es perfecto, que hemos cometido errores”, lo cual no resta valor, todo lo contrario, a los significativos avances de lo que han llamado la revolución bolivariana.
Nadie puede negar que el proceso de transformaciones iniciado en 1999 tiene un sentido humanista y de liberación nacional, al concentrar toda su atención en el ser humano como factor principal y razón de ser de la nueva sociedad que se construye.
Por eso todos los esfuerzos de desarrollo están orientados a mejorar la calidad de vida de los venezolanos y a reducir hasta hacer desaparecer las desigualdades sociales, aún vigentes, pero distantes de lo que fueron en los últimos 51 años antes de la llegada de Chávez al poder.
El dignatario reconocía días atrás que no quería pecar de optimista, dijo, sino de realista, tampoco de pesimista, porque no quiero quitarle el valor a lo logrado en esta última década, pero podemos decir que “hemos logrado un 20 por ciento de independencia económica”.
Y esos avances en la economía se reflejan significativamente, por ejemplo, en la reducción del índice de la pobreza.
Si en 1998 de cada 100 personas 50 estaban en condición de pobreza, esa cifra el pasado año llegó a 33, mientras la pobreza extrema descendió al 9,5 por ciento cuando en la década de los años 90 llegó a 42.
En el tema educacional, Venezuela se convirtió en el 2005 en el segundo país en América Latina en proclamarse libre de analfabetismo, después de Cuba, con un índice de alfabetizados ascendente hoy al 99,6 por ciento de la población mayor de 15 años.
Ese resultado parte del hecho de que el estado destina el siete por ciento de su Producto Interno Bruto a la educación y en 1998 apenas era del 3,9.
Las llamadas misiones sociales, creadas para atender a la población excluida del sistema formal educativo, han graduado ya cerca de un millón de personas, ente ellos 81 mil indígenas y más de 15 mil 893 licenciados en Educación.
Significativo han sido también los progresos en la salud, donde casi 25 millones de venezolanos -88,9 por ciento de la población- son beneficiados con el programa Barrio Adentro, lo cual permitió salvar a 630 mil 491 personas.
Igualmente logró disminuirse a 13,7 la tasa de mortalidad infantil en niños menores de cinco años, siendo ésta en el año 1990 de 25 por ciento.
Días atrás Chávez agradeció a Cuba, a su pueblo, a sus científicos, a Fidel Castro “porque sin el apoyo de la Revolución cubana” hubiese sido imposible lograr los avances científicos, metodológicos, de capacitación y equipamiento en la formación del Sistema Publico Nacional de Salud.
Sistema que cuenta ya con más de seis mil módulos de atención primaria, 600 salas de rehabilitación, cerca de 500 centros diagnóstico, siete mil consultorios, unos 30 centros de alta tecnología, 459 ópticas y 13 clínicas populares.
En su columna del domingo intitulada ¡Febrero, otra vez febrero!, el dignatario suramericano destacó que “Hemos hecho en diez años lo que no se quiso hacer en un siglo. En verdad les digo: no es poca cosa el salto que hemos dado”.
Venezuela, dijo, pasó “de ser un oscuro y empequeñecido país subordinado al imperio yanqui, a ocupar lugar luminoso de vanguardia en las luchas de los pueblos del mundo por su liberación.
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