Por Iván C. Montecinos
Con el reciente asesinato del joven periodista Salvador Sánchez Roque, quien laboraba para Radio Cadena Mi Gente y una serie de medios radiales alternativos, se evidencó una vez más de que en El Salvador existen dos categorías de periodistas: Los de primera que trabajan en los medios económicamente favorecidos y los de segunda que lo hacen en los medios que no son respaldados por la costosa publicidad del Gobierno y la gran empresa privada, es decir a los que, a veces peyorativamente, llaman alternativos o comunitarios.
El crimen de Salvador, para los medios grandes no paso de ser una noticia más de las que a diario trasmiten sobre la delincuencia que sangra el país, no le dieron la importancia que merecía ya que se trataba de un comunicador en ejercicio de su trabajo. Incluso la triste noticia fue ignorada por un entrevistador de canal 12, quien al siguiente día del hecho conversó en su programa con el Viceministro de Seguridad, Astor Escalante, y no tubo la ocurrencia o el coraje necesario para tocarle este tema y cuestionar sobre las investigaciones que las autoridades estaban haciendo o deben realizar sobre este vil asesinato.
Por otra parte, llama la atención que instituciones que pregonan ser paladines defensores de la libertad de expresión y la ética como la Asociación Salvadoreña de Radiodifusores (ASDER) ignoraran el crimen de Salvador y no emitieran ni siquiera un pequeño pronunciamiento condenando y reclamando justicia por este abominable hecho, tal como lo hicieran con el cierre de RCTV en Venezuela. Puede creerse que se comportan bajo aquel dicho popular: "Candil de la calle y oscuridad de la casa".
Por su parte el presidente, Elías Antonio Saca, quien está ligado a las comunicaciones y dice ser muy respetuoso y fiel defensor de las libertades y en especial de la expresión y de prensa, tampoco se pronunció sobre la muerte de este joven periodista.
Salvador Sánchez, como muchos, era "un periodista de segunda categoría", que no son más que personas abnegadas de verdadera vocación, que desarrollan su labor en medios pequeños y en las peores condiciones, sin salarios ni equipos adecuados; como grabadoras, cámaras digitales y computadoras portátiles, mucho menos un vehículo que los transporte a cubrir las informaciones y lo hacen en el maltrecho servicio publico.
Pero esos periodistas, como Salvador, también tienen grandes virtudes, son leales y solidarios con sus compañeros de profesión, comparten su pobreza, ideales, sueños y trabajan con voluntad porque saben que con su esfuerzo contribuyen a mejorar la situación de las comunidades, los sectores más vulnerables y desprotegidos por el estado, aunque eso en determinados momentos les cueste ser capturados o asesinados.
De estos periodistas tenemos muchos ejemplos como Haydee Chicas quien hace unos meses fue capturada y acusada de terrorismo por cubrir una protesta para su institución y quien aun esposada, desde la cama del vehículo donde se encontraba siguió filmando los acontecimientos represivos de la Policía Nacional Civil en la ciudad de Suchitoto.
También esta el ejemplo de varios reporteros que recientemente fueron amenazados a muerte en la ciudad de San Miguel, por darle seguimiento a la información sobre el sicariato, sin que las instituciones que velan por la libertad de expresión se pronunciaran y protegieran a estos comunicadores.
Por el otro lado tenemos a los que podría considerarse periodistas de "Primera Categoría", quienes no tienen que preocuparse por nada ya que laboran en medios económicamente favorecidos por el estado y la empresa privada, algunos hasta tienen jugosos salarios, especialmente los directores y editores que son los responsables de poner en el tapete periodístico la agenda que favorezca los intereses del Gobierno y de la gran empresa; pero ay de aquel que se atreva a salirse del guacal.
Se conoce de algunos periodistas valientes, no son muchos, que trabajan en los grandes medios y tratan de hacer una labor profesional apegada a una ética, pero esto les lleva a la marginación, bajos salarios y en cierto momento son despedidos con desprestigio por no haber seguido la agenda que les trazaron.
En cambio ese comunicador (de primera categoría) que sigue al pie de la letra la agenda perversa de los grandes medios, escalan rápidamente posiciones y luego llega a jefaturas donde tiene la posibilidad de ganar altas sumas de dinero, lo que le permite tener carros y hasta lujosos, algunos cuentan con modelos del año respectivo. Hay quienes, y son pocos, se les dota de sendas mansiones en lugares exclusivos y hasta les proveen de guardaespaldas porque ya son intocables.
Pero esos periodistas son desleales aún con sus compañeros más cercanos y en la primera oportunidad que se les presenta los traicionan para escalar una nueva posición. También se vuelven antitéticos y con tal de quedar bien con el poder político y económico no les importa mentir para lisonjear y adular a los altos miembros del Gobierno de turno, aunque después cuando caen en desgracia -como ex funcionarios del talle del ex presidente de ANDA, Carlos Perla-, se hacen los locos y se olvidan que en su momento recibieron regalos y dádivas conocidas en el caló periodístico como "mentas".
Los periodistas de primera, son invitados por el Gobierno para que les acompañen en sus giras por diversos países, con gastos pagados por los impuestos de los salvadoreños y en determinados momentos hasta se disfrazan de militares para quedar bien con el poder y son incapaces de hacer alguna crítica a quien los invita y utilizan el refrán que dice: "No podemos morderle la mano a quien nos da de comer".
A esos periodistas, comprometidos con el poder, es común encontrarlos en las altas oficinas de Gobierno y la gran empresa privada adonde llegan a recibir las ordenes de cómo tienen que hacer su sucio trabajo por los que reciben jugosas prebendas.
También esos periodistas, de "primera", tranquilamente se dedican hacer política a favor del régimen en el poder y llegan hasta formar parte de la esfera gubernamental y cuando salen del Gobierno descaradamente regresan al periodismo, sin que hallan medios o articulistas de la gran prensa que los critique, en este caso la ética vale nada.
Mientras tanto los periodistas que consideran de " segunda", como Salvador Sánchez, son asesinados y se convierten en una pequeña noticia roja, sin que desde los grandes medios y las instituciones defensoras de la libertad de expresión se condene y se pida esclarecer su horrendo crimen.
Al final todo se reduce a que en El Salvador existen "periodistas pobres" con gran dignidad y levantan sus frentes con orgullo y no pueden ser señalados de vendidos, en cambio lastimosamente también existen y son muchos los "pobres periodistas" que por su falta de ética y amor al dinero le han entregado al diablo su alma y profesión.
Iván C. Montecinos, periodista, es colaborador de Raíces.
Tuesday, September 25, 2007
Con el reciente asesinato del joven periodista Salvador Sánchez Roque, quien laboraba para Radio Cadena Mi Gente y una serie de medios radiales alternativos, se evidencó una vez más de que en El Salvador existen dos categorías de periodistas: Los de primera que trabajan en los medios económicamente favorecidos y los de segunda que lo hacen en los medios que no son respaldados por la costosa publicidad del Gobierno y la gran empresa privada, es decir a los que, a veces peyorativamente, llaman alternativos o comunitarios.
El crimen de Salvador, para los medios grandes no paso de ser una noticia más de las que a diario trasmiten sobre la delincuencia que sangra el país, no le dieron la importancia que merecía ya que se trataba de un comunicador en ejercicio de su trabajo. Incluso la triste noticia fue ignorada por un entrevistador de canal 12, quien al siguiente día del hecho conversó en su programa con el Viceministro de Seguridad, Astor Escalante, y no tubo la ocurrencia o el coraje necesario para tocarle este tema y cuestionar sobre las investigaciones que las autoridades estaban haciendo o deben realizar sobre este vil asesinato.
Por otra parte, llama la atención que instituciones que pregonan ser paladines defensores de la libertad de expresión y la ética como la Asociación Salvadoreña de Radiodifusores (ASDER) ignoraran el crimen de Salvador y no emitieran ni siquiera un pequeño pronunciamiento condenando y reclamando justicia por este abominable hecho, tal como lo hicieran con el cierre de RCTV en Venezuela. Puede creerse que se comportan bajo aquel dicho popular: "Candil de la calle y oscuridad de la casa".
Por su parte el presidente, Elías Antonio Saca, quien está ligado a las comunicaciones y dice ser muy respetuoso y fiel defensor de las libertades y en especial de la expresión y de prensa, tampoco se pronunció sobre la muerte de este joven periodista.
Salvador Sánchez, como muchos, era "un periodista de segunda categoría", que no son más que personas abnegadas de verdadera vocación, que desarrollan su labor en medios pequeños y en las peores condiciones, sin salarios ni equipos adecuados; como grabadoras, cámaras digitales y computadoras portátiles, mucho menos un vehículo que los transporte a cubrir las informaciones y lo hacen en el maltrecho servicio publico.
Pero esos periodistas, como Salvador, también tienen grandes virtudes, son leales y solidarios con sus compañeros de profesión, comparten su pobreza, ideales, sueños y trabajan con voluntad porque saben que con su esfuerzo contribuyen a mejorar la situación de las comunidades, los sectores más vulnerables y desprotegidos por el estado, aunque eso en determinados momentos les cueste ser capturados o asesinados.
De estos periodistas tenemos muchos ejemplos como Haydee Chicas quien hace unos meses fue capturada y acusada de terrorismo por cubrir una protesta para su institución y quien aun esposada, desde la cama del vehículo donde se encontraba siguió filmando los acontecimientos represivos de la Policía Nacional Civil en la ciudad de Suchitoto.
También esta el ejemplo de varios reporteros que recientemente fueron amenazados a muerte en la ciudad de San Miguel, por darle seguimiento a la información sobre el sicariato, sin que las instituciones que velan por la libertad de expresión se pronunciaran y protegieran a estos comunicadores.
Por el otro lado tenemos a los que podría considerarse periodistas de "Primera Categoría", quienes no tienen que preocuparse por nada ya que laboran en medios económicamente favorecidos por el estado y la empresa privada, algunos hasta tienen jugosos salarios, especialmente los directores y editores que son los responsables de poner en el tapete periodístico la agenda que favorezca los intereses del Gobierno y de la gran empresa; pero ay de aquel que se atreva a salirse del guacal.
Se conoce de algunos periodistas valientes, no son muchos, que trabajan en los grandes medios y tratan de hacer una labor profesional apegada a una ética, pero esto les lleva a la marginación, bajos salarios y en cierto momento son despedidos con desprestigio por no haber seguido la agenda que les trazaron.
En cambio ese comunicador (de primera categoría) que sigue al pie de la letra la agenda perversa de los grandes medios, escalan rápidamente posiciones y luego llega a jefaturas donde tiene la posibilidad de ganar altas sumas de dinero, lo que le permite tener carros y hasta lujosos, algunos cuentan con modelos del año respectivo. Hay quienes, y son pocos, se les dota de sendas mansiones en lugares exclusivos y hasta les proveen de guardaespaldas porque ya son intocables.
Pero esos periodistas son desleales aún con sus compañeros más cercanos y en la primera oportunidad que se les presenta los traicionan para escalar una nueva posición. También se vuelven antitéticos y con tal de quedar bien con el poder político y económico no les importa mentir para lisonjear y adular a los altos miembros del Gobierno de turno, aunque después cuando caen en desgracia -como ex funcionarios del talle del ex presidente de ANDA, Carlos Perla-, se hacen los locos y se olvidan que en su momento recibieron regalos y dádivas conocidas en el caló periodístico como "mentas".
Los periodistas de primera, son invitados por el Gobierno para que les acompañen en sus giras por diversos países, con gastos pagados por los impuestos de los salvadoreños y en determinados momentos hasta se disfrazan de militares para quedar bien con el poder y son incapaces de hacer alguna crítica a quien los invita y utilizan el refrán que dice: "No podemos morderle la mano a quien nos da de comer".
A esos periodistas, comprometidos con el poder, es común encontrarlos en las altas oficinas de Gobierno y la gran empresa privada adonde llegan a recibir las ordenes de cómo tienen que hacer su sucio trabajo por los que reciben jugosas prebendas.
También esos periodistas, de "primera", tranquilamente se dedican hacer política a favor del régimen en el poder y llegan hasta formar parte de la esfera gubernamental y cuando salen del Gobierno descaradamente regresan al periodismo, sin que hallan medios o articulistas de la gran prensa que los critique, en este caso la ética vale nada.
Mientras tanto los periodistas que consideran de " segunda", como Salvador Sánchez, son asesinados y se convierten en una pequeña noticia roja, sin que desde los grandes medios y las instituciones defensoras de la libertad de expresión se condene y se pida esclarecer su horrendo crimen.
Al final todo se reduce a que en El Salvador existen "periodistas pobres" con gran dignidad y levantan sus frentes con orgullo y no pueden ser señalados de vendidos, en cambio lastimosamente también existen y son muchos los "pobres periodistas" que por su falta de ética y amor al dinero le han entregado al diablo su alma y profesión.
Iván C. Montecinos, periodista, es colaborador de Raíces.
Tuesday, September 25, 2007
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