miércoles, diciembre 27, 2006

Oscar Arias: Vanidoso, mediocre y enfermo de protagonismo

Tomado de Granma Internacional

El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República de Cuba ha tomado conocimiento con profunda indignación de las más recientes declaraciones contra nuestro país y el Presidente Fidel Castro pronunciadas por el Presidente de Costa Rica Oscar Arias. No son las primeras y seguramente no serán las últimas.

En esta ocasión, de manera irrespetuosa y carente de un mínimo de ética, comparó a Fidel con el extinto dictador chileno Augusto Pinochet. También se refirió al momento actual que vive América Latina, donde según su opinión "existe una manada de irresponsables, demagogos y charlatanes que juegan con las aspiraciones de la gente", en clara referencia a los nuevos liderazgos progresistas que emergen en el continente.


Como se sabe, el gobierno de Estados Unidos siempre tuvo a mano algún que otro payaso oportunista presto a seguir sus planes agresivos contra Cuba, la mayoría de ellos políticos de baja catadura que terminaron en el basurero de la historia. Con los nuevos vientos que soplan en la región, parecía difícil encontrar quién se prestara a la deleznable tarea de actuar como testaferro de Washington, pero el ególatra de Arias se ha brindado con inusitado entusiasmo y sumisa lealtad al imperio. En algún momento se sabrá a cambio de qué precio.

Si alguien tuviera dudas, bastaría ilustrar con algunos ejemplos:

—El 11 de marzo de 2006, el Presidente Bush lo llamó para felicitarlo por su elección como Presidente de Costa Rica y le dijo: "Usted me puede ayudar mucho ante el nuevo panorama en América Latina".

—El 28 de agosto de 2006, Arias publicó el artículo "La Hora de la Democracia en Cuba" que reprodujo casi exactamente lo dicho cinco días antes por el Subsecretario del Departamento de Estado norteamericano, Thomas Shannon, sobre la "Transición en Cuba".

—El 23 de septiembre de 2006, Arias se entrevistó con John Maisto, Embajador norteamericano ante la OEA, y anunció la agenda anticubana que llevaría a la Cumbre Iberoamericana de Montevideo, la cual finalmente no se atrevió a desplegar al comprobar que no tendría allí un auditorio propicio para ello.

—El pasado 6 de diciembre, en ocasión de la entrevista que sostuviera en la Casa Blanca con el Presidente Bush, discutió ampliamente "el caso cubano" y expresó a la prensa con la complacencia del amo: "Ustedes saben muy bien mis compromisos de devolverle la democracia al pueblo cubano, después de 47 años de dictadura".

El señor Oscar Arias es un vulgar mercenario.

El Presidente Arias apoya descaradamente el plan de anexión de Estados Unidos contra Cuba y falta el respeto a la heroica y abnegada lucha de nuestro pueblo por su independencia y su soberanía.

El Presidente Arias no tiene, además, moral para criticar a Cuba ni a nadie. En el afán de llegar nuevamente a la Presidencia de Costa Rica, utilizó sus influencias para que se modificara la Constitución de ese país, sin que se propiciara una reclamada consulta popular. No realizó elecciones en su Partido. Fue elegido Presidente con solo el 25% de los votos en un proceso plagado de irregularidades no esclarecidas.

Más que preocuparse por el destino de Cuba, algo que solo corresponde hacer a los cubanos, debiera ocuparse de la corrupción en su país, que compromete incluso a un vicepresidente y a tres ex presidentes. Debiera atender las dignas protestas del hermano pueblo de Costa Rica contra el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos que el Presidente Arias pretende imponer sin escuchar esos reclamos. Debiera preocuparse por el 23% de pobreza que sufre su pueblo, los niveles de inseguridad ciudadana, la falta de empleo, el insuficiente acceso a la educación de miles de niños y jóvenes y las crecientes desigualdades sociales en esa nación.

El Presidente Oscar Arias está, además, fuera de contexto y no encaja en los nuevos tiempos de la verdadera y definitiva integración latinoamericana. Desentona como servil papagayo del imperialismo yanki y nadie ciertamente asistirá a su funeral político.

Es un personaje vanidoso, mediocre y enfermo de protagonismo.

No puede ser tomado en serio.

La Habana, 27 de diciembre del 2006

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