Editorial de Mauricio Funes
Publicado en Co-Latino
Nunca antes y con tanta anticipación, el partido ARENA había reaccionado a los esfuerzos que viene realizando la izquierda y otras fuerzas progresistas del país por construir una amplia unidad nacional que permita arribar a una sociedad diferente, democrática y solidaria.
Luego de los resultados de las elecciones en Nicaragua, ARENA, con el Presidente Saca a la cabeza, inicia una cruzada por la unificación de las fuerzas conservadoras del país, a fin de evitar la división de las derechas.
En el análisis del partido de gobierno, en Nicaragua no fue el Frente Sandinista quién ganó las elecciones presidenciales de ese país, sino la derecha la que las perdió.
Dos partidos conservadores, el del ex candidato Montealegre y el que controla el ex presidente Alemán no pudieron construir una plataforma común que les permitiera entrar unidos a la contienda.
El resultado: el voto conservador se dividió entre dos opciones que no significaban mayor diferencia programática, facilitando de esta forma el que la izquierda, liderada por el Frente Sandinista, lograra la cantidad de votos necesaria para ganar en primera vuelta.
A partir de esa experiencia, Saca cree que si logra que el PCN se monte en el tren de las fuerzas conservadoras como vagón de cola, el electorado acabará favoreciendo el proyecto de la derecha en la medida que no tendrá más opción que escoger entre la continuidad con seguridad, representada supuestamente por ARENA, o el cambio con inestabilidad, ofrecido, según el mandatario, por el FMLN.
Pero, en qué se equivocan los estrategas de la derecha?
Nunca antes y con tanta anticipación, el partido ARENA había reaccionado a los esfuerzos que viene realizando la izquierda y otras fuerzas progresistas del país por construir una amplia unidad nacional que permita arribar a una sociedad diferente, democrática y solidaria.
Luego de los resultados de las elecciones en Nicaragua, ARENA, con el Presidente Saca a la cabeza, inicia una cruzada por la unificación de las fuerzas conservadoras del país, a fin de evitar la división de las derechas.
En el análisis del partido de gobierno, en Nicaragua no fue el Frente Sandinista quién ganó las elecciones presidenciales de ese país, sino la derecha la que las perdió.
Dos partidos conservadores, el del ex candidato Montealegre y el que controla el ex presidente Alemán no pudieron construir una plataforma común que les permitiera entrar unidos a la contienda.
El resultado: el voto conservador se dividió entre dos opciones que no significaban mayor diferencia programática, facilitando de esta forma el que la izquierda, liderada por el Frente Sandinista, lograra la cantidad de votos necesaria para ganar en primera vuelta.
A partir de esa experiencia, Saca cree que si logra que el PCN se monte en el tren de las fuerzas conservadoras como vagón de cola, el electorado acabará favoreciendo el proyecto de la derecha en la medida que no tendrá más opción que escoger entre la continuidad con seguridad, representada supuestamente por ARENA, o el cambio con inestabilidad, ofrecido, según el mandatario, por el FMLN.
Pero, en qué se equivocan los estrategas de la derecha?
Primero, en sostener que la continuidad es sinónimo de estabilidad.
Un partido que en 18 años de ejercicio del poder no ha logrado más que medio recuperar el crecimiento de la actividad económica, sin que este crecimiento se traduzca en beneficio para la mayoría de la población, es poco lo que tiene que ofrecer a no ser más de lo mismo.
ARENA vendió la idea que su llegada al poder significaría un cambio para mejorar.
En casi dos décadas, los únicos que han mejorado son precisamente los que no han cambiado y siguen utilizando el poder del estado en su propio beneficio. ¿Por qué las cosas van a ser ahora diferentes?
El temor de ARENA de desprenderse del control del estado proviene no solo de la segura pérdida de privilegios que experimentarán sus patrocinadores sino de la posibilidad que se descubra y haga pública la forma arbitraria cómo han ejercido el poder y cómo se han beneficiado de éste quiénes en todos estos años lo pusieron al servicio de sus intereses.
Es este temor y no el futuro de la democracia lo que anima la lucha en la que se ha enfrascado arena.
Es este temor el que explica que la mayor parte de las fuerzas conservadoras del país, incluyendo a los medios de comunicación de la derecha, estén concertando voluntades para impedir que un proyecto alternativo, democrático e incluyente vaya ganando espacio en los electores.
No es rabia la que les anima, es temor al cambio.
Y no porque este cambio implique un salto al vacío, sino, porque al igual que los sectores económicos que han secuestrado el aparato de estado para enriquecerse a costa del erario público, también hay medios de comunicación y periodistas que han vivido de esta cercanía con el poder.
Se han acostado con él y no quieren desprenderse de los privilegios adquiridos con su prostitución.
La izquierda, en cambio, ha avanzado en el proceso de construcción de un espacio de concertación con todos aquellos sectores sociales y políticos empeñados no sólo en cambiar el rumbo del país sino en permitir que la democracia y la justicia social adquieran carta de ciudadanía.
El déficit democrático en todos estos años, en casi dos décadas, desde la llegada de ARENA al control del ejecutivo, exige que los salvadoreños comprometidos con la necesidad de transformar El Salvador no permitan que se pierda la oportunidad histórica de viabilizar la alternancia en el poder.
A diferencia del llamado a la unidad de los sectores conservadores formulado por el Presidente Saca, la izquierda y los auténticas fuerzas sociales y políticas progresistas y democráticas del país se han empecinado en impulsar un esfuerzo concertador que más allá de provocar la salida de ARENA del poder, buscan abrir la posibilidad para la construcción de un proyecto de nación alternativo, que haga posible la superación de la pobreza y la eliminación de la exclusión social y la desigualdad.
Un partido que en 18 años de ejercicio del poder no ha logrado más que medio recuperar el crecimiento de la actividad económica, sin que este crecimiento se traduzca en beneficio para la mayoría de la población, es poco lo que tiene que ofrecer a no ser más de lo mismo.
ARENA vendió la idea que su llegada al poder significaría un cambio para mejorar.
En casi dos décadas, los únicos que han mejorado son precisamente los que no han cambiado y siguen utilizando el poder del estado en su propio beneficio. ¿Por qué las cosas van a ser ahora diferentes?
El temor de ARENA de desprenderse del control del estado proviene no solo de la segura pérdida de privilegios que experimentarán sus patrocinadores sino de la posibilidad que se descubra y haga pública la forma arbitraria cómo han ejercido el poder y cómo se han beneficiado de éste quiénes en todos estos años lo pusieron al servicio de sus intereses.
Es este temor y no el futuro de la democracia lo que anima la lucha en la que se ha enfrascado arena.
Es este temor el que explica que la mayor parte de las fuerzas conservadoras del país, incluyendo a los medios de comunicación de la derecha, estén concertando voluntades para impedir que un proyecto alternativo, democrático e incluyente vaya ganando espacio en los electores.
No es rabia la que les anima, es temor al cambio.
Y no porque este cambio implique un salto al vacío, sino, porque al igual que los sectores económicos que han secuestrado el aparato de estado para enriquecerse a costa del erario público, también hay medios de comunicación y periodistas que han vivido de esta cercanía con el poder.
Se han acostado con él y no quieren desprenderse de los privilegios adquiridos con su prostitución.
La izquierda, en cambio, ha avanzado en el proceso de construcción de un espacio de concertación con todos aquellos sectores sociales y políticos empeñados no sólo en cambiar el rumbo del país sino en permitir que la democracia y la justicia social adquieran carta de ciudadanía.
El déficit democrático en todos estos años, en casi dos décadas, desde la llegada de ARENA al control del ejecutivo, exige que los salvadoreños comprometidos con la necesidad de transformar El Salvador no permitan que se pierda la oportunidad histórica de viabilizar la alternancia en el poder.
A diferencia del llamado a la unidad de los sectores conservadores formulado por el Presidente Saca, la izquierda y los auténticas fuerzas sociales y políticas progresistas y democráticas del país se han empecinado en impulsar un esfuerzo concertador que más allá de provocar la salida de ARENA del poder, buscan abrir la posibilidad para la construcción de un proyecto de nación alternativo, que haga posible la superación de la pobreza y la eliminación de la exclusión social y la desigualdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario